Día del Migrante: no invisibilicemos esta cruda realidad
En nuestro país, las olas migratorias con epicentro en el norte de Chile se han convertido en una constante. Y pese a tratarse de una materia de especial relevancia, lamentable e injustamente suele ser invisibilizada.
Harry Grayde Klenner es Director ejecutivo de World Vision Chile
La Asamblea General de Naciones Unidas, ante el aumento de los flujos migratorios en el mundo, proclamó el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante con el objetivo de difundir información sobre los derechos humanos y libertades fundamentales de los migrantes, el resultado de sus experiencias y nuevas medidas que pueden implementarse para protegerlos.
En nuestro país, las olas migratorias con epicentro en el norte de Chile se han convertido en una constante. Y pese a tratarse de una materia de especial relevancia, lamentable e injustamente suele ser invisibilizada.
Un estudio (2020) realizado en conjunto por World Vision, el Centro Justicia y Sociedad de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Fundación Colunga y UNICEF Chile se constituye como un valioso aporte para entender a fondo este fenómeno desde la concepción de niños, niñas y adolescentes (NNA) inmigrantes y las dificultades que enfrentan en este proceso siempre complejo, pues la migración, en muchos casos, implica historias de separación entre los hijos y sus padres, lo que evidentemente conlleva la vulneración de derechos fundamentales de NNA.
Entre los resultados más prominentes, la investigación da cuenta que el 57% de los niños y niñas consultados considera que su familia está mejor que en su país de origen. Y la mayoría, tanto chilenos (59%) como extranjeros (57%), siente que vive en barrios seguros. Asimismo, poco más de un tercio (35%) de los niños haitianos cree residir en un sector seguro, similar a los peruanos (38%). Esto sube entre los bolivianos (59%), venezolanos (65%) y colombianos (76%).
A su vez, en materia educacional, un 77% de los NNA chilenos asistía, al momento del sondeo, a recintos educacionales, mientras que en el caso de migrantes el acceso a un establecimiento educacional alcanza el 72%. Y en salud, uno de cada tres niño inmigrante que llegó en un periodo de hace menos de tres años no tiene previsión (29%), mientras que entre quienes lo hicieron hace siete o más años la falta de cobertura es similar a los chilenos (1%).
El proceso migratorio supone un conjunto de realidades diversas. Así, mientras las primeras familias venezolanas que llegaron a Chile lo hicieron con más recursos socioeconómicos, principalmente en avión, con mayores niveles de estudios y en familias generalmente completas, las actuales o también en el caso de las haitianas, enfrentan dificultades mucho mayores debido a su vulnerabilidad, ya que muchas de ellas cruzan por pasos no habilitados, o en el caso de los haitianos, se presenta la barrera idiomática, los prejuicios por la discriminación que han aumentado producto de bandas delictuales, la discriminación también por su afro descendencia y menores recursos monetarios, y un rechazo también debido a la resistencia generalizada entre los chilenos y chilenas al sentir un colapso o poco control en la cantidad de ingresos de personas migrantes y refugiadas.
Al tener necesidades distintas a las de los adultos, niños, niñas y adolescentes migrantes y refugiados requieren de una protección especial, considerando también la protección especial de sus familias para que puedan propiciarles un cuidado apropiado. Esta protección especial no puede estar supeditada a su nacionalidad, ni a su estatus migratorio o al de sus padres o cuidadores. En otras palabras: el Estado tiene el deber de diseñar políticas y leyes que proporcionen una protección integral a los niños y a sus familias en el contexto migratorio, reconociendo sus necesidades y vulnerabilidades específicas.
Así también lo ha dispuesto la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), ratificada por Chile en el año 1990, la que es enfática en señalar que “todo Estado parte debe respetar y asegurar los derechos enunciados en este instrumento internacional a todo niño/a sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole”.
Ante la envergadura de esta crisis humanitaria, y en el marco de esta fecha efeméride, resulta fundamental entregar propuestas oportunas al contexto para personas migrantes y refugiadas, con esfuerzos centrados en brindar ayuda inmediata y permitir la inclusión socioeconómica, especialmente para los más vulnerables.
Sólo así lograremos una real democracia, un real desarrollo, una real sociedad inclusiva que supere su relación de violencia contra la niñez.