Después de Guillermo, qué
Guillermo Teillier logró imponer durante casi dos fructíferas décadas una autoridad “de una inercia conservadora”, que es parte de la naturaleza del PC. Pero hoy aparecen fuerzas emergentes, divergentes e intransigentes, de un izquierdismo extremo, que podrían eventualmente asumir el liderazgo.
Ximena Torres Cautivo es periodista y escritora
¿Cuál será la consigna que surja del próximo Comité Central del Partido Comunista, evento inminente donde se definirá la conducción del partido que durante los últimos 17 años ha tenido como guaripola indiscutido al siempre tristón y ahora enfermo y retirado por razones de salud, GuillermoTeillier? ¿Se inclinarán las bases por el estilo y propuesta extremos del alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, tan mal evaluado en las encuestas de popularidad política, o se mantendrá la línea más bien pragmática impuesta por Teillier? ¿Saldrá el PC del gobierno de Gabriel Boric o seguirán, disciplinados y racionalmente agarrados a los importantes cargos públicos que han obtenido en esta pasada, comprendiendo la derrota que significó el 62% por el Rechazo a la nueva Constitución que quisieron darse y darnos?
Son preguntas que se dilucidarán este 2023, porque la consigna deberá adecuarse a lo expresado por la ciudadanía el 4 de septiembre en el plebiscito de salida, y el Partido definir su nueva estrategia e impronta con el inminente retiro del ya maduro Teillier.
Con su estilo meláncolico, Guillermo Teillier logró imponer durante casi dos fructíferas décadas una autoridad “de una inercia conservadora”, que es parte de la naturaleza del PC. Pero hoy aparecen fuerzas emergentes, divergentes e intransigentes, de un izquierdismo extremo, que podrían eventualmente asumir el liderazgo. Eso, claro, significa quemar las naves y salirse de la alianza del gobierno de Gabriel Boric, con todos los costos que eso implica.
Lo más evidente sería perder a dos ministras lucidas y bastante lúcidas en el decir general: Camila Vallejo, la vocera impasible, y Jeanette Jara, la menos rutilante pero muy reconocida ministra del Trabajo. Pero cuatro años son muchos años y aún no cumplimos el primero.
Los que conocen los entresijos del PC chileno, con su larga tradición y su reconocida disciplina en el juego democrático, nos dicen cuestiones como que Jadue tendrá poco espacio para imponer su extremo y pesado estilo. Además, no todo es ideológico. Los que tienen pegas o cargos los quieren conservar. Ser leales a Boric es “un buen negocio”… por ahora. Y el proceso constituyente ya no les interesa; ha quedado demostrado que fue pura pérdida.
Puestas así las cosas, puede que aquel a quien muchos consideran el delfín de Teillier para una transición breve, el ex diputado y actual secretario general del Partido Comunista, Lautaro Carmona, sea quien siga administrando la conservadora cocina del PC. Carmona no es un lirio; tiene ya 70 años, y muchos creen que es el momento de los “around 50”, como el senador Daniel Núñez (51) o el ex convencional Marcos Barraza (49), o los sub 50, como la diputada Karol Cariola, las ministras Vallejo y Jara, o la alcaldesa del discurso enrevesado y pitudo, Irací Hassler, quien venció a Felipe Alessandri por mil 500 votos en la alcaldía de Santiago, y que hoy lidera el municipio con duros cuestionamientos a su capacidad de gestión.
Un viejo tercio del PC, alejado de esas filas, pero fiel a la historia y a los cariños y amistades compartidos, dice: “El PC chileno es democrático en su actuar; hace participar a las bases, organiza votaciones, alienta la participación, pero tiene una enorme cocina. ¡No sabré yo cómo y cuánto se cocina y se decide ahí dentro! Yo mismo estuve en esa cocina. Así es que lo único que cabe es esperar el próximo congreso”.
Ahí veremos cuál es la consigna.