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Actualizado el 27 de Enero de 2023

El centro político hoy

Habita su propio espacio proyectado hacia ambos lados del espectro político; de ahí que centroizquierda, centro y centroderecha sean tendencias llamadas a la moderación y la deliberación.

Por Enrique Morales Mery
La política en definitiva no está llamada a una confrontación ciega, a una guerra pírrica o a un indefendible juego de suma cero. AGENCIA UNO
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Enrique Morales Mery

Enrique Morales Mery es Cientista político

Desde la segunda mitad del siglo XX hasta el fin de la dictadura de Pinochet el centro político estuvo marcado por un camino de equilibrio diferenciador. Forjó su lugar frente a izquierdas y derechas y desde ahí intentó, mediante el discurso y la acción, la defensa del ideal democrático. Los desvíos dictatoriales en cada extremo eran muestras de definición dado el trasfondo internacional; por lo tanto, era vital mantener las bases de apego democrático más allá de toda trinchera.

Con el regreso a la democracia, el debilitamiento de las ideologizaciones intransigentes y la diversidad plural del nuevo milenio, nos encontramos con crecientes fuerzas centrípetas que posibilitaron mayor profundidad y variedad. Las antiguas confrontaciones segmentadas y cerradas que caracterizaban la convivencia de los llamados tres tercios dan paso a una naciente democracia de los acuerdos. Ya tempranamente, la centroizquierda ganó un espacio en la defensa de la democracia y la gobernabilidad. A este esfuerzo se sumó una centroderecha liberal que buscaba rescatar el ideario de compromiso político del pasado pre dictatorial en conjunción con las premisas de modernización y desarrollo.

El centro como espacio se fue ampliando y ello combinó bien con la construcción de mayorías dialogantes. En paralelo se fue dando un desencuentro de cara a los cambios graduales; antiguas y nuevas generaciones de la izquierda chilena alentaron la protesta, el maximalismo y la exigencia de una agenda de cambio rupturista. Desde el lado de la derecha, los sectores conservadores alentaron el status quo y la defensa del modelo neoliberal. Como consecuencia, se ha ido articulando una lógica de convivencia que intenta “definirse” nuevamente a partir de posturas no centristas. Ese desequilibrio diferenciador acentúa dinámicas populistas, extremistas o decididamente socava las instancias de diálogo más allá de lo ideológico.

Asumiendo las condiciones actuales el centro político está llamado a ser un punto de confluencia, de acuerdo y reconciliación. Todo ello a partir de un compromiso claro con el razonamiento conjunto, la prudencia colectiva, la humildad cívica y la reciprocidad. El centro político en la contemporaneidad acoge la diversidad como un recurso social, como riqueza democrática dirigida a un diálogo fraterno, continuo y estable. Certidumbre en medio de una dinámica social cambiante y expuesta a debate; un espacio sincero de adaptabilidad con miras a repensar y repensarnos.

El centro político ha abandonado el resguardo de una verdad absoluta o el intento de arbitrar las relaciones izquierda – derecha. Habita su propio espacio proyectado hacia ambos lados del espectro político; de ahí que centroizquierda, centro y centroderecha sean tendencias llamadas a la moderación y la deliberación. Ciertamente ese llamado es consciente de la necesaria integración social y política de todas aquellas fuerzas políticas y sociales que han tomado el camino del cambio con ruptura. La política en definitiva no está llamada a una confrontación ciega, a una guerra pírrica o a un indefendible juego de suma cero. No hay un camino predeterminado y en ese caminar el centro político, hoy abierto a la diversidad y atento a la dinámica social, es fundamental para seguir construyendo un futuro común.

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