“Camuflar” el alza en los precios de los alimentos
Lo extraño es que todos hemos notado que “el super” está más caro, pero pareciera que los precios no han variado tanto como se refleja en los indicadores. Aun así, a fin de mes, el gasto efectivamente impacta en el presupuesto familiar.
Benjamín Canete es Gerente general de Veggo
Comenzando el 2023, los indicadores económicos marcan que el IPC a diciembre de 2022 fue de un 12,8%, la mayor inflación desde 1991, el síntoma es claro y los chilenos lo sentimos en los bolsillos. No olvidemos que el 2021 el IPC marcó un 7,2%. En dos años hemos acumulado un alza de 20%, impactando fuertemente el consumo y el costo de vida. Vemos tiendas comerciales y empresas constructoras solicitando la quiebra, porque el escenario para este nuevo año no es auspicioso, se cree que será uno donde seguiremos sintiendo los golpes de la economía y estaremos en recesión.
Sin embargo, ese 12,8% de inflación no refleja lo que ha pasado específicamente con la canasta básica de alimentos. De acuerdo con cálculos de Clapes UC la proyección apunta a un aumento entre 27,6% y 28,2%; que de concretarse sería la mayor alza anual desde que hay registros. El impacto en los más vulnerables es monumental. Hablamos de alimentos.
Lo extraño es que todos hemos notado que “el super” está más caro, pero pareciera que los precios no han variado tanto como se refleja en los indicadores. Aun así, a fin de mes, el gasto efectivamente impacta en el presupuesto familiar. Miramos el detalle de la cuenta y en la boleta siguen siendo los mismos productos, incluso retiramos algunos “lujitos” de nuestra compra.
Todo está delante de nosotros, acostumbrados a comprar en los formatos habituales en el supermercado, los productos de siempre hoy tienen sutiles diferencias que en nuestros ocupados y rutinarios días no nos detenemos a revisar. El mismo pote de mantequilla, al mismo precio, hoy tiene menos gramaje en su envase o los mismos tomates al precio de siempre, hoy son el valor de 500 gramos y no de 1 kilo como solía ser.
De pronto, pareciera como un falso oasis donde la inflación no ha impactado, pero lo cierto es que las fuertes alzas se ocultan tras sutiles cambios en cómo se entrega la información. Información que se encuentra disponible y “transparente” ahí frente a nuestros ojos. Son nuestros hábitos, confianza y costumbre, las que están siendo traicionadas. Pasamos por alto que ahora todos los precios de productos a granel son por 500 gramos, que las mallas de “kilo” ahora son de 700 gramos, que los productos bajan su gramaje sin modificar el envase. Todos cambios que cuentan con la información legal, pero que nadie los anunció. Nadie dijo que el gramaje bajaría, pero uno siempre podría revisarlo.
Entonces, nace el dilema de si lo correcto será no confiar, nunca pensar que el producto será “habitual” y que en cualquier momento pueden modificarlo, que es absoluta responsabilidad del consumidor estar atentos a cualquier nueva “pillería” que pueda aparecer, o debería existir algún formato realmente honesto o “habitual” de cómo presentar los precios. Hacer un falso anuncio de oferta cuando la verdad es que se está vendiendo menos al mismo precio, no afecta a todos por igual y se deteriora la imagen del empresariado.
De momento no es un área regulada, desconozco si lo será, pero agradezco a los comercios y tiendas que ofrecen los precios en los formatos que los chilenos estamos acostumbrados a comprar y transparentan una realidad que nos está afectando a todos: la inflación.