Jornada laboral: reducción necesaria
A nivel mundial existe una marcada tendencia a reducir la jornada laboral para mantener altos estándares de productividad, compatibilizar la vida personal con el trabajo, generar condiciones que agreguen valor, producir satisfacción del trabajador, mejorar el clima organizacional y generar una buena experiencia subjetiva del empleado dentro de la organización.
Jorge Suárez es Académico Facultad de Administración y Negocios, Universidad Autónoma
El trabajo como hecho social constituye un elemento esencial para vivir dignamente. De allí, que se puede afirmar que un individuo debe trabajar para vivir y no vivir para trabajar, por lo tanto, el trabajo y el tiempo que se dedica a esta actividad impacta directamente en diversas aristas de la existencia humana, y en general en la calidad de vida integral del empleado para diseñar un proyecto de vida armónico.
Conforme a lo establecido taxativamente por la legislación chilena vigente, la jornada ordinaria es de 45 horas semanales, en contraste con las buenas prácticas mundiales que se posicionan en 40 horas semanales; esta última cantidad no es casual, sino que parte de la lógica de promover un equilibrio con las 24 horas que tiene el día, donde deberíamos contar como mínimo con 8 horas para el descanso, 8 para trabajar y 8 para la recreación. Además, existen recomendaciones sobre la reducción del trabajo y un convenio, que datan del año 1962 y 1935 respectivamente, ambos emanados de la Organización Internacional del Trabajo OIT (convenio no ratificado por Chile) que dan cuenta de los estándares internacionales en la materia y que apuntan a las 40 horas semanales esgrimidas anteriormente.
Es decir, a nivel mundial existe una marcada tendencia a reducir la jornada laboral para mantener altos estándares de productividad, compatibilizar la vida personal con el trabajo, generar condiciones que agreguen valor, producir satisfacción del trabajador, mejorar el clima organizacional y generar una buena experiencia subjetiva del empleado dentro de la organización.
¿Cómo es el panorama respecto a la realidad chilena? Todos los acontecimientos sociales que se han manifestado en Chile durante los últimos años -estallido social y la pandemia COVID-19- han puesto de manifiesto una abrupta y forzosa transformación digital que ha favorecido el entorno laboral y se puede conjugar con la reducción de la jornada ordinaria para apalancar la organización y lograr resultados favorables para todo el sistema. Distintos hechos se han puesto de manifiesto, como el excesivo tiempo que se ocupa en espacios de trabajo, y ratifican la necesidad de reducir la jornada ordinaria, por todo lo que involucra para que el empleado desempeñe sus funciones. Estas van desde el tiempo que invierte en llegar a su lugar de trabajo (normalmente alejados de su hogar) o baja desconexión del puesto de trabajo, significando de facto una suma al tiempo invertido por el trabajador en su jornada ordinaria.
En los últimos años se han centrado esfuerzos en reducir la jornada ordinaria de trabajo. De hecho, recientemente desde la Comisión del Trabajo del Senado se ha aprobado un proyecto congruente con estándares internacionales de 40 horas para la jornada diaria e incluso se reconoce la posibilidad de contar con jornadas de 4 días de trabajo y 3 días de descanso. Esta realidad, sin duda, es un hito positivo que implica un ganar/ganar para los empleados y empleadores.
Este cambio necesario no será una excepción de la adaptación que han tenido que generar las empresas para circunscribirse en el entorno dinámico y evolutivo actual, siempre y cuando se gestione de manera eficaz, esto es considerando el rediseño y ajuste de procesos. Por ello, es conveniente incorporar periodos de marcha blanca, implementar el nuevo horario de forma escalonada, difundir la planeación estratégica de cada unidad ajustando los KPI/SLA a las nuevas realidades, establecer metas claras, sinceras y posibles, con el propósito de promover el cumplimiento de metas como eje central de la relación laboral sobre el tradicional cumplimiento de horario de trabajo como requisito que va cada vez más en desuso para generar relaciones de trabajo efectivas.