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Actualizado el 6 de Febrero de 2023

De la afición a la adicción: una mirada desde la ocupación

¿Cuándo poner la alerta? Una de las señales de riesgo podría ser, la obsesión por conectarse, o el sentimiento de placer asociado solo a actividades ligadas a la virtualización.

Por Bianca Puntarelli
Entonces, ante este escenario complejo, en donde la abstinencia es casi imposible, ¿Qué estrategias ocupacionales podrían aportar con este tipo de adicciones?
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Bianca Puntarelli

Bianca Puntarelli es académica de la carrera Terapia Ocupacional de la UNAB Sede Viña del Mar

Según la Organización Mundial de la Salud, la adicción es una enfermedad física y psicoemocional, que crea una necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Aunque esta definición engloba cualquier inclinación desmedida con descontrol, en general, cuando se habla de adicción, históricamente, el foco está puesto en el consumo de sustancias, excluyendo así otras adicciones más contemporáneas, como aquellas relacionadas con medios de entretención e información digital.

Frente a estas nuevas adicciones, diversos autores confluyen en que la población adolescente tiende a ser la de mayor riesgo, debido a las predisposiciones neurobiológicas relacionadas con las emociones, la motivación y la relación nativa de cercanía que tienen con la tecnología, tanto por su facilidad de aprendizaje, como por la identificación con sus contenidos.  

La importancia y necesidad de adquirir un celular, una consola, Tablet o computador, es producto de la simplificación de la vida que estos suponen, guardar y compartir contenido versátil, interactuar por RRSS y comprar en un clic, son estallidos de marketing constante en nuestros sentidos. Sin embargo, poco se habla de las características de la personalidad, los estados de vulnerabilidad emocional y los diagnósticos psiquiátricos que aumentan la probabilidad de que esta afición se transforme en adicción.

¿Cuándo poner la alerta? Una de las señales de riesgo podría ser, la obsesión por conectarse, o el sentimiento de placer asociado solo a actividades ligadas a la virtualización. Otro peligro evidente es la pérdida de intimidad, el acceso a contenido violento y/o pornográfico explícito, incitación a los trastornos alimenticios e incluso al suicidio.

En muchos casos, además, las RRSS y los medios digitales, pueden potenciar una falsa identidad y una percepción distorsionada de la realidad. Las pantallas son los protectores de una imagen, puede hacernos populares e incluirnos en un contexto, pero también propiciar la toma de decisiones erróneas y conductas transgresoras, ya sea por intentar adaptarse a las exigencias y estándares que impone la realidad virtual, como por la naturalización de la adicción y oposición ante ayuda profesional.

Entonces, ante este escenario complejo, en donde la abstinencia es casi imposible, ¿Qué estrategias ocupacionales podrían aportar con este tipo de adicciones?

La generación de una rutina con hábitos cotidianos equilibrados, la limitación del tiempo de uso y control de contenido; la exploración de intereses como el arte, deporte y cultura en general, podrían ser una oportunidad de interactuar en la realidad y facilitar el descubrimiento y adquisición de habilidades sociales. Del mismo modo, reconocer y revalorizar las actividades al aire libre, volver a recorrer la naturaleza o hacerlo por primera vez, son actividades que hoy día están al alcance y tienen una importancia en nuestra cotidianidad, como espacio natural de vida.

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