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Actualizado el 9 de Marzo de 2023

El vidente y la araña

El presidente Boric tiene gran formación política. Lee y se informa. Pero debe entender que la única verdad es la percepción de la realidad, y que la política es acción para llevar adelante negociaciones y acuerdos que liberen el camino para dar gobernabilidad.

Por Guillermo Bilancio
La gran mayoría de fracasos en la gestión de este gobierno de coalición, están dados por la falta de acuerdos, aún dentro de la misma coalición. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Guillermo Bilancio

Guillermo Bilancio es consultor en Alta Dirección

Gobernar es hacer política. Y en tal sentido la política es el medio para acceder y sostener el poder, lo que en un espacio democrático implica necesariamente tener la capacidad de alcanzar acuerdos en los desacuerdos.

Quién gobierna, entonces, debiera contar con dos cualidades que son naturales: Por un lado, la de ser un vidente, lo que implica tener visiones del mundo para volcar allí sus intenciones en el modelo de país deseado. Y por el otro, tener la paciencia de una araña para tejer una tela que, en este caso, son acuerdos para poder compatibilizar diferentes intereses de los distintos actores de la política.

El presidente Gabriel Boric tiene una de las dos. Claramente es inteligente, informado y formado, lo que le permite tener visiones del mundo y usar un adecuado nivel de pragmatismo para integrar ideas desde lo conceptual, pero no tiene la paciencia de la araña para establecer acuerdos, tal vez por su propia imposición de poner velocidad a lo que exige claridad.

Quizás sea la presión de una nueva generación que le dio su voto, una generación que vive la era de la inmediatez, y en política las acciones presentes tienen efecto futuro, por lo que las respuestas no son inmediatas.

La gran mayoría de fracasos en la gestión de este gobierno de coalición, están dados por la falta de acuerdos, aún dentro de la misma coalición. Desde el intento de la nueva constitución que concluyó en un rechazo, hasta el último revés parlamentario con la reforma tributaria el desacople con propios y extraños ha sido una constante.

Tal es así que, si en lugar de hacer anuncios grandilocuentes se hubiese avanzado a través de una política de negociación, tal vez no hubiesen existido esos fracasos. Y ahí se percibió la falta de plasticidad, clave si se busca consenso en un proceso de transformación.

Pero para transformar será necesario persuadir y evolucionar.

Evolución política a partir de la evolución cultural.

El rechazo a la reforma tributaria es un problema de conversación interna y de negociación multipartidaria. Todos sabemos que el primer cliente de un ministro de hacienda es el presidente de la Nación, y da la sensación de que en este caso no fue así. ¿Falta de conversación interna? ¿Desacuerdo en la propia coalición? ¿Intereses contrapuestos? No sería adecuado hablar de soberbia, pero creer que lo que se dice va a suceder, es un poco eso. Y fracasaron Marcel y Boric en esta jugada.

Por otra parte, toda transformación está dada por un conjunto de reformas que la constituyen, y para eso deberían darse en un marco de credibilidad. Y existe credibilidad cuándo se percibe convicción y un proceso de toma de decisiones que está para quedarse. Toda sensación de transitoriedad o de idas y vueltas, erosionan la credibilidad y por ende sobrevienen los reclamos, manifestaciones, descontento. El mejor amigo de la oposición de un gobierno es la percepción de transitoriedad de este.

Es el presidente quien debe ir a buscar acuerdos y no esperar que le golpeen la puerta. Es el presidente el que deberá fortalecer su poder (que supone tener pero que no lo tiene) a partir de una profunda “escucha” aún jugando muchas veces de visitante. El peor error de un proyecto de líder es suponer que tiene supremacía sobre los demás por el solo hecho de creerse un “adelantado” frente a sus pares y de la gente. Esa postura puedes ser muy sugerente pero poco efectiva, ya que un líder debe estar tres pasos adelantado a su pueblo, pero no veinte. Estar demasiado adelantado desalienta y aleja. El vidente tiene una visión, pero lo que debe transmitir es un futuro posible y no utópico. El vidente, por ser vidente, debe ser humilde.

El presidente Boric tiene gran formación política. Lee y se informa. Pero debe entender que la única verdad es la percepción de la realidad, y que la política es acción para llevar adelante negociaciones y acuerdos que liberen el camino para dar gobernabilidad.

Será necesario entender el arte de lo posible. Ser un vidente con cable a tierra y una paciente araña…

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