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Actualizado el 13 de Marzo de 2023

El líder como coach

La clave está en ser “no consultores”, sino coaches que ayudan a mejorar los resultados de las empresas con sus mismos equipos.

Por Alfonso Mujica
Por medio del estilo de coaching se logra alejar la desconfianza para dar paso al compañerismo y la colaboración. Es el primer paso para lograr resultados extraordinarios. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Alfonso Mujica

Alfonso Mujica es coach de ejecutivos y CEO de Scaling Company

Días atrás levantó polvareda la declaración de Mariana Mazzucato en que afirmaba que consultores de importantes firmas multinacionales no tienen expertise en las áreas que asesoran. La tesis de la economista continuaba con que “la cada vez mayor dependencia de gobiernos, y también empresas, está vaciando a las organizaciones de conocimiento y capacidades para cumplir con sus funciones”.

Más allá de estar o no de acuerdo con su polémica tesis, sus palabras invitan a todo consultor a preguntarse: ¿Estoy logrando un impacto positivo que permanecerá en la organización luego de mi partida o estoy dando soluciones que sólo desempoderan y limitan los conocimientos y capacidades del equipo del cliente?

En más de una ocasión, clientes con quienes trabajamos han caído en la tentación de contratar consultores para resolver “problemas puntuales o técnicos” de operación o de índole comercial. De acuerdo a nuestra experiencia, la mayor parte de las veces este camino fracasa rotundamente, ya que los encargados de las áreas involucradas suelen ver con malos ojos las soluciones que les imponen desde arriba.

¿A qué se debe el rechazo a estas consultorías cuyo objetivo es “ayudar” a mejorar la gestión de su área? Nos atrevemos a anticipar que dicha actitud tiene más que ver con la forma en que se tomó la decisión que con el impacto de la consultoría en el área. Aquello determina fuertemente en el nivel de compromiso del equipo con la consultoría.

El equipo no se compromete si no lo involucramos. Gracias a las neurociencias hoy sabemos que cuando imponemos una decisión y no tenemos desarrollada la confianza suficiente para que el equipo se pueda oponer, los miembros se sienten amenazados y activan su amígdala. La amígdala es una glándula cerebral que bloquea al resto del cerebro y nos prepara para enfrentar una amenaza, es decir, aumenta el ritmo cardíaco y nos alista para defendernos, huir o inmovilizarnos. (La Inteligencia conversacional de Judith Glaser, 2015).

Eso es justamente lo que hacen los equipos frente a decisiones que se toman de manera inconsulta y es lo que sucede cuando un consultor experto impone su nuevo conocimiento en la compañía. Ello puede provocar que dicho conocimiento no sea aprovechado y muchas veces quede almacenado para nunca ser utilizado.

Lo que hoy necesitan las compañías es que las decisiones surjan desde el interior. Esto permite que los propios equipos, quienes mejor conocen los problemas, aprendan y aporten las mejores soluciones que luego se implementan gracias al compromiso obtenido en el proceso de decisión.

El estilo de liderazgo que permite ello en las organizaciones es el de cooperación y apoyo, también conocido como el del líder como coach. La clave está en ser “no consultores”, sino coaches que ayudan a mejorar los resultados de las empresas con sus mismos equipos.

Por medio del estilo de coaching se logra alejar la desconfianza para dar paso al compañerismo y la colaboración. Es el primer paso para lograr resultados extraordinarios.

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