Los tres quintos
Lo importante para el trabajo que deben hacer los consejeros, para la Carta Fundamental de las próximas décadas, y para el Chile que viene es que los tres quintos y mucho más estén en sectores que crean verdaderamente en la democracia y las libertades.
Oscar Monett Recabal es licenciado en ciencias económicas.
A poco menos de una semana de la elección de los miembros del Consejo Constitucional, mucho se ha discutido en diarios, radios y televisión, respecto de dónde estarán los tres quintos necesarios para la toma de decisiones y el control del Consejo. Si acaso la oposición tendrá ese número mágico, si el oficialismo obtendrá al menos dos quintos para constituir un poder de veto, si este es un plebiscito respecto del gobierno. Finalmente, una mezcla de intriga, apuestas y confusión respecto del corto plazo que representa esta administración gubernamental junto a la larga trayectoria de un texto constitucional.
En realidad, pensando en la tarea de construir entre los chilenos una Carta Fundamental nueva, la ubicación de los tres quintos en el gobierno o la oposición no es lo verdaderamente importante. Esta no debe ser y espero que no sea una Constitución para o contra el gobierno. Debe ser para Chile.
Sectores políticos de lado y lado ponen en duda la legitimidad del proceso. Unos porque no se parece lo suficiente al proceso fallido anterior, y otros porque, según ellos, no correspondía iniciar un nuevo proceso dando una interpretación antojadiza al famoso artículo 142 de la Constitución.
Coincidentemente, esos sectores se identifican con un compromiso muchas veces falso con la democracia y lo que ella significa. Con nombre y apellido: la izquierda dura que vio en el 18 de octubre la oportunidad de derrocar un gobierno democráticamente electo, utilizó las acusaciones constitucionales para desestabilizarlo, y fue silente respecto de la violencia que consumía amplios lugares de Chile.
Al mismo tiempo, la derecha dura es la cuna de las nuevas funas y cancelaciones, dudó en explicitar un compromiso democrático en la presidencial pasada, y repite, como espejo, las consignas que la izquierda dura levantaba hace pocos años.
La centroizquierda fue vapuleada por la izquierda dura, por ser la de los 30 años, la que administró el modelo, la que no hizo los cambios. La centroderecha es ninguneada por la derecha dura por haber negociado y llegado a acuerdos. Y si en todos los sectores democráticos –desde la izquierda a la derecha– es innegable que hubo errores, lo cierto es que el compromiso con las libertades es uno vivo y vigente.
¿Los tres quintos de la oposición? ¿Los dos quintos del gobierno? Como si todas las almas de la oposición fueran iguales o todas las del gobierno análogas, pero no. Lo importante para el trabajo que deben hacer los consejeros, para la Carta Fundamental de las próximas décadas, y para el Chile que viene es que los tres quintos y mucho más estén en sectores que crean verdaderamente en la democracia y las libertades. Más allá de que si hoy unos apoyan a la administración actual o no, en realidad el meollo está en si son capaces de ver en la diversidad un valor y no un peligro, en la conversación una forma adecuada y no un riesgo, en los acuerdos un objetivo noble y no blandeza.
Tengo confianza de que el 7 de mayo los sectores que queremos conversar llegaremos a los tres quintos. Amplia cantidad de encuestas han mostrado que los chilenos valoramos los acuerdos, y que ya estamos cansados de peleas infructuosas, insultos, y farándula política. Queremos que prime el diálogo y el acuerdo. Que prime Chile y los chilenos y chilenas.