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Actualizado el 10 de Junio de 2023

Acuerdo Estados Unidos – Reino Unido: nuevos paradigmas

Este tema de los filtros se viene profundizando y todo indica que Estados Unidos incrementará su rol fiscalizador, incluyendo a empresas en terceros países, cuando perciba que sus intereses o seguridad puedan verse amenazados.

Por Juan Pablo Glasinovic Vernon
Aunque en Chile no somos por el momento más que productores del litio y de otros de estos minerales estratégicos, tenemos que estar conscientes de que lo que se pretende hacer con la “estrategia nacional del litio” será monitoreado muy de cerca no solo por EEUU, también por China. POTUS
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Juan Pablo Glasinovic Vernon

Juan Pablo Glasinovic Vernon es abogado

Este jueves recién pasado, Estados Unidos y el Reino Unido suscribieron el acuerdo que denominaron “Carta o Declaración del Atlántico”, en el contexto de la visita del primer ministro británico Rishi Sunak a Washington. Este nombre, replica intencionalmente el del acuerdo firmado en agosto de 1941 entre Roosevelt y Churchill, por el cual ambos sellaron una alianza contra la Alemania nazi. Ahora ante la directa amenaza rusa y el ascenso de su aliado chino, ambos países vuelven a reeditar ese entendimiento. Desde esa perspectiva, la similitud no es para nada tranquilizadora. Suena a “si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Lamentablemente el tema de la seguridad, partiendo por su dimensión militar, se ha tomado la agenda mundial.

¿En qué consiste entonces este acuerdo? Su nombre completo es “La Declaración Atlántica: Marco para una asociación económica entre EEUU y el Reino Unido en el siglo XXI” y su propósito es garantizar que la histórica alianza se adapte y refuerce para los retos de este tiempo.

Aunque su componente principal es económico, hay otras dimensiones presentes, incluyendo por supuesto la seguridad.

El acuerdo recoge las prioridades de las partes (aunque dada la asimetría, más las de EEUU). Por el lado estadounidense, se afirma la relación con un aliado estratégico, especialmente en el ámbito militar y de política exterior, el que con el Brexit quedó relativamente aislado en Europa, pero sigue siendo muy relevante en materia de defensa continental. En cuanto a los británicos, el acuerdo les abre oportunidades en materia de inversiones y de colaboración tecnológica, en momentos en que su salida de la Unión Europea está afectando (como era previsible) fuertemente su desempeño económico y su proyección.

Eso sí, la esperanza británica de contar con un tratado de libre comercio, lo que ha sido abordado por los gobiernos conservadores como la panacea post Brexit (y un argumento para salirse del bloque), no se concretó ni tiene la posibilidad de cumplirse. En EEUU, desde el gobierno de Trump se cristalizó un nuevo consenso bipartidista de no persistir en la vía de ampliar el libre comercio y más bien concentrarse en fomentar la reindustrialización del país y procurar mantener la primacía tecnológica y blindar sus cadenas de suministro ante la posible acción de potencias hostiles.

El primer ministro Sunak tiene para exhibir a su audiencia que las empresas estadounidenses han comprometido más de 14.000 millones de libras en nuevas inversiones en el Reino Unido, entre ellas un gran proyecto de producción de hidrógeno verde en Hull, entre otros. También suscribió acuerdos con estados norteamericanos (ya van cuatro), siendo el último con Oklahoma, en lo que parece ser una estrategia subsidiaria de ampliar el mercado estadounidense, al menos en temas como los servicios.

Hoy EEUU es el principal socio comercial del Reino Unido y este instrumento probablemente reforzará la tendencia.

La declaración suscrita expone sin ambages que su propósito tiene a destinatarios concretos. “Nos enfrentamos a nuevos retos para la estabilidad internacional: Estados autoritarios como Rusia y la República Popular China (RPC), tecnologías disruptivas, actores no estatales y desafíos transnacionales como el cambio climático.”

A esta declaración se suma un plan de acción, en el cual se describen las áreas de trabajo conjunto a acometer en los próximos años y a revisarse periódicamente para hacer los ajustes y adaptaciones necesarias.

En materia tecnológica, la colaboración se extenderá a los semiconductores, las tecnologías cuánticas, inteligencia artificial, telecomunicaciones de vanguardia y biología sintética.

El plan de acción también incluye el objetivo de impedir que el capital y la experiencia de las empresas de ambos países alimenten avances tecnológicos que mejoren las capacidades militares y de inteligencia de los países que les preocupan (entiéndase fundamentalmente China). En otras palabras, esto consagra un sistema de filtro para las inversiones en áreas declaradas estratégicas. Esto incluye la implementación de controles a las exportaciones de productos sensibles, con el mismo objetivo.

Este tema de los filtros se viene profundizando y todo indica que Estados Unidos incrementará su rol fiscalizador, incluyendo a empresas en terceros países, cuando perciba que sus intereses o seguridad puedan verse amenazados. Ya tuvimos una señal con la licitación de nuestro Registro Civil para los documentos de identidad y pasaporte que había sido adjudicada a un consorcio chino alemán. Como sabemos, esta adjudicación fue finalmente revertida ante la posibilidad explícita de quedar excluidos del programa visa waiver.

En otro guiño al Reino Unido, las partes anunciaron su intención de iniciar de inmediato las negociaciones sobre un acuerdo de minerales críticos específicos que cubren los cinco minerales más importantes para los vehículos eléctricos – cobalto, grafito, litio, manganeso y níquel – que se extraen o procesan en el Reino Unido, para que estos puedan ampararse bajo el paraguas de los vehículos limpios elegibles para los subsidios de lo que se conoce como la Ley de Reducción de la Inflación.

Aunque en Chile no somos por el momento más que productores del litio y de otros de estos minerales estratégicos, tenemos que estar conscientes de que lo que se pretende hacer con la “estrategia nacional del litio” será monitoreado muy de cerca no solo por EEUU, también por China, con probables reacciones y gestiones de ambas partes frente a nuestro gobierno.

Este importante acuerdo plasma una serie de objetivos y medidas que vinculan muy fuertemente la seguridad con la economía. Su lógica es que sin seguridad no hay desarrollo económico, y sin este tampoco se puede sostener la seguridad. Esta imbricación, explicitada en este tratado, representa cabalmente la nueva dinámica económica que irradiará progresivamente a todo el resto del sistema.

Una manera de mitigar esta tendencia es estar en bloques sólidos, que permitan resistir las presiones de las potencias. En esa perspectiva, Chile debe repensar su política comercial y de inversiones, evaluando cuales son las mejores plataformas para mantener un intercambio lo más abierto posible. En mi opinión el CPTPP cobra en ese contexto un papel más relevante y estratégico. También la profundización de la relación con la Unión Europea.

Con los vientos que corren, el margen de maniobra de los estados individuales se va estrechando y la presión de Estados Unidos y de China será cada vez más difícil de resistir para alinearse en algún campo.

A propósito de la primera Declaración del Atlántico y de sus consecuencias, en esa época Chile no pudo sostener su posición de mantenerse neutral y al final tuvo que declarar la guerra a las potencias del Eje, no obstante estar situado en las antípodas.

Aunque la Historia no se repite, al menos rima. No estaría demás repasar por nuestro lado lo que aconteció en la primera mitad del siglo XX para, a la luz del presente, anticipar posibles escenarios.

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