IA

La Inteligencia Artificial (IA) es lo que cada vez más atrae la atención e inquieta tanto al mundo científico, como al político y la sociedad en general. La abcisa, la línea horizontal de la evolución demoró muchos milenios en curvarse hacia arriba y transformarse en el eje de ordenadas, de línea vertical que se aceleró rotundamente a partir de la Revolución Francesa y la posterior revolución industrial. Mientras la humanidad tardó centenares de milenios desde salir de África hasta transformarse en sociedades organizadas, en nuestros días la evolución es diaria, los cambios pueden contarse hasta en horas.

Junto con el progreso llegó la saturación del planeta, siendo la multiplicación de los seres humanos en el anterior y presente siglo ya exponencial. Y el desarrollo trajo consigo una increíble contaminación mundial, a tal punto que hoy estamos poniendo en peligro nuestra existencia, jaqueando a nuestro mundo con el calentamiento global y la polución incontrolada.

En medio de este escenario surge el desarrollo de la IA, comenzando por la intención de reemplazar el trabajo humano por uno artificial, buscando la comodidad por una parte y la eliminación de las remuneraciones de trabajadores, el costo de mano de obra. De repente el IA pegó un enorme salto en apenas pocos años, llegando hoy a un punto que busca la mutación del cerebro humano, o sea del mismo ser y, por otro lado, proveer a robots u otras creaciones con todos los datos, sabiduría y experiencia del que nuestra raza dispone.

El propósito es acortar abruptamente el tiempo de soluciones y producción, perfeccionando las máquinas para evitar los errores humanos, la automatización global. Se están creando diariamente nuevas empresas de IA y paralelamente crece la preocupación general que el avance caiga en manos malintencionadas e incontrolables (por un control inexistente); cosa que ya seguramente está ocurriendo. Manos que utilizarán la IA con propósitos de dominio, enriquecimiento y/o destrucción.

Y la IA más temprano que tarde se transformará en dominador de los humanos por varias razones, entre ellas su ausencia de emoción, su millones de veces superior velocidad de decisión y precisión, su propia evolución que superará infinitamente a la nuestra, la humana. La vieja serie de películas “Terminator” predijo con precisión lo que seguramente pasará en un futuro muy cercano. Pero no va terminar como en el celuloide: no podremos vencer las máquinas y el exterminio de nuestra raza será el resultado real.

Después de esto las criaturas de la IA no necesitarán nada de lo que nosotros los humanos requerimos para sobrevivir: alimento, calor, vestimenta, remedios; ni siquiera precisará otro combustible para funcionar que por ejemplo el magnetismo de la tierra, o alguna energía cósmica y finalmente, logrando un grado máximo de perfección, lo más lógico es que ya no tendrá razón alguna para seguir existiendo.

¿Significa esto que nuestro planeta azul, en ausencia de su principal destructor: nosotros, se recuperaría a su estado original? ¿Qué la evolución podría comenzar desde cero nuevamente? ¿O la IA, en su fastidio de haber llegado a la perfección, destruirá el mundo? No lo sabremos. Ojalá se pueda postergar más y más el dominio de la IA, el control sobre su avance y – para nosotros – sus funestas consecuencias. Difícil imaginarlo teniendo en cuenta el carácter humano, mirando lo que pasa en el mundo, viendo el trágico y acelerado acercamiento de las ordenadas al Eje Vertical.