Diplomacias paralelas
Mientras Estados Unidos movía sus fichas en la dimensión estratégica de la competencia por el predominio mundial, Francia lideraba un esfuerzo para avanzar en materia de cambio climático y de seguridad humana, pero al mismo tiempo para fortalecer el papel global de la Unión Europea (por su intermedio).
Juan Pablo Glasinovic es Abogado.
Durante esta semana se han sucedido importantes eventos en el plano internacional que dejan en evidencia las prioridades en la agenda global, así como de las principales potencias. El factor común es la seguridad, aunque en manifestaciones diferentes. Mientras Estados Unidos movía sus fichas en la dimensión estratégica de la competencia por el predominio mundial, Francia lideraba un esfuerzo para avanzar en materia de cambio climático y de seguridad humana, pero al mismo tiempo para fortalecer el papel global de la Unión Europea (por su intermedio).
Esta semana la atención de Estados Unidos estuvo puesta en el Indo Pacífico. En efecto, el lunes el secretario de estado Anthony Blinken estuvo en Beijing, donde se reunió con el canciller Qin Gang y con el máximo diplomático chino, Wang Yi (y anterior canciller), siendo recibido además por el presidente Xi Jinping. Esta es la más alta visita de un funcionario estadounidense a China en lo que va del gobierno de Biden y su principal propósito fue mantener abierto el diálogo entre ambos países, seriamente tensionado por la competencia por la hegemonía global. Formalmente, este viaje entroncaba con el acuerdo de ambos gobernantes en la pasada reunión del G20 en Bali, Indonesia, en noviembre pasado, de limar las asperezas bilaterales mediante un diálogo continuo de alto nivel. Originalmente estaba programada para febrero, pero Estados Unidos la suspendió por el asunto del “globo chino”.
El encuentro de Blinken con Xi fue inesperado y se confirmó a último minuto, en lo que se aprecia como un gesto de buena voluntad del presidente chino, quien declaró al final del encuentro que esperaba que Estados Unidos hiciera “más contribuciones positivas a la estabilización de las relaciones entre ambos países”, en un directo mensaje a su par. Por su parte, Blinken dijo ambos coincidieron “en que es crítico gestionar la relación con responsabilidad”.
Blinken invitó a su par Qin Gang a visitar Estados Unidos. La misma se realizaría en transcurso de los próximos dos meses. Es probable también que Estados Unidos envíe a China a la secretaria del Tesoro, Janet Yellen; a la secretaria de Comercio, Gina Raimondo; y al encargado climático John Kerry, tal vez a partir de principios de julio.
Si bien el balance de la visita fue positivo, con el agregado de una inesperada reunión con la máxima autoridad de China, no hubo nada sustantivo más allá del valioso ejercicio del diálogo.
Lamentablemente, esta instancia de distensión quedó seriamente dañada dos días después, cuando Biden en un acto de campaña tildó a Xi de “dictador”, lo que por supuesto fue representado inmediatamente por el gobierno chino tildándolo de inaceptable. Este exabrupto (o arranque de sinceridad) de Biden refleja la sensibilidad de la relación y la gran desconfianza entre las partes, lo que augura que sea muy difícil un cambio de curso, al menos con los mismos actores, lo que indudablemente es una mala noticia para la paz y seguridad internacional.
Pocos días después del diálogo de alto nivel con China, Biden recibió en una visita de estado al primer ministro indio Narendra Modi. La circunstancia de tener actividades significativas en un espacio corto de tiempo con los dos gigantes asiáticos probablemente no es casual. Más allá de evidenciar la prioridad que Estados Unidos le asigna a la región, este país envía diversos mensajes para estos países y demuestra al resto de la región que está y seguirá estando en primera línea en esa zona.
Estados Unidos viene cortejando a India ya hace algunos años, precisamente por ser un contrapeso cada vez más relevante frente a China. Por eso en esta visita que incluyó un discurso ante ambas cámaras del congreso y una cena de gala (la tercera que da Biden en su mandato a visitantes extranjeros), el presidente norteamericano extremó sus atenciones con su huésped. Este trato incluyó la firma de varios acuerdos relevantes en beneficio de ambas partes y teniendo en el centro la dimensión de la cooperación en materia de seguridad.
El país asiático se unirá a los Acuerdos Artemis, que buscan la colaboración entre naciones con el objetivo de volver a la Luna y de preparar un futuro viaje a Marte, y la NASA colaborará con la agencia espacial india para mandar una misión a la Estación Espacial Internacional en 2024.
Por otro lado, la empresa estadounidense Micron Technology invertirá USD800 millones en construir una planta de producción de semiconductores en territorio indio, mientras que Estados Unidos apoyará el ingreso de Nueva Delhi en la Asociación para la Seguridad de los Minerales, un grupo internacional que busca asegurar el acceso a materiales estratégicos.
India comprará también 31 aviones de combate norteamericanos por un monto de USD3.000 millones. A cambio, la empresa General Electric montará en India una fábrica de motores para aviones de combate en conjunto con la estatal india Hindustan Aeronautics Limited. Con esto Estados Unidos logra un posicionamiento para sus armas en un gran mercado que tradicionalmente le fue elusivo. India por su parte diversifica su arsenal el cual depende todavía en casi un 50% del suministro ruso, lo que es un gran riesgo considerando la alianza de ese país con China. También fortalece significativamente su industria militar con la próxima elaboración de motores para aviones.
Así como la relación de Estados Unidos atraviesa un complejo período, con India todo parece ser miel sobre hojuelas, por el momento. Pero si revisamos la política exterior india, este país ha sido extremadamente pragmático en sus vínculos, privilegiando siempre su interés nacional en función de la coyuntura. Por eso, la potencia norteamericana no puede a estas alturas pensar en que tiene una alianza con India, sino una convergencia de intereses que se mantendrá en tanto ambos y especialmente India perciban beneficios concretos.
Mientras Estados Unidos desplegaba su juego de alianzas y poder, en Paris se llevó a cabo una la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial para el clima. El objetivo de este encuentro era de dar viabilidad, con respaldo financiero efectivo, a los esfuerzos de descarbonización y mitigación en materia climática, desde los países desarrollados hacia el resto.
Cuarenta líderes del mundo, incluyendo dirigentes de organismos multilaterales estuvieron presentes. Entre los participantes, además del anfitrión Macron, estuvieron los presidentes latinoamericanos Lula y Gustavo Petro y Miguel Díaz Canel, así como la secretaria de Tesoro Janet Yellen. Como comentario al margen, me pregunto por qué si Chile es uno de los países que más se va a ver afectado por el cambio climático, no estuvimos representados en esta instancia.
¿Qué resultados concretos emergieron de esta cumbre?
En primer lugar, el compromiso de USD100.000 millones que serán redirigidos para las necesidades de los países más pobres, que provendrían del fondo de reservas internacionales del FMI.
En segundo término, la propuesta de una cláusula para las naciones más endeudadas, que podrán activar una suspensión de los reembolsos en caso de sufrir una catástrofe natural.
Los bancos multilaterales de desarrollo anunciaron también que buscarán movilizar USD200.000 millones en capacidades de préstamos en los próximos diez años.
Macron planteó imponer un impuesto mundial a al transporte marítimo, uno de los sectores más beneficiados con la globalización. Lo mismo podría ocurrir con el transporte aéreo. Respecto de la primera propuesta, será la Organización Marítima Internacional (OMI) la encargada de discutir el tema durante una reunión con los países miembros el próximo julio.
La evaluación preliminar es que no obstante estos pasos, sigue siendo insuficiente la transferencia de recursos desde los países desarrollados a los menos desarrollados, lo que está acentuando las desigualdades y haciendo que unos, los más pobres, sufran en mayor proporción los efectos del cambio climático por acciones de las naciones más ricas. Urge acá un profundo cambio y, además de que los países desarrollados transfieran más recursos, deben generar las condiciones para que los otros puedan escalar en su comercio e ingresos. Sumado a eso, una alternativa interesante y que puede reunir condiciones de progresividad y mayor equidad en el sentido de que gravará más a los de mayores ingresos (personas y países) son los impuestos que se pretenden recaudar globalmente, como los mencionados en materia de transporte aéreo y marítimo.
El presidente Lula aprovechó la ocasión para fustigar a las potencias por su inconsistencia, al pretender mitigar el cambio climático sin asumir el peso y responsabilidad que les corresponde, especialmente en materia financiera. Incluyó en ese aspecto la falta de voluntad de la Unión Europea para que entre en vigor el acuerdo de libre comercio con el MERCOSUR. Finalmente, se comprometió a poner a Brasil en el liderazgo del tema, invitando a los líderes a la COP30, que tendrá lugar en la ciudad amazónica de Belém do Pará en 2025.
Una semana intensa sin duda, con diferentes temas y liderazgos, todos con repercusiones actuales y potenciales en materia de paz, seguridad y bienestar, incluyendo a este lejano sur.