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31 de Julio de 2023

Sic Transit Gloria Chilensis

Serán mucho más los aplausos que los reproches. Reproches de nula importancia en el legado que nuestro Presidente pretende dejar.

Por Tomás Szasz
Mayoría tan fugaz, como cumplir las promesas que de forma engañosa conquistaron las mentes de los votantes. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Apliqué a nuestro país el viejo proverbio romano: “Así pasa la gloria de Chile”. Me refiero a lo efímero, breve que resulta la esperanza que la gente deposita en sus futuros gobiernos cuando vota por ellos; lo poco que dura la gloria de un partido o una coalición que ganó la simpatía de la mayoría. Mayoría tan fugaz, como cumplir las promesas que de forma engañosa conquistaron las mentes de los votantes.

Nuestro Presidente y su Gobierno es el ejemplo más elocuente desde la vuelta a la democracia del desengaño que están sufriendo los que lo votaron. Por lo menos, eso se desprende de las encuestas, de las noticias en los medios y la opinión de “la calle”. Todo empeoró desde que Boric asumió en un país ya de por sí tan conflictivo que él no tiene la capacidad de revertir. Heredó la desocupación, la falta de inversión y productividad, malheridas no solo por el 18/10 y el Covid, sino por justamente la muy negativa oposición del que formó parte, si no liderazgo. Heredó un Estado altamente burocratizado, administrado por la friolera de 24 ministerios (EE.UU., por ejemplo, solo tiene 17) y centenares de miles de empleados públicos (a los que no tuvo mejor idea que agregar otros cien mil) en un país cuya fuerza laboral es menos que el 50% de su población: unos nueve millones, incluyendo medio millón de improductivos funcionarios/as, para que cinco millones de menores y otros tantos adultos mayores – solo la mitad afiliado o pensionado – puedan sobrevivir.

En la última semana de julio el Presidente golpeaba su pecho por la reducción de la pobreza. Una pobreza mal medida por estadísticas mal empleadas y una reducción que no es resultado de más productividad o incremento de remuneraciones, sino de los nuevos bonos que el Estado entrega a los más vulnerables. El oficialismo lo llama “mejor distribución de las riquezas”; en la realidad yo lo llamaría Neverland, el país de los/las “sobrinos/as” del poder de turno. ¿Qué otra prueba se necesita que el reciente dictado de la Contraloría, declarando ilegales a 29 de las 34 fundaciones en 2023, inventados para los amigotes del mando, en compensación de su ausencia de las esferas del poder? Estas dádivas de ¡TRECE MIL MILLONES! de pesos son solo la punta de iceberg que se está develando y que resultará en la corrupción oficial más grande de nuestra historia.

Dentro de unas siete semanas se pretende rememorar pomposamente el 50° aniversario del golpe militar contra un gobierno cuyos pasos el actual parece desandar cada vez más. Gobierno que se hizo preso de los comunistas, que espantó la inversión extranjera, que causó una inflación inmensa y al final gatilló lo que ocurrió. Lamentablemente, no hay nada para celebrar, nada para gastar más de un bolsillo roto y empeorar aún más la división y el odio que nos está llevando a pasos acelerados hacía un régimen de ultraderecha y una Constitución peor que la existente (o, más probable, su rechazo, anhelado precisamente por el conservadurismo).

Mientras el Legislativo y el Ejecutivo se pierden en una maraña de peleas enanas que no hacen más que aumentar la inseguridad y llevar al total repudio de los políticos de cualquier color, el Presidente se empeña en confundir al mundo libre con sus absurdas y sin duda infantiles contradicciones: por un lado suplica a los inversores que traigan su capital a Chile y a continuación condena a muerte al capitalismo… ¿Habrase escuchado semejante incoherencia absurda, pronunciada en menos de 48 horas a los oídos europeos? ¿Alguien en sus cabales traería su dinero arriesgándolo, después de lo que nuestro mandamás dijo?

Duele en el alma no poder contar algo mejor del tránsito de la gloria chilena. Evidentemente es muy difícil para un gobernador cambiar el rumbo que pregonó para llegar a serlo. Sin embargo, si ese rumbo resulta erróneo, seguirlo es realmente criminal, pues se trata de la vida, el futuro, la felicidad de casi veinte millones de compatriotas. Si Gabriel Boric piensa que insistir con sus compromisos, contraídos del brazo comunista vale más que el desarrollo de su país, entonces nos queda muy poca esperanza para los próximos años.

La gloria es para los valientes; los audaces que tienen la capacidad y coraje de reconsiderar sus errores y enmendarlos. Serán mucho más los aplausos que los reproches. Reproches de nula importancia en el legado que nuestro Presidente pretende dejar.

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