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Actualizado el 6 de Agosto de 2023

Elecciones a la vuelta de la esquina en Ecuador

Por Juan Pablo Glasinovic
Estos comicios encuentran al país en una profunda crisis de inseguridad originada en las bandas criminales vinculadas al narcotráfico. Foto: @LassoGuillermo
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Juan Pablo Glasinovic es Abogado

En mayo, el presidente Lasso, con minoría en el congreso unicameral y acosado por crecientes problemas incluyendo un juicio político que amenazaba con su destitución, acudió a una figura constitucional para disolver el parlamento y cesar su período (lo que se conoce popularmente como “muerte cruzada”), lo que le obligó a convocar elecciones presidenciales y legislativas anticipadas como salida para renovar y oxigenar el escenario político ecuatoriano.

Estos comicios extraordinarios tienen por objeto completar el período gubernamental actual 2021- 25, por lo que las autoridades electas estarán en funciones por menos de 2 años (hasta mayo de 2025).
El itinerario electoral contempla la votación de presidente y congresistas el 20 de agosto y de ser
necesario, una segunda vuelta el 20 de octubre. La asunción presidencial será a fines de noviembre.

Son 8 candidatos y las encuestas indican que será necesaria una segunda vuelta. El sistema electoral ecuatoriano prevé dos vueltas para las presidenciales. Si ningún candidato supera el 40 % y 10 puntos de diferencia con el siguiente deberá celebrarse un balotaje.

Si bien la institucionalidad ecuatoriana respondió bien a la grave crisis política asegurando una salida en los términos señalados en la propia carta fundamental, el panorama para lo que será un breve interludio gubernamental, no es muy alentador.

El escenario es muy parecido a la campaña que derivó en las elecciones del 2021, incluso con varios candidatos que se repiten. Esto incluye la profundización de la degradación del sistema de partidos políticos, reemplazados por movimientos y alianzas circunstanciales en torno a la figura de caudillos, como el propio expresidente Rafael Correa (condenado penalmente y en exilio para evitar cumplir la sentencia).

El Partido Social Cristiano, que fuera uno de los ejes del sistema político ecuatoriano de las últimas décadas, por segunda vez no es capaz de presentar un candidato propio, lo que revela su debilidad
y refleja el estado general de las agrupaciones tradicionales.

Pachakutik, el movimiento político de tendencia indigenista, que en las elecciones pasadas sacó el tercer lugar en los candidatos presidenciales y se constituyó en la segunda fuerza parlamentaria por escaños, no concurre a ninguna alianza si bien apoyará a su anterior candidato Yaku Pérez que en esta oportunidad encabeza otra coalición.

De los 8 candidatos (van en binomio con quien aspira a la vicepresidencia), 4 son los realmente competitivos: Luisa González, Otto Solnnenholzner, Yaku Pérez y Fernando Villavicencio.

Luisa González fue congresista y ministra del trabajo con Rafel Correa y es muy cercana a él. Tanto así, que ha dicho que de resultar electa lo tendría entre sus asesores. Es la única mujer entre los candidatos, encabeza las encuestas y aspira a ser la primera mujer en llegar a la presidencia de la república. Su compañero de lista es Andrés Arauz, quien perdió en segunda vuelta contra Lasso y también leal correísta.


Una propuesta particular de esta candidatura es esbozar la posibilidad de convocar a una asamblea constituyente para hacerse cargo de las fallas sistémicas que han quedado en evidencia en los últimos años, sin dar más luces que eso.

Otto Solnnenholzner fue vicepresidente con Lenín Moreno y partió la campaña con una buena evaluación, pero se ha ido desinflando. Ocupa el segundo lugar tras Luisa González, con un 13% de
la intención de voto, frente al 30% de la primera.

Yaku Pérez como ya se mencionó, también fue candidato en la elección pasada y salió tercero. En esta campaña los sondeos también lo ubican tercero, pegado a Solnnenholzner. Es un líder indígena muy activo en temas comunitarios y ambientales, especialmente en lo que se refiere a la protección de ciertas zonas contra la actividad minera. Sin perjuicio de estar en una buena ubicación, su posición es más débil que en la anterior elección porque él se ha distanciado de su círculo anterior y también porque la relación entre el movimiento Pachakutik y la Confederación Nacional Indígena del Ecuador (CONAIE) está en un mal pie. Eso explica que vaya en una coalición sin Pachakutik, a pesar de que este movimiento le ha dado su respaldo.

Fernando Villavicencio es un exparlamentario y su compañero de fórmula fue vicepresidente del parlamento. Está cuarto en las encuestas.

A un mes de las elecciones, 60% de los electores declaró estar indeciso sobre quién votar. A nivel parlamentario, de los 137 asambleístas vacados, 70 se vuelven a presentar en estas elecciones.

Estos comicios encuentran al país en una profunda crisis de inseguridad originada en las bandas criminales vinculadas al narcotráfico. En sólo seis años se han quintuplicado las muertes. La política no está exenta de esta realidad; ya son varios los políticos que han sido asesinados en los últimos meses. Por eso, en todos los programas, este tema ocupa un lugar central.

También está la situación económica y social, con una tasa de pobreza que ha aumentado al 27%, especialmente en las zonas rurales.

De acuerdo con los patrones de clasificación política más clásicos, al igual que en la elección pasada, el espectro de la izquierda es el que tiene las mejores opciones, tanto en el ámbito presidencial como parlamentario. La duda es si nuevamente el anti-correísmo será decisivo para evitar que esa alternativa llegue al poder. En la anterior elección Guillermo Lasso ganó no por su propia adhesión, sino por el voto contrario al representante de Correa (Arauz).

En esta oportunidad podría ser distinto ya que se tratará de un período presidencial muy corto, sin espacio más que para las urgencias con lo cual lo más probable es que sea un gobierno de administración, y además porque es primera vez que hay una candidata mujer con reales posibilidades de ganar (casi duplicando a quien le sigue en las encuestas).

Junto con las elecciones presidenciales y legislativas, habrá algunas consultas populares entre la que destaca aquella sobre la prohibición de explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní, la cuál es la primera consulta solicitada por la ciudadanía en la historia del país. En ese hito Yaku Pérez jugó un papel importante.

En la actualidad hay una explotación petrolera en un área de una zona protegida de la selva, que destaca por ser una de las zonas con mayor biodiversidad del mundo, de la cual se extraen 55.000 barriles al día, lo que representa alrededor de USD1.200 millones anuales para la economía nacional. La alternativa presentada es cesar para siempre esa extracción y consagrar la protección del sector.

Será sin duda una decisión trascendental que no solo marcará la agenda ambiental y política local,
sino que repercutirá en todo el vecindario amazónico, el cual enfrenta un auge de la minería legal
e ilegal y que está causando un gran daño ecológico.

En momentos de aumento de la pobreza y dificultades económicas se hace más difícil prescindir de recursos petroleros que ya fluyen y que constituyen una parte relevante del PIB. Pero los que están a favor de cerrar esta explotación dicen que nunca será un buen momento y que la crisis climática no admite más dilaciones, y que seguir carbonizando la economía aumentará los perjuicios y sus costos muy por sobre los beneficios temporales de seguir con la extracción.

En suma, faltando poco para las elecciones todavía hay mucha indecisión y no hay claridad que se vaya a configurar un escenario muy distinto, en cuando a fuerzas políticas, al anterior. Para bien o para mal, la brevedad del período que se viene dejará muy poco espacio para impulsar medidas o cambios relevantes más allá de las prioridades esbozadas. Quien acceda al poder tratará de asegurar su continuidad, lo que podría jugar a favor del populismo, pero también en contra en un país que ya lleva años en esa dinámica.

Un signo preocupante es la disolución de los partidos con estructuras no vinculadas a caudillos. Este período puede ser una buena oportunidad para tratar de romper la polarización existente y cambiar los ejes de la dinámica política. Hay ahí un tremendo desafío compartido por todo el espectro político. Si ello no sucede, entonces no será más que un interludio hacia una crisis mayor.

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