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Actualizado el 15 de Septiembre de 2023

Alianzas en el Indo Pacífico

Lo que está claro es que se trata de un escenario muy dinámico y si solo hace unos años parecía que Estados Unidos se retiraba de la región y China consagraba su ascendencia, hoy la nación norteamericana está de vuelta pero esto podría volver a variar con las elecciones del 2024 y el posible retorno de Trump o de un republicano con ideas similares.

AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Juan Pablo Glasinovic Vernon

Juan Pablo Glasinovic Vernon es Abogado.

Sabemos que en el Indo Pacífico se definirá en buena medida la dirección y características del sistema internacional. Ahí confluyen los países más poblados y de mayor PIB del mundo, así como buena parte del poderío militar global.

Con el advenimiento del presidente Obama en Estados Unidos y una China más asertiva además de económicamente más fuerte, comenzó una fase de competencia más agresiva entre ambos países. Hasta entonces Estados Unidos no veía a China como un estado en condiciones de disputar el liderazgo mundial por la brecha económica y militar que los separaba, no obstante el espectacular y sostenido desarrollo chino.

Durante la presidencia de George W. Bush y tras el atentado del (otro) 11 de septiembre, el énfasis estuvo puesto en el Medio Oriente, y durante casi una década Estados Unidos destinó un gigantesco esfuerzo político y militar hacia esa región en desmedro de su rol global. Durante ese período, el resto del mundo siguió su curso y China que venía de una política exterior de bajo perfil (enfocada en insertarse internacionalmente y evitar el aislamiento privilegiando el comercio y la cooperación) impulsada en su momento por Deng Xiaoping y seguida por sus sucesores Jiang Zemin y Hu Jintao empezó a cambiar en el segundo mandato de Hu que coincidió con Obama, adoptando definitivamente otro perfil con la asunción de Xi Jinping en 2013.

Con Xi Jinping se impulsó una política exterior más abiertamente reivindicacionista, para resarcirse del oprobio y de los perjuicios que sufrió China durante lo que denominó como el “siglo de la vergüenza”, período entre las guerras del opio y el triunfo de la revolución comunista, durante el cual el país estuvo dominado por otras potencias, incluyendo a las occidentales.

Obama percibió este cambio estratégico y consideró que esto significaba la amenaza más importante para el liderazgo estadounidense y la seguridad de su país en las décadas venideras. Por eso impulsó lo que se conoce como la política “giro hacia Asia” (Pivot to Asia), es decir priorizó al Indo Pacífico en la agenda estadounidense con un despliegue en varios frentes: revitalizar y profundizar los acuerdos de seguridad con los aliados históricos en la región e incorporar nuevas alianzas, así como potenciar el intercambio comercial y las inversiones entre los países de la región bajo el liderazgo estadounidense. Esto dio lugar a las negociaciones que derivaron en el TPP.

Esta pugna más álgida que se desató entre Estados Unidos y China con Obama y Xi tuvo repercusiones políticas internas en cada país. En el primero, se produjo un alineamiento entre demócratas y republicanos que ha persistido hasta hoy y que ha condicionado la agenda norteamericana tanto externa como doméstica, posicionando a China como una amenaza existencial. En China los sectores nacionalistas parecen haber tomado las riendas del poder.

La mayor asertividad china, que se comenzó a manifestar con sus vecinos especialmente en el Mar del Sur de la China, generó preocupación en estos países y facilitó la aproximación y posicionamiento de Estados Unidos, como elemento de contención ante China.

Sin embargo, la elección de Donald Trump alteró profundamente la dinámica del “giro hacia Asia”. Este en uno de sus primeros actos de política exterior retiró a Estados Unidos del TPP e impulsó una guerra comercial con China al mismo tiempo que se ponía marcha atrás a la iniciativa de su predecesor. En su lógica, Estados Unidos no podía seguir subsidiando al resto del mundo y países como Corea el Sur y Japón debían asumir su propia defensa o pagar por ella lo que correspondía.

Esta combinación de factores desconcertó a los países asiáticos, enfrentados a una China cada vez más poderosa mientras Estados Unidos voluntariamente se retiraba de la región. Ante esa disyuntiva, incertidumbre y a falta de alternativas, los países del área se vieron obligados a acercarse a China para no verse enemistados con ella.

Desde una perspectiva histórica, podría haberse pensado que se volvía a la dinámica de los estados tributarios, siendo China el centro del poder regional al cual se debía sumisión.

Pero la elección de Joe Biden significó una revitalización de la política hacia el Indo Pacífico. Quien fue vicepresidente durante todo el gobierno de Obama y estaba muy imbuido del diagnóstico del “giro hacia Asia”, convencido de que la única forma de contener a China y proteger a Estados Unidos y a la democracia mundial, era involucrándose más en la misma región.

Durante su período entonces ha habido un fuerte impulso a distintas dimensiones, incluyendo numerosos viajes a la región y la recepción de los líderes asiáticos más importantes en Washington. En materia de seguridad se han reforzado los lazos con Japón, Corea del Sur y Australia. Se han también revitalizado los vínculos con Filipinas. A eso se suma alianzas regionales de seguridad como AUKUS (Australia, Reino Unido y EEUU) cuyo propósito inmediato es elevar la capacidad militar australiana con el desarrollo de submarinos nucleares. También está el QUADS, esquema que excede la seguridad y que busca coordinar acciones en diversos ámbitos entre Australia, Japón, India y EEUU.

Desde el punto bilateral, sin duda que los hitos de la política norteamericana son el acercamiento a India y Vietnam y no es casualidad que el presidente Biden haya estado en ambos recientemente (en el G20 en el caso de India).

India es ya el país más poblado del mundo y su economía viene creciendo a tasas importantes. Por su tamaño, recursos y población, está en condiciones de disputar la hegemonía en el Indo Pacífico y contener a China. Tradicionalmente su política exterior ha sido muy pragmática siempre en función de sus intereses, manteniendo distancia de las grandes potencias, pero ahora la disputa fronteriza con China la ha impulsado a una alianza al menos táctica con Estados Unidos, que incluye la transferencia de tecnología militar.

En cuanto a Vietnam, este país se está convirtiendo en uno de los más dinámicos del Sudeste de Asia con un explosivo aumento de su comercio con Estados Unidos, además de recibir una porción creciente de las industrias que están dejando China por razones económicas o políticas.

La guerra con Estados Unidos es historia y China es vecino, por eso el interés vietnamita por estar en buenos términos con su antiguo enemigo.

Mientras Estados Unidos con Biden ha impulsado una activa política de acercamiento que incluye incluso a las usualmente ignoradas naciones isleñas del Pacífico, China parece haber perdido terreno. En parte se debe al debilitamiento de su economía que disminuye su influencia, pero en mayor medida creo que se debe al temor que ha generado su postura vecinal más agresiva, lo que ha impulsado a muchos gobiernos a aliarse con los norteamericanos.

A la fecha pareciera que Estados Unidos está logrando recuperar un rol protagónico en la región de la mano de una red de alianzas bilaterales o plurilaterales, alimentadas principalmente por el temor que genera China en materias de seguridad.

Desde la perspectiva China también pareciera que se está configurando el temido “cinturón sanitario” para aislarla, lo que podría incentivar posturas más duras de su parte y escalar.

Lo que está claro es que se trata de un escenario muy dinámico y si solo hace unos años parecía que Estados Unidos se retiraba de la región y China consagraba su ascendencia, hoy la nación norteamericana está de vuelta pero esto podría volver a variar con las elecciones del 2024 y el posible retorno de Trump o de un republicano con ideas similares.

Ante esa incertidumbre, países como Japón, India y Corea del Sur están tratando de diversificar sus redes y alianzas, particularmente en el Indo Pacífico.

Hay mucho en juego.

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