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Actualizado el 15 de Septiembre de 2023

La fiesta de todos

Independientemente de la interpretación del significado de estas fiestas, claramente es un espacio transversal, dónde las barreras sociales se derrumban al menos por un par de días, curiosamente una semana después de conmemorar el hecho que parece haber marcado la grieta de los chilenos

AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Guillermo Bilancio

Guillermo Bilancio es consultor de Alta Dirección.

La fiesta dieciochera parece ser un punto de encuentro, tal vez el único momento en el año donde al menos existen coincidencias alrededor de la chilenidad, aunque sea con matices.
Independientemente de la interpretación del significado de estas fiestas, claramente es un espacio transversal, dónde las barreras sociales se derrumban al menos por un par de días, curiosamente una semana después de conmemorar el hecho que parece haber marcado la grieta de los chilenos. Un día de desacuerdo profundo marcado por la histeria frente a la historia y un par de días de unidad.
Es difícil vivir en una sociedad que no cierra las heridas a partir del reconocimiento y que sólo se reúne en un momento festivo dónde aparecen tradiciones para algunos olvidadas y reemplazadas por el pisco y el terremoto, o con el viaje a Miami para otros. Pero al menos, algo de paz.

La pregunta que debemos hacernos, si queremos profundizar en la necesidad de lograr una convivencia verdadera y transversal es: ¿Qué nos une? ¿Acaso la fiesta de todos?
Es muy escaso el momento de unidad inconsciente, y son muchos los momentos de división conscientes.
Ante ese escenario, será un tema de reflexión para quienes gobiernan; para quienes opinan; para quienes tienen poder económico y político; y para quienes influyen, la necesidad de crear espacios comunes para que la fiesta de todos sea la convivencia de todos de manera cotidiana.
Pero, inmediatamente surge otra pregunta clave: ¿Como generar espacios de encuentro para involucrar y participar a la sociedad pacíficamente en las misiones mas importantes que tiene el país, como por ejemplo acordar una constitución justa o entender que el patrimonio de todos no debe dañarse, o reconocer hechos que afectaron a la democracia y dividieron a un colectivo social?

En Chile faltan puntos de encuentro, y ya no simbólicos sino físicos. Las barreras virtuales de Skármeta hay que derribarlas para crear espacios reales de convivencia y en esto se requiere un acuerdo desde la política y los que influyen en el poder de esta sociedad. Y claramente, esos espacios transversales están en la educación y en la salud.
Es imposible la convivencia social, la transversalidad y la equidad (no la igualdad) sin un espacio público en el que se eduque a la población más allá de las diferencias.
Y no es un tema de derecha o de izquierda, es un tema que excede la ideología.

Sin espacios comunes en la educación, la brecha social es abismal y con eso el descontento, la discriminación y la desigualdad programada.
La educación pública para todos debe ser la fiesta de todos. Un lugar de encuentro que la nueva constitución no debiese abandonar porque es un capítulo central para el desarrollo y el progreso. Si es que Chile aspira al progreso.

Sabemos que la transversalidad es un relato inconveniente cuando se duda en compartir espacios con el otro. Pero compartir es la esencia de una democracia sin peros y esa democracia participativa debe ser defendida desde la ley suprema, más allá de la tasa de impuestos o de los precios de mercado frente a una expropiación, que son temas que se transforman en leyes más cotidianas y cuya discusión en una constituyente es sin dudas una muestra de mezquindad y mediocridad.
La convivencia democrática, es la convivencia cívica a partir de acordar ejes comunes que rijan la vida cotidiana y pacífica de los ciudadanos. Por eso puntos de encuentro, por eso la educación como eje para comprender la relevancia de convivir pacíficamente alrededor de una ley que sea para todos. Más allá del tiempo.

La fiesta de todos, debiese ser todos los días. No depende de nadie más que de los propios chilenos que busquen esos espacios para compartir y desde allí promover la necesaria transformaciób cultural que conduzca a la evolución de la sociedad. Para todos. Y ese debiese ser el espíritu de una constitución que sea un verdadero marco filosófico para la sociedad, y no un manojo de leyes cortoplacistas a conveniencia de unos pocos.

Este es un año especial. De conmemoración y reflexión a medio siglo de una ruptura social que se debe enmendar. Un año para para que una nueva ley sea la unión.

Felices fiestas patrias.

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