Lo que callan las papas
Las papas callan todos los procesos por los que pasan antes de llegar a nuestros platos y solo nos dicen sus precios. Pero, es fácil malinterpretar el significado de los precios.
Bastián Romero es investigador de Fundación para el Progreso
“Seguramente a muchos de ustedes les afectó la colusión en el precio de medicamentos, en el papel higiénico, los pollos; las papas ahora”, afirmaba el presidente Boric hace unas semanas, siguiendo las mismas conclusiones apresuradas que sacó el ministro de agricultura, Esteban Valenzuela, sobre el alza del precio de las papas. ¿Por qué nuestros políticos son tan rápidos para acusar colusión? Es cierto que en Chile existen conocidos casos donde empresas con gran poder de mercado se han puesto de acuerdo para mantener sus precios altos. Pero, no tiene sentido concluir que cualquier alza de precio —por más repentina que sea— se deba a una colusión, ya que hay dinámicas de mercado que perfectamente podrían explicar lo que sucede. Lo más probable, y lo que debería ser la primera intuición de cualquiera que analice este fenómeno, es que las variaciones de precio son solo señales que simplifican la complejidad del mercado.
En julio de 2023, el precio de la papa marcó un alza anual de 44%, y durante la semana del 21 de agosto, el precio aumentó un 46% adicional. Ante esto, el ministro Valenzuela dijo que las alzas «no tienen ninguna razón que las explique», ni siquiera las lluvias que hubo por esos días porque la papa ya estaba cosechada y guardada.
Sin embargo, el análisis del ministro deja que desear, pues el que las papas no se hayan mojado no quiere decir que otras partes en la cadena de producción no se hayan visto afectadas por las precipitaciones. La cadena de transporte de las papas desde los campos hasta las ferias libres, por ejemplo, se atrasó temporalmente, lo que incrementó los costos para los productores. Además, los mismos productores de papa podrían ser productores de otras siembras que sí se estropearon a causa de las lluvias, por lo que buscarían compensar sus pérdidas subiendo el precio de las papas. Más aún, es difícil que las alzas de precios en cuestión hayan sido orquestadas, ya que en el mercado de la papa existen muchos agentes pequeños que compiten entre sí, donde el productor más grande del país no llega a abarcar el 1% de la industria.
La papa lleva años haciéndose más escasa. El presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Antonio Walker, explicó que por cinco o siete años los productores de papas tuvieron rentabilidades muy bajas e incluso negativas porque la alta oferta de papa en el mercado lograba que sus precios fueran bajos. Aquellos precios sirvieron como una señal que indicaba a los productores que les sería más conveniente producir otro alimento. Por ello, la superficie de siembra de papas disminuyó 41% en la última década, y su producción cayó 18% en la temporada 2022-2023 según cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA). Ahora que las papas subieron de precio, la rentabilidad de producirlas sería mayor. Así, los precios funcionan de nuevo como una señal que incentivaría su cultivo y, por ende, aumentaría la oferta de papa, bajando los precios.
La subsecretaria de agricultura, Ignacia Fernández, agregó que es difícil entender las decisiones de los distintos intermediarios en la cadena de producción de la papa. Afortunadamente, no necesitamos entender esas decisiones ¿Se imaginan lo tedioso —por no decir imposible— que sería investigar por qué las papas cuestan lo que cuestan cuando las compramos en la feria? Para entender las decisiones de cada uno de los agentes de esa cadena productiva tendríamos que saber qué costos enfrentan el feriante, su distribuidor, su vendedor mayorista, el transportista, el agricultor, el que le vende las semillas, etc. La lista sigue. Pero, nada de eso nos importa cuando compramos papas para comerlas, solo nos importa el precio, pues este ya contiene toda esa información.
Las papas callan todos los procesos por los que pasan antes de llegar a nuestros platos y solo nos dicen sus precios. Pero, es fácil malinterpretar el significado de los precios. Uno podría pensar que la razón por la que estamos comiendo menos papa que antes es que éstas se han vuelto más caras. Sin embargo, la verdadera razón es que no hay suficientes papas para que todos las consumamos en abundancia. O sea, como todo bien y servicio, las papas tienen cierto nivel de escasez, y sus crecientes precios solo son los encargados de transmitir esa información.