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6 de Enero de 2024

Viaje a Berlín

AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Enrique Morales Mery es Cientista Político

La invitación de la Fundación Konrad Adenauer, que reunirá en Alemania a Amarillos, Demócratas y
Renovación Nacional,
adquiere un sentido y alcance fundamental. Lo adquiere por los que van y por los que se quedan; igualmente es un punto de cambio, reflejo de la nuevas y antiguas fuerzas que invitan a repensar el centro político y la importancia de las coaliciones centrípetas. No es una reunión más, no lo es porque marca justamente el comienzo de una reflexión necesaria.

La ausencia de la Democracia Cristiana no es gratuita y se comprende a partir de un marcado alejamiento de esta colectividad respecto a promover cambios sin ruptura. El compromiso por lo social no puede entenderse sin considerar la valoración de los acuerdos, la gobernabilidad democrática, el gradualismo y la moderación. La capacidad de generar convergencia y construcción de mayorías perdió fuerza y dio paso a un partido sin capacidad de convocatoria y con un relato de corto alcance, contingente y cuya ruta de ideas y acciones se fue articulando desde la izquierda. El surgimiento de facciones fue un síntoma temprano de los elementos divisivos que propendían a la búsqueda de alianzas diversas y contrapuestas. Justamente este proceso ineludible marcó en gran medida el vacío transitorio del centro político y la necesidad de repoblarlo con un discurso consistente.

Ese discurso consistente requería tener una voz clara frente a la violencia política, frente al extremismo, frente a la imposibilidad de disentir. Ser parte de una alianza gobernada por el pragmatismo electoral, por la ambigüedad frente al lado torvo del estallido o por dos almas que no concuerdan respecto a la interpretación de la historia reciente genera costos. El centro político hoy retoma la valoración de una historia que va más allá de un partido en particular; el trasfondo de significado al que acudimos para superar las crisis, para entender los desacuerdos profundos y para articular una democracia desde la diversidad ha vuelto a emerger con Amarillos y Demócratas. Son fuerzas políticas que han tomado distancia del Octubrismo y de la crítica a los 30 años; fuerzas que han recogido la importancia de compartir, de concertar desde bases comunes no radicalizadas ni disruptivas. Ciertamente están en una etapa formativa, de crecimiento y adaptación, una etapa también que exige visualizar la potencialidad de nuevos espacios de alianza, de leer correctamente la ampliación necesaria de las fuerzas centrípetas.

Renovación Nacional aparece desde esa lógica, transitando también un camino para confirmar su vocación de partido de centroderecha, actor importante para la democracia de los acuerdos y actor
relevante para mantener la estabilidad política y la gobernabilidad democrática. Acercarse a posturas extremas o apoyar una candidatura alimentada por un personalismo confrontacional los aleja de las bases comunes centrípetas. El viaje a Berlín es una oportunidad para consolidar la construcción de un espacio que no dependa de la oscilación extremista, de la tensión improductiva de todo suma cero. En el espacio de la centroderecha Evópoli está viviendo su propio viaje sin ir a Berlín, su propia reflexión. Defender los valores del liberalismo, de la diversidad y los universales de la democracia se torna crucial y ello no puede quedar entre paréntesis para definir un balotaje.

Berlín es una ciudad simbólica, reflejo del dolor y el horror de las divisiones no democráticas, de la
irracionalidad de la violencia,
del contrapunto entre una dictadura y una democracia. Berlín es un lugar que suscitó a su vez la reacción de una ciudadanía activa y consciente, una ciudad que pasó de la división a la fraternidad. Alemania vivió los errores y horrores de todo extremismo, de toda ruptura destructiva y supo reconectar con valores que trascienden y permanecen para recordar el verdadero propósito en sociedades complejas, diversas y democráticas.

Más allá de los alcances de un viaje concreto hay una historia país por escribirse, hay un Chile que también espera por reencuentros, por un futuro común forjado desde la amistad cívica, desde fuerzas centrípetas conscientes de las bases comunes que desarrollan, construyen, reconcilian y posibilitan puertas y no muros.

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