¡Ecuador ya llegó! Botón de pánico en La Moneda

Varios hombres armados y encapuchados entraron en las instalaciones de TC Televisión de Guayaquil Ecuador, el martes 9 de enero mientras transmitía en vivo de uno de sus noticieros. En las imágenes se vieron a los criminales apuntando con pistolas, a periodistas y camarógrafos, mientras se escuchaban gritos.

A eso se sumó un caos en el principal puerto de Ecuador, y en varias otras ciudades del país. Los delincuentes salían de las cárceles, disparaban a autos de la policía, universidades, atacaron un mall a balazos e incluso un colegio de niños. Era una demostración de fuerza, hacia el Estado; este país ya no lo controlaban las fuerzas policiales, sino el crimen organizado y el narcotráfico.

Las autoridades están convencidas que detrás de esta ola de violencia está las disputas entre pandillas por controlar las cárceles, así como también las rutas de narcotráfico a nivel nacional e internacional para poder garantizar la venta de drogas.

El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, de 35 años y sólo dos meses en el poder señaló: “Que hay que tratar a los terroristas como terroristas. No vamos a negociar con ninguno de ellos. Se declaró Estado de Guerra Interna avalada en plenitud por el Congreso (Asamblea Nacional)”. Incluso, el ex presidente Correa exiliado en Ecuador, de izquierda y opositor a Noboa, lo respaldó sin condiciones.

El pánico no estuvo sólo en el set de televisión de Guayaquil, sino también penetró en los pasillos en los pasillos de La Moneda. El subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, reaccionó de manera inmediata, intentando tranquilizar a la población, y dijo que en “Chile tenemos crímenes organizado, pero no cárteles de la droga”. La ministra del Interior también advirtió “que en nuestro país había un total control de las cárceles”.

Frente a estas afirmaciones debemos preguntarnos: ¿Es tan así?

Los datos nos indican que estamos viviendo un aumento creciente de los delitos y las organizaciones criminales, las que están marcando territorio, dejando resto de cuerpos de los asesinados, en lugares visible en una evidente primera fase de control del territorio y marcando límites de sus áreas de influencia. Y esto lo confirman hechos inquietantes, como la última semana de 2023, registró un mayor número de muertes por homicidios que por accidentes de tráfico.

Por otro lado, el descontrol migratorio ha traído a nuestro país nuevas formas de criminalidad. El narcotráfico en particular, tras utilizar nuestro territorio como un lugar de paso, ha ido transformando a Chile en un mercado consumidor.

Otra situación que ha favorecido este fenómeno fue la situación de desborde vivida a partir de octubre de 2019, no sólo porque sectores políticos legitimaron la violencia, sino porque además obligó a concentrar esfuerzos de las policías en la recuperación del orden público, lo que fue aprovechado por las bandas delictuales para extender su control territorial en las periferias.

Y cabe hacerse la pregunta: si en Chile viviéramos una situación similar, ¿tendríamos el apoyo de todas las fuerzas políticas, para declarar un Estado de Guerra interna, avalando a nuestras FFAA para que actúen, con respaldo institucional para reestablecer el orden público?

Al Gobierno lo golpea además su reducida credibilidad, efectos de sus actitudes pasadas y de decisiones tan nefastas como los indultos a “presos de la revuelta.

Según organismos internacionales, Chile es el primer consumidor de marihuana y cocaína. Un informe de la ONU señala que el Puerto de San Antonio es uno de los lugares de mayor exportación y tráfico de cocaína.

Para enfrentar de manera anticipada una situación como la de Ecuador, necesitamos: decisión, organización, inteligencia y convicción. Ninguno de esos factores se aprecia en el gobierno, además de una ausencia de consenso entre el oficialismo y la oposición, de como enfrentar la violencia creciente en nuestro país… Sólo queda apretar el botón de pánico.