Palabras vs palabras
Los últimos cuatro años entregaron Chile al narco. Ni los políticos, ni la justicia, ni la oposición tienen plan y, al parecer voluntad, a cambiar radicalmente las cosas.
En la tarde del 13 de enero escuché con espanto una muy sólida, documentada y concisa exposición de Tomás Mosciatti en la televisión. Trató de resumir todas las tragedias que Chile está viviendo hoy pero, evidentemente, no le alcanzó el tiempo; necesitaría horas para tal propósito. Y no dijo nada positivo, por la sencilla razón que no hay nada positivo: todo es negativo. Chile está al borde de un colapso histórico.
Y la noche del 14 leí la perorata del presidente Boric golpeándose el pecho por todas las cosas positivas (¿?) que en dos año hizo su gobierno, pidiendo más unidad de la izquierda en la “segunda etapa”, exigiendo que aquellas/os que discrepan, sepan callarse y tengan la disciplina suficiente para que él pueda llevar al cabo sus planes. ¿Qué planes? (Le gusta hacerse el dictadorcito…) De paso endiosó la figura de Teillier, uno de los personajes más funestos de nuestra política; uno que abiertamente llamó al levantamiento armado contra la democracia; uno que designó a Jadue como candidato presidencial: a un excombatiente yihadista, con varios juicios penales pendientes (que no avanzan por obvias razones…). Contemplé las fotos de Gabriel en mangas de camisa, saludando alegre y triunfalmente a noséquién en una pausa de su tratamiento sicológico y su agresiva actitud contra Israel, siguiendo el abierto antisemitismo de Allende, Daniel y su adorado Guillermo. Con solo pensar que el país tendrá que pagarle un sueldo vitalicio durante las próximas no sé cuantas décadas, me llena de amargura.
Así acude – naturalmente en forma personal y sin consultar al Parlamento – a la Corte Penal Internacional porque el país hebreo miserablemente atacado quiere exterminar a su agresor. “Vae victis”: Ay a los vencidos, dijo el conquistador de Roma; Boric se olvida que Israel no solo causa sino también sufre víctimas. ¿Quién mató centenares e hirió miles de israelíes? ¿Un virus o Hamás? ¿Acaso no lucha contra un bien equipado y entrenado enemigo? Como en todas las guerras – ya lo dije – siempre y lamentablemente mueren más civiles que soldados. Y esa es una guerra, que Israel no inició.
Soy confeso y convencido liberal del centro: soy enemigo acérrimo de cualquier dictadura, no importa su color. Considero que todos los extremos ideológicos abren el camino a ella; por eso considero tan dañina la actual administración: porque empuja a los electores a votar la otra punta del espectro político. Porque la extrema derecha promete mano dura contra el crimen, cambio de política económica con el consiguiente aumento de puestos de trabajo, progreso y productividad; pero al tiempo quiere eternizarse en el poder que puede derivar en otro “Bukeleismo”.
Coincido modestamente con mi famoso tocayo: creo que ya es tarde. Los últimos cuatro años entregaron Chile al narco. Ni los políticos, ni la justicia, ni la oposición tienen plan y, al parecer voluntad, a cambiar radicalmente las cosas. Lamentablemente, como insinuó Mosciatti, muchos miembros del gobierno, del parlamento, del poder de justicia y de fuerzas de orden son sospechosos de ser consumidores; sospecha que se apoya en que nada se hizo para controlarlos. Mañana seremos nosotros los vencidos, se nos aplicará a nosotros el “Vae Victis”, porque el crimen, la droga y la consecuente miseria están a menos de un paso de apoderarse del país. Solo pregunto: ¿qué hizo nuestro Presidente y en general la izquierda extrema para impedirlo? Nada, excepto presentar unas cuantas querellas semanales por los asesinatos, secuestros y otros crímenes que saturan nuestras peores pesadillas. No hay suficientes fiscales para siquiera elaborar apenas una lista de las querellas si es que realmente se presentan; pero difícilmente tengan tiempo a leerlas.
Boric no hizo nada más. Está siguiendo el camino de los Castro, Chávez, Maduro y Ortega; llegaremos pronto al punto donde el poder político y el narco serán socios inseparables. A estos pensamientos me llevaron las palabras de Tomás Mosciatti y nuestro Presidente.