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Actualizado el 29 de Enero de 2024

Financiar pensiones altas con pensiones bajas

Por Bastián Romero
AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Bastián Romero

Bastián Romero es investigador Fundación para el Progreso.

Actualmente, los chilenos aportamos el 10% de nuestro sueldo bruto a nuestra cuenta de ahorro personal. O sea, si ganas 100, ahorras 10. Y la propuesta del Gobierno intentaba incrementar ese ahorro a 16. Sin embargo, aunque la Cámara de Diputados aprobó la idea de legislar esa propuesta el miércoles pasado, rechazó el esquema de distribución de esos seis puntos adicionales que, contrario al deseo de la mayoría de los chilenos, destinaba solo 2,1 de esos puntos a cuentas individuales, 0,9 a un fondo que se reparte a las cuentas personales de los trabajadores con ingresos bajos, y tres a un sistema de reparto.

El problema con ese mecanismo es que, si bien mejoraría las pensiones de los actuales jubilados, lo haría a costa de las pensiones de quienes jubilarán en el futuro, sobre todo, a costa de la clase media. Según estimaciones publicadas por la Superintendencia de Pensiones, si la pensión de alguien que está jubilado hoy solo alcanza a cubrir el 60% del promedio del sueldo que esa persona tuvo durante los últimos 12 meses que trabajó, para alguien que se jubile en 2070, esa cifra podría solo ser el 47%.

Según la misma Superintendencia, la única forma de que la proporción entre lo que uno gana antes y después de jubilar suba en lugar de que baje para alguien de ingresos medios es que, el aporte adicional debe ir íntegramente a nuestras cuentas personales.

De hecho, si a eso último le sumamos otras reformas positivas, como políticas públicas que corten a la mitad los períodos en que las personas no aportan a su ahorro personal y modificamos el régimen de inversiones de las AFP para aumentar su retorno, una persona de 55 años que se hubiese jubilado con pensión de $300 mil pesos, podría subirla a $375 mil (+25%). Y si además posponemos la edad de jubilación 2 años para los más jóvenes, las pensiones se podrían más que duplicar para ellos.

En la legislación que se viene en el Senado, el oficialismo, probablemente, insistirá con cargarles la mano a los trabajadores de ingresos medios que se jubilarán en el futuro. Y, probablemente, lo hará con las mismas mentiras de siempre: que las pensiones de las mujeres son bajas porque se les calcula una expectativa de vida hasta los 110 años (en realidad, es hasta los 91); que el aumento de 6 puntos en el ahorro no tendrá efectos en el bolsillo del trabajador porque los financiará el empleador (en realidad, la evidencia económica dice que esos costos extra del empleador se terminan pasando, de una u otra forma, al empleado en el largo plazo).

Es clave que nuestros legisladores no se dejen llevar por esas mentiras y puedan reconocer uno de los grandes problemas de fondo, que es que las reformas que realmente necesitamos, como subir la edad de jubilación y acortar los períodos sin ahorro de los trabajadores, no son para nada el enfoque del proyecto propuesto. Resolver el problema de las bajas pensiones actuales haciendo que las futuras sean aún peores solo agranda el problema.

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