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Actualizado el 26 de Enero de 2024

Mundo Milei

Será interesante hacerse la pregunta acerca de si el mundo Milei es exportable a la región. No es Bolsonaro, ni Kast y ni siquiera Trump. Es otra cosa.

El gran dilema es que para ser revolucionario, hay que pensar en la segunda revolución para no quedar oxidado. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Guillermo Bilancio

Guillermo Bilancio es consultor de Alta Dirección

Cuando un discurso genera estupor y sorpresa por parecer pragmático, anacrónico y de avanzada según sea quien lo interprete, que también resulte grotesco y provocador al tratar a los líderes mundiales del mundo “occidental” como una “casta cooptada por el socialismo”, y como broche de oro poner en la misma bolsa a comunistas, nazis y socialdemócratas (como si Stalin, Hitler y Merkel hayan sido lo mismo), sin duda que es un aviso de quién está dispuesto a ser el protagonista que desafía límites, aún peligrosos.

Es entonces cuándo en un mundo dónde parece que la rebeldía revolucionaria cambia de color, aparece el mundo de Javier Milei. Así sucedió en Davos 2024.

Esa intención de llevarse “todo puesto” desde lo absoluto de una verdad revelada, recibe por un lado los aplausos y el beneplácito de referentes de la política o de los negocios tan controversiales como Donald Trump o el mismísimo Elon Musk, y por otro la incredulidad y sensación de atropello de quienes se sienten agredidos frente a una señal nada pacificadora de un mandatario que apuesta a ver el mundo desde su mundo. El mundo Milei.

Podemos estar de acuerdo o no con las excentricidades y actitudes desopilantes que aparentan mostrar posibles desequilibrios emocionales de Javier. Podemos entender que Javier no endulza los oídos para satisfacer a los complacientes, sino que más bien les pone bastante ruido. No es Armando Manzanero, es mas bien Marilyn Manson…

Por otra parte, queda claro que Javier, a pesar de citar a liberales y a libertarios del pasado, es el que ha sorprendido a la región con un discurso supuestamente extremo de derecha, pero que se ha transformado en un discurso revolucionario rebelde y por lo tanto joven, casualmente lo que la derecha de la región nunca pudo lograr.

Esta situación, quizás debiera considerarse como un replanteo de la política para una nueva generación en la que se promueve que el el individuo resulta más relevante que el colectivo social. Una realidad a tomar con precaución.

Tal vez ese planteo extremo del liberalismo que parece de siglos pasados, sea el que reviven los más jóvenes frente a la frustración de ese discurso comunitario que no dio respuestas, menos aún en estos tiempos dónde la inmediatez es la que domina al largo plazo. Como si no hubiese plazo…

Creo que debemos analizar el mundo Milei desde un concepto agnóstico de los ideales políticos, en la que ser liberal o libertario tiene forma propia. Porque Javier no es un liberal puro, pero tampoco el libertario como se conocían los libertarios que hablaban de autogestionarse frente al estado, frente al capitalismo y con espíritu solidario. En tal sentido, la definición que Javier hizo sobre él parece acertada: Un anarcocapitalista, con todas las contradicciones que esa definición conlleva.

Desde mi perspectiva, el Milei agnóstico, como todo agnóstico, acomoda toda religión a una propia inventada por el mismo.

La pregunta es si resulta necesaria esa postura para producir los cambios profundos, esos que requieren de sensatez, racionalidad y equilibrio…

Parece difícil hacer una ecuación entre estos tres conceptos en sociedades devastadas en lo político, en lo económico, en lo social y, especialmente en lo moral.

Cuando esos factores se juntan, aparecen razones para cambiar, pero es allí dónde se impone cuál es el mecanismo, el modo de provocar ese cambio.

Sabemos de la necesidad del pragmatismo, el que democráticamente es posible, pero el pragmatismo forzado generalmente promueve una fuerza contraria y eso es lo que alimenta al mundo Milei, el desafío de confrontar. A todo o nada. Tal vez una debilidad de la democracia liberal.

Pero en esa confrontación, y para mitigar el riesgo de quedarse sin nada, Javier deberá suavizar la propuesta dejando de lado la hemiplejia de hacerlo todo desde su aparente único modelo. Javier debe darse cuenta que hay modelos a integrar para lograr equilibrio económico, crecimiento y desarrollo social a partir de libertad de mercado, iniciativa privada y Estado eficiente preparado para apoyar antes que reprimir, a resolver antes que a prohibir…

Será interesante hacerse la pregunta acerca de si el mundo Milei es exportable a la región. No es Bolsonaro, ni Kast y ni siquiera Trump. Es otra cosa.

Pensar en un conservador popular que plantea extremos y que le da rebeldía a lo que antes era la “derecha” no parece menor.

El gran dilema es que para ser revolucionario, hay que pensar en la segunda revolución para no quedar oxidado.

Esta noticia, como se dice en los medios, sigue en desarrollo…

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