Segundo tiempo de Boric: desafíos y metas
Lamentablemente, el Gobierno no ha podido, o no ha sabido, cómo abordar los temas económicos de una forma más eficiente y eso, desde mi punto de vista, es el gran desafío para volver a encantar a la ciudadanía.
José Navarrete Oyarce es director del Magíster en Tributación de la Universidad Andrés Bello.
Ad portas de cumplirse dos años de mandato, el Gobierno del presidente Boric se enfrentará al “segundo tiempo” de su periodo. Esta nueva etapa, trae de la mano una serie de desafíos para la coalición de Gobierno, toda vez que la primera parte ha sido bastante compleja para la actual administración. Por una parte, heredaron una situación económica resentida, con un bajo crecimiento, desempleo preocupante, tipo de cambio alto y una alta inflación, explicada fundamentalmente por la gran liquidez durante la pandemia, a propósito de los retiros de fondos de pensiones y bonos dados durante esa época. Por otro lado, el rechazo del primer proyecto constitucional fue un duro golpe para el Gobierno, pues gran parte de los cambios propuestos durante la campaña se habrían visto facilitados si este texto hubiese visto la luz. Finalmente, el rechazo del último texto y, por ende, la continuidad de la Constitución vigente también puede ser interpretado como una derrota en la gestión gubernamental.
Por tanto, el panorama actual no es de los mejores. Lamentablemente, el Gobierno no ha podido, o no ha sabido, cómo abordar los temas económicos de una forma más eficiente y eso, desde mi punto de vista, es el gran desafío para volver a encantar a la ciudadanía.
A pesar de lo anterior, el Gobierno ha puesto su foco en el Pacto Fiscal y la Reforma de Pensiones. Existe evidencia internacional de que el aumento de impuestos, vale decir, hacer más gravosa la actividad empresarial, trae consigo una baja en la actividad económica. Laffer propuso la idea que una mayor tasa impositiva genera un desincentivo y, por lo tanto, los ingresos netos del Estado tienden a disminuir. A nivel local, este fenómeno se pudo evidenciar en la reforma tributaria de Bachelet, la que finalmente no aumentó la recaudación como se esperaba.
En los últimos días se ha visto la intención de aumentar el impuesto personal para las rentas superiores a 3,2 millones mensuales. Desde mi punto de vista hay un trasfondo político detrás de esta iniciativa, puesto que, teóricamente, se estaría atacando “a los más ricos”, sin embargo, la realidad nacional, dado los altos costos de vida en el país, una familia, por ejemplo, con cuatro integrantes y con ingreso en torno a los cuatro millones, no es precisamente una familia rica, sino que, de clase media, considerando, además que por nivel de renta no tiene ningún tipo de cobertura en ayudas sociales.
No quiero decir que un alza de impuestos personales no sea una buena idea, sino que, en mi opinión, debería centrarse en los tramos de renta realmente altos, sin olvidar los potenciales efectos secundarios que se podrían generar.
Lamentablemente, este tipo de iniciativas revelan una suerte de desconexión con la realidad nacional, así como un desequilibrio entre los aspectos políticos o ideológicos, completamente válidos y los aspectos técnicos, ya sea económicos o tributarios, que, desde mi punto de vista, debiesen primar para este tipo de decisiones.