Pactos y advertencias
Un partido con dos representantes en el Congreso quienes, para demostrar la total indiferencia no hacia su comunidad sino el país, votan divididos: una a la derecha y otro a la izquierda. Su presencia en el Parlamento, que esta vez resultó decisiva, existe gracias a electores evidentemente ignorantes o ingenuos que sufragaron por el candidato Parisi, señal de incultura y candidez ante sus promesas ridículas.
Tomás Szasz es filósofo
El PDG, un partido que ni siquiera parece un partido sino agrupación de gente sin programa, sin ideología, sin rumbo, fundado por un falso predicador de bienestar que vive en el extranjero por tener en Chile deudas impagas, se convirtió en el clown del espectro político semanal. Un partido con dos representantes en el Congreso quienes, para demostrar la total indiferencia no hacia su comunidad sino el país, votan divididos: una a la derecha y otro a la izquierda. Su presencia en el Parlamento, que esta vez resultó decisiva, existe gracias a electores evidentemente ignorantes o ingenuos que sufragaron por el candidato Parisi, señal de incultura y candidez ante sus promesas ridículas.
La derecha, antes que nada la extrema representada por el Partido Republicano, también demostró su desorganización y desacoplamiento del país: durante meses se ha discutido sobre a nueva presidencia de la Cámara Baja, donde justamente varias/os del distintas tonalidades de la derecha, acompañados por algunas/os de la centroizquierda querían impedir que caiga a un miembro del Partido Comunista. ¿Y qué pasó? Karol Cariola, y con ella el PC, ganó. ¿Cómo pudo ocurrir? Por un lado “vendiendo” la vicepresidencia a ese ex diputado del no-partido – aunque Parisi lo echó inmediata y pomposamente – en cambio de su voto (merece ser echado del Congreso al decir textualmente: “era mejor tener una vicepresidencia que no tener nada”, frase que desnuda su carácter); y, por el otro, la ausencia de un diputado del PR que faltó – y por lo tanto su voto – a la sesión por “¡¿perder su avión?!”. Cosa insólita tratándose de un legislador, que así mostró no solo poco compromiso con su partido y simpatizantes (yo no los soy), sino demasiada indolencia para ser diputado, desmerecedor del exorbitante sueldo que le pagamos y merecedor que su partido lo eche también.
Tanto ese “pacto” como casi todos a los que se llega en el Parlamento – principalmente en la cámara de diputadas/os – son negociaciones donde favores son intercambiados por votos, o viceversa, dejando legisladores totalmente de lado su ideología y convicciones políticas – si las hay – ya sea de sus partidos o bancadas. Lo peor de todo es el aparentemente nulo interés en el país en sí: todo asemeja a una permanente rencilla en aras de intereses personales o, como máximo, de grupúsculos partidarios. Es decepcionante ver o leer en los medios diariamente lo mismo en vez de propuestas concretas en pos del desarrollo, bienestar y seguridad de nosotros, los que trabajamos y pagamos impuestos que nutren los miembros del Congreso y sus asesores, secretarias y otros largamente sobrantes colaboradores.
El sistema de elegir representantes en la máxima asamblea chilena es votando a candidatas/os propuestos por distintos partidos – hoy totalmente atomizados – que supuestamente actuarán según las decisiones y determinaciones de su colectividad. Sin embargo, no existe el más mínimo compromiso de las/los elegidos a seguir la línea política de quien los designó y simplemente se “independizan” o cambian de bando más por intereses personales que por convicción. Esto debería terminarse: si una persona se convierte en miembro de la cámara, ya sea la alta o la baja, en representación de una colectividad, debería estar prohibido abandonar su banca; si lo hace, debe salir del Parlamento y ser reemplazado por un “suplente” designado por su partido. La irresponsable y libre “movilidad” reinante es la causa principal de las interminables demoras en la creación de, o modificación en una ley, como asimismo el histórico estancamiento del país durante un mandato tras el otro.
Entre tanto creo que está por pasar algo muy peligroso para nuestra convivencia, hoy todavía bastante democrática. Me acuerdo de un programa de ácido humor político en la tv argentina titulado “Mirá que le dijimos” en que se burlaban de los que cometían errores a pesar de haber sido advertidos a tiempo. Terminaba con la frase: “La manija de adelante la llevaba…” y ahí, los nombres que predijeron lo que pasará con el sujeto o la idea, finalmente fallecidos políticamente. Bueno, ahora tomo prestada la frase “Mirá que le dijimos”…
Es cada vez más fuerte mi sensación que el PC, ante la notoria pasividad de un presidente asustadizo y poco cooperador con sus socios y también notoria actividad de una ministra comunista, logrará repetir un segundo estallido “octubrista”, no solo para que el congreso apruebe las reformas propuestas por el Ejecutivo bajo presión “POPULAR” – ni por asomo popular – mediante una bien planificada provocación ejecutada por una masa a disposición del partido. En verdad, creo que poco le debe importar al PC qué contienen esas reformas, pues a la larga piensa tomar de alguna manera el poder y entonces impondrá sus propias no reformas, sino reglas. Para ello utiliza la palabra “democracia”; para justificar cualquier acción o cosa, incluyendo al régimen de Maduro. Qué desfachatez.
Todo me hace suponer que los comunistas pueden estar organizando una gran protesta-manifestación para el 1° de mayo; buena oportunidad hacerlo el día internacional de los trabajadores, usando sus disciplinadas huestes y miles de jóvenes rebeldes con o sin causa. Así la cosa se pondría de rojo vivo. Lo que es justamente la intención. Para distraer la atención se habrá instruido al camarada Jadue intentar a viajar a Venezuela después de conocerse la fecha de su formalización – que demoró harto después de destaparse muchas cosas – por varios supuestos delitos cometidos, suficiente para provocar que la fiscal de turno frene su sabida al avión. No creo que era para escapar sino para provocar una reacción y oportunidad para armar un escándalo, un despiste mediático. Y por último, si es preciso, se sacrificaría al camarada Daniel como daño lateral; total, ya hay un tufo que no se podrá disimular.
Ojalá me equivoque respeto al 01/05/2024. Lo sabremos la próxima semana.