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Actualizado el 13 de Mayo de 2024

El frenazo de Boric a la reforma del sistema político

La llamada de Boric nos da, eso sí, la dimensión del peso del PC en el Gobierno: el socialismo sostiene al Gobierno y paga los errores y sus faltas, y el que manda es el PC.

Es evidente que los partidos pequeños cualquier reforma lo ven como un atentado a su supervivencia, pero la llamada de Boric debía responder a presiones más influyentes. AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Patricio Gajardo

es analista político.

Si hay una palabra que se repite en los programas políticos: es la necesidad de consenso para dar   respuestas más eficientes a las demandas de la ciudadanía. Si tenemos que enfrentar la delincuencia, la reforma a la salud o cualquier iniciativa que las personas sienten que son urgentes, la reforma al sistema político pasa a último lugar y la respuesta común es eso no le interesa a nadie, o si el programa es más sofisticado dirán eso son demandas que “le interesan a la élite no a la gente de pie”

Cuando uno de los roles del Parlamento es generar iniciativas legislativas que den respuestas a esas demandas, en un sistema fragmentado como el nuestro, con partidos pequeños, es muy difícil lograr consensos, porque los parlamentarios, en especial de partidos pequeños, tienden a hablarle a sus nichos o las iniciativas tienden a ser aprobadas por “pirquineos” de votos.  

 En definitiva, el sistema político es el motor de las decisiones que pueden resolver los “problemas de la gente”. Por eso sorprende cuando se había alcanzado un consenso  en la Comisión de Constitución del Senado para promover la reforma al sistema político de autoría del senador Alfonso  de Urresti (PS), con el apoyo de Jaime Quintana, presidente del PPD, José García Ruminot (RN), presidente de la Cámara Alta, Luz Ebensperguer, jefa del Comité de la UDI y Rodrigo Galilea , presidente RN.

La propuesta constaba de dos puntos clave. Por un lado, sugería establecer un umbral mínimo del 5% de los votos válidamente emitidos a nivel nacional para que un partido pueda optar a escaños en el Congreso. Por otra parte, pretendía sancionar con la pérdida del escaño a los parlamentarios que habiendo sido electos por una determinada colectividad renuncien a ella.

De hecho, la senadora Paulina Vodanovic (PS) convocó a un punto de prensa junto a De Urresti, el senador Gastón Saavedra y el diputado Leonardo Soto. Ahí la timonel reafirmó que “hay un interés de nuestro partido, y así se ha manifestado en una reunión efectuada hoy día con la mesa del PS, en relación de las normas de discusión del sistema político”.

En ese momento, De Urresti sinceró que “se nos ha solicitado (…) esperar un poco, porque algunos partidos están precisamente afinando sus propuestas. Nosotros tenemos las firmas para la presentación, pero creemos que, siendo una prioridad del Gobierno y la oposición (…), esperaremos que esas reflexiones que están realizando puedan madurar para poder tener el más amplio consenso”.

¿Por qué este cambio de opinión? ¿Quién había solicitado esperar? Era un acuerdo acotado y transversal, y demostraba la voluntad del socialismo democrático de llevar adelante la iniciativa.

 El senador De Urresti sinceró ante la directiva socialista que recibió un llamado del mandatario, quien le hizo ver que no era el momento para una iniciativa de esta magnitud, ya que era necesario buscar la mayor transversalidad posible. Fue un “frenazo” de la iniciativa.

Es evidente que los partidos pequeños cualquier reforma lo ven como un atentado a su supervivencia, pero la llamada de Boric debía responder a presiones más influyentes. Claudia Pascual (PC), miembro de la Comisión, nos entrega algunas claves, y el presidente del PC, Lautaro Carmona, también.

Respecto de la propuesta del 5%, Pascual es tajante: sería “meter la mano a la urna”, dice la senadora.  Sin embargo, Carmona no se preocupa tanto de esta cuestión, porque señala que le gustaría que hubiera la posibilidad de revocación de cargo, establecer plebiscitos, avanzar en paridad de género y escaños reservados para los pueblos originarios y ahí también, metemos la mano en las urnas.

La llamada de Boric nos da, eso sí, la dimensión del peso del PC en el Gobierno: el socialismo sostiene al Gobierno y paga los errores y sus faltas, y el que manda es el PC.

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