El pedestal
Un pueblo que no es capaz de defender a sus héroes y sus símbolos más sagrados, como son quienes han dado la vida por defender la integridad de la nación, es un pueblo avergonzado de sí mismo, un pueblo adolescente condenado a tener una y otra vez crisis de identidad.
Héctor Navarrete es Abogado
Un pedestal vacío en plaza Baquedano nos grita en silencio que alcemos la voz y defendamos la memoria ante la afrenta ignominiosa e indolente, no de quienes han provocado semejante humillación, un pedestal sin monumento, sino de todos aquellos que callan o acostumbran a enmudecer esperando que todo pase sin ser dignos de la memoria histórica que nos pertenece.
Los recuerdos son fundantes de la persona y de la creación de la conciencia. Los individuos necesitamos de la memoria para “Ser”. La falta de recuerdos no permite reconocer a los seres amados, a los familiares, a los amigos, a la comunidad. La falta de memoria impide conocer la trayectoria vital que nos da sentido a vivir. Es por esto qué las enfermedades mentales degenerativas son tan devastadoras, pues al borrar la memoria y la capacidad de recordar nos sumen en la total falta de identidad.
La memoria también es fundamental en la constitución de las comunidades, de la sociedad y de las naciones. La memoria colectiva, sea histórica, patrimonial, política o cultural nos otorga identidad, razón de ser, es la que nos define un camino y un sentido de futuro. Los lasos de unión de la Nación son la conciencia de una huella común de pasado y de futuro. El recuerdo de los momentos de dificultad comunes en los cuales la suerte de cada uno depende de la suerte de todos, son momentos que nos unen y nos constituyen como Nación.
La Guerra del Pacifico fue uno de estos momentos. Chile joven república independiente se ve enfrentada a una guerra con dos países al mismo tiempo. Luego de la gesta heroica de Prat fueron muchos los chilenos que acogieron el llamado de la Patria para defender la causa común de la Nación. Como homenaje al esfuerzo y a la entrega de la vida de miles de chilenos en la Guerra del Pacifico se inauguró en 1928 la estatua ecuestre del general Manuel Baquedano, comandante en jefe del Ejército durante el conflicto, a quien toco dirigir los decisivos combates de Chorrillos y Miraflores que dieron paso a la ocupación de Lima.
A los pies del monumento yacían los restos del Soldado Desconocido de la Guerra del Pacifico, como homenaje simbólico a los miles de compatriotas que murieron en el campo de batalla.
Durante la insurrección de octubre de 2019 el lumpen organizado se ensaño con la figura de la estatua del general Baquedano. La cual tuvo que soportar durante meses el ataque ignominioso, sin cuartel y sin defensa ninguna. Se le faltó el respeto una y otra vez, pintándolo de colores e intentando con herramientas de construcción cercenar las patas del caballo para botar la estatua. ¿Por qué ensañarse con nuestro héroe? ¿Qué bandera política revindica la afrenta a un héroe de hace más de cien años atrás?
Finalmente, el gobierno decidió sacar la estatua para repararla, y además en un acto vergonzoso a mitad de la noche se exhumaron los restos del Soldado Desconocido para trasladarlos de lugar. Hoy la estatua ya está reparada, pero el cálculo político impide siquiera hablar del tema de su reposición.
Un pueblo que no es capaz de defender a sus héroes y sus símbolos más sagrados, como son quienes han dado la vida por defender la integridad de la nación, es un pueblo avergonzado de sí mismo, un pueblo adolescente condenado a tener una y otra vez crisis de identidad.
Es fundamental reclamar el restablecimiento de la estatua del general Baquedano en su pedestal limpia, elegante, gloriosa y sobre todo volver a depositar los restos del soldado desconocido desde el lugar donde nunca debieron haberlo sacado. Esta vez habrá que tomar las providencias urbanísticas y de seguridad para que el monumento no sea asaltado nuevamente por una minoría, partidaria de la anomia y anarquía.