El striptease del PC
Pese a todas las críticas que se puedan emitir contra el mandatario, su gabinete y los evidentes datos que justifican con certeza el empeoramiento de la situación económica del país, las instituciones y la democracia siguen siendo firmes.
Tomás Szasz es filósofo
En la medida que se avecinan las elecciones municipales, se hace cada vez más evidente el aislamiento total del Partido Comunista del Oficialismo y principalmente de su socio desde siempre, el Frente Amplio. Y, de paso, del Gobierno de Boric. Para enumerar la veracidad de esta afirmación es suficiente recorrer las declaraciones del Carmona, presidente de la colectividad, emitidas en los últimos meses. Cada palabra pronunciada o escrita del timonel equivale a quitarse una prenda más de encima hasta haber dejado ya completamente desnudas sus ideales y sus intenciones. Y no hay nada atractivo en el resultado del striptease.
Pese a todas las críticas que se puedan emitir contra el mandatario, su gabinete y los evidentes datos que justifican con certeza el empeoramiento de la situación económica del país, las instituciones y la democracia siguen siendo firmes. Pese a los tejemanejes de los partidos y políticos, la pelea minimalista por distintos estaños de poder y el poco limpio ambiente preelectoral, tenemos plena libertad de opinión, prensa y medios, tenemos opciones abiertas en todos los ámbitos, seguimos siendo una república libre y pacífica en un mundo que está tornándose hostil y parece estar en el umbral de una nueva – y, quién sabe, quizás definitiva – conflagración. Y eso, la estabilidad de Chile, es lo que acaso desespera a los comunistas y los empuja a “tomar armas” para empujar al país hacia sus propias ideas.
La estrategia obviamente es avanzar más allá de sus logros actuales y tratar de ampliar su influencia en busca de algún camino para apoderarse del país. La táctica es defenestrar por un lado la legitimidad de los distintos poderes – Judicial, Legislativo y por qué no, Ejecutivo – y por el otro debilitar las fuerzas de seguridad, apoyando al crimen organizado y al narco; ese que en muchos países afines a sus intenciones financian al totalitarismo. No es necesario nombrar ejemplos. Nunca desde el retorno a la democracia el PC estuvo tan virulento en su vocabulario; se adhería a la centroizquierda cuán sanguijuela, engordándose exitosamente hasta compartir el triunfo con el FA, esa nueva fuerza “progresista” cuyo origen era reemplazar precisamente a los comunistas en la lucha de clases; exótica asociación que en estos momentos está descomponiéndose por la nueva actitud pacificadora del presidente. Un Gabriel Boric que finalmente no ve otro camino que terminar su mandato salvando lo que pueda para el futuro político de su tienda. Un Gabriel Boric que le ganó la mano al candidato del PC, a un Daniel Jadue hoy sentado en el banquillo de acusados, imputado por varios crímenes que no condicen con la superioridad moral tan mentada de los que se jactan ser la solución final de todas las miserias de la sociedad. ¿Alguien pone en duda que soplan aires de venganza?
Vaya paradoja: un partido que tiene tres importantísimos ministros en el Gobierno, basurea a la justicia – que precisamente en Chile está conformada por un magisterio mayormente de ideas de izquierda – y recurre al apoyo moral de dictadores extremos para politizar el chorreo, el clientelismo y la estafa. La inevitable reacción del presidente es deshacerse del más molesto –y vociferante – asesor comunista en La Moneda, lo que exaspera aún más la reacción y hoy día prácticamente pone al PC como el mayor crítico del Ejecutivo. El striptease está dejando al stripper en una soledad desesperante y con un público aborrecido. Aun que la desesperación es muy peligrosa.
Carmona ya mostró sus colmillos en varias oportunidades: ¡OJO! que vamos a salir a la calle; ¡Cuidado! Que vamos a apretar la tuerca y el Gobierno, mejor que coopere o que participe. Él conoce perfectamente su poder de convocación. ¿Cuántas personas bien entrenadas y organizadas se necesitan para provocar una “explosión social”? Creo que alcanzan con uno o dos millares. En el país hay descontento. Descontento principalmente con los políticos, empantanados hace varios mandatos en la discusión estéril de decenas de reformas, en el letargo de la modernización del país, en la inutilidad de sus pequeñas discusiones por un trocito del poder. Hay mal ambiente por la pobreza, por la falta de empleo, por la pésima distribución de riquezas, por el alarmante y al parecer definitivo deterioro de la seguridad, por la inmigración descontrolada que amenaza los cada vez más escasos trabajos que los avenidos están dispuestos a ocupar por una miseria. Hay mucha presión. Y el Partido Comunista, partícipe de Ejecutivo, paradójicamente puede en cualquier momento arrancar la anilla, soltar la espoleta y lanzar la granada de un nuevo estallido. Una advertencia: la reciente movilización de algunos estudiantes afines, por un aumento de solo 10 pesos (¡un centavo del dólar!) en el absurdamente barato transporte público, sin que se aplique al pasaje escolar que, de paso, casi tod@s evaden. Fantasma del 18/19…. Argumentos no faltan: pueden ser tanto contra el Gobierno, como el Parlamento, el Oficialismo o la Oposición.
La situación en la que se encuentra el país, consecuencia precisamente de la última década manejada por la izquierda – segundo gobierno de Bachelet y el mentado 18/10 – puede ser usada para que la izquierda democrática sea reemplazada por la extrema. Y aunque parece poco probable que el PC gobierne al país como consecuencia de una segunda edición del reventón, el radical deterioro que causaría nos acercaría cada vez más a cualquiera de los dos extremos: izquierda o derecha.
Entre las dos fechas, 19 y 27 de Octubre, sólo hay una semana. ¿Qué planes hay para esos días? A mí me huelen mal. Desde que el sufragio se puso obligatorio, la izquierda no ganó una sola votación. El oficialismo no quiere que extranjeros avecinados voten; claro, los que vinieron a Chile escapando de gobiernos de izquierda no votarán por la izquierda; los que vinieron a delinquir, ni siquiera irán a las urnas. Ergo, anulemos la multa y la obligatoriedad murió. En un país de tan poco interés de la mitad de votantes por quien será su alcalde, el voto obligatorio lamentablemente se vio necesario, aunque el concepto en principio se antepone a la libertad del individuo. La izquierda ganó las últimas elecciones presidenciales con una cuarta parte del electorado, el más disciplinado y las municipales podrán ser un presagio para las presidenciales. Extraño que el PC no se da cuenta que su inusual crecimiento de los últimos años podrá ser frenado por su desnudamiento, alabando al tiempo a Maduro, criticando el apoyo presidencial a Ucrania, defendiendo a Jadue con aval de Petro…
No es un striptease muy inteligente. Por suerte.