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Actualizado el 26 de Julio de 2024

¿Podrán las mujeres salvar los viñedos más valiosos de Américas?

El mercado está capturado por las grandes empresas oligopólicas, que controlan los canales de promoción, distribución y venta: 9 de cada 10 botellas de vino que se venden en Chile, provienen de las tres grandes empresas. Los consumidores no lo saben. No tienen conciencia de esta situación. Y no han descubierto todavía los vinos del Itata y zonas aledañas.

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Pablo Lacoste

Pablo Lacoste es académico del Instituto de Estudios Avanzados de la Usach

Un grupo de mujeres se ha propuesto lo imposible: salvar las viñas patrimoniales más valiosas del continente que se encuentran en peligro de desaparecer ante la indiferencia del Estado, la industria y el mercado. Ellas conocen las técnicas ancestrales de elaboración del vino; no las industriales, sino las de arraigo medieval, que permiten lograr los mismos vinos que tomaban el emperador Carlomagno y el rey Ricardo Corazón de León; los que hacía y gustaba Bernardo O’Higgins.

Se trata de las viticultoras del Itata, la ingeniera agrónoma Sofía Parra (Viña Vieja Parra) y la ingeniera civil Katherine Concha Arteago (Viña Terruñi). Ellas son mujeres jóvenes, profesionales y empoderadas que, después de ir a las ciudades para formarse y tener éxito profesional, resolvieron regresar a sus lugares de origen, retomar el oficio ancestral de viticultoras, para mantener vivo el legado de sus mayores. Y dar una batalla contra molinos de viento, tratando de salvar los paisajes del viñedo que, hace 25 años fueron reconocidos por el presidente de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV) por su valor extraordinario y único en el mundo, merecedores del título de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Paradójicamente, a pesar de esta sentencia, la clase dirigente no hizo nada. Dejó pasar el tiempo. Durante décadas, ni las universidades, ni el Ministerio de las Culturas y el Patrimonio, ni el Minagri ni la cancillería ni las corporaciones empresarias fueron capaces de levantar el guante de la OIV, para poner en valor, visibilizar y promover estos valiosos viñedos. Ahora, estas jóvenes mujeres se han propuesto revertir la historia, y se están jugando la vida en ello. Pero vamos por partes.

Como en el fútbol, ellas se han cargado el equipo al hombro, y tienen el sueño de revertir la situación. Junto a otras mujeres, ellas han creado la Cooperativa de Mujeres del Valle del Itata. En el procedimiento administrativo para crear la cooperativa, participan formalmente siete mujeres; pero actúan en red con otras cincuenta mujeres, con las cuales se proponen articularse para realizar compras de insumos y vender sus vinos.

Estos viñedos se encuentran en el secano interior sur; limitan con el Mataquito por el Norte, el Biobío por el sur, la cordillera de la Costa al Poniente y el Valle Central al Oriente. Comprenden los valles de Cauquenes, Itata y Biobío, entre otros. Son 15.000 hectáreas de viñas, principalmente de variedades hispanocriollas (sobre todo Uva País, Moscatel de Alejandría y Torontel), con régimen hídrico de secano y sistema de conducción en cabeza.

¿Por qué son tan valiosos?

Porque forman un vitipaisaje único, que ha mantenido el patrimonio ancestral de la cultura de la vid y el vino, con claras diferencias de la vitivinicultura industrial, cuyo foco está puesto en la rentabilidad y el lucro. La industrial se caracteriza por los grandes paños de monocultivo, intensivo en agroquímicos, con suelos nivelados con grandes maquinarias para instalar sistemas de riego. Por el contrario, las viñas patrimoniales, al no usar riego, no requieren nivelación; respetan el relieve natural original. Son lomas, subidas y bajadas, superficies irregulares de singular belleza.

Además, se mantiene la pluralidad vegetal; las pequeñas viñas conviven con huertos frutales y con flora nativa.

Mientras la viticultura industrial es hija de la modernidad, los viñedos patrimoniales son una conformación mestiza, única en el mundo, en la cual, se mantiene viva la tradición gótica que introdujeron los españoles hace 500 años, a la vez que aletean valores profundos de la cosmovisión mapuche, según descubrieron el Premio Nacional de Antropología, Juan Carlos Skewes y, el antropólogo francés Frédéric Duhart, el filósofo croata Matja Jerkovich y el sommelier chileno Fernando Mujica, incluyendo la pluralidad vegetal, las pequeñas escalas y la armonía ambiental, lo cual permite elaborar vinos naturales.

Además, estos viñedos tuvieron un papel crucial en la historia del vino en Chile generando vinos de alta calidad como el Asoleado, el vino más prestigioso de Chile en el siglo XI.

El mercado está capturado por las grandes empresas oligopólicas, que controlan los canales de promoción, distribución y venta: 9 de cada 10 botellas de vino que se venden en Chile, provienen de las tres grandes empresas. Los consumidores no lo saben. No tienen conciencia de esta situación. Y no han descubierto todavía los vinos del Itata y zonas aledañas.

El Itata se muere. Ante la indiferencia de la clase dirigente, de la industria, el Estado, y nosotros, los consumidores del área metropolitana. Pero mientras nosotros les damos la espalda, allí hay todavía lucha por la supervivencia. Un puñado de mujeres valientes se ha propuesto presentar batalla. Estás pidiendo refuerzos, desesperadas, al alma de Chile. ¿Llegará la ayuda a tiempo? ¿O caerán las heroínas con las armas en la mano?

Agradecimientos: ANID Fondecyt 1230338 Comunes y Naturaleza y ATE 220008 Patrimonio Mestizo.

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