Nuevo retiro de fondos de pensiones: ¿aprender de los errores?
El ministro Marcel ha sido claro en señalar que otro retiro podría tener consecuencias nefastas, opinión que pudiese ser contradictoria, toda vez que el actual gobierno impulsó con fuerza los retiros anteriores mientras eran oposición. Más allá del evidente impacto inflacionario, debemos considerar la pérdida de confianza en nuestras instituciones económicas.
José Navarrete es director del Magíster en Tributación Universidad Andrés Bello
La economía de un país es un sistema altamente complejo que requiere la mantención de ciertos equilibrios. En ese contexto, como en medicina, existen tratamientos que si bien pueden aliviar momentáneamente los síntomas, a largo plazo pueden agravar la enfermedad. Este parece ser el caso de los retiros de fondos de pensiones en Chile, una medida que, aunque popular durante la pandemia, generaron consecuencias económicas de largo alcance. A propósito de esto, el objetivo de esta columna es reflexionar acerca de las recientes declaraciones del ministro de Hacienda, Mario Marcel, respecto a los posibles efectos de un nuevo retiro de fondos previsionales.
En primer lugar, se debe entender el contexto macroeconómico. La economía chilena ha enfrentado una serie de desafíos significativos en los últimos años, tales como la pandemia, las tensiones sociales y las presiones inflacionarias globales, que han puesto a prueba nuestra resiliencia económica y social. En este escenario, los retiros de fondos de pensiones fueron presentados como una solución rápida para aliviar la presión financiera sobre las familias. Sin embargo, esta “solución” no fue gratuita.
Retirar fondos de pensiones implica una venta masiva de activos financieros, lo que genera una presión a la baja sobre los precios de estos activos y una presión al alza sobre el tipo de cambio, por tanto, no es casualidad que el dólar haya superado la barrera de los 1.000 pesos. Este aumento en el tipo de cambio encarece las importaciones, alimentando la inflación y afectando directamente el bolsillo de todos los chilenos, especialmente de aquellos más vulnerables que destinan una mayor proporción de sus ingresos a bienes y servicios básicos.
Por otro lado, el impacto global sobre el sistema de pensiones fue muy importante. A pesar del debate en torno a las bajas pensiones en Chile, el sistema de AFP está diseñado para proveer una fuente de ingresos segura y estable en la jubilación. Por tanto, cada retiro realizado reduce el capital disponible y, por ende, las futuras pensiones. En una sociedad que ya enfrenta desafíos demográficos con una población envejeciente, esta reducción pone en riesgo la sostenibilidad del sistema.
El ministro Marcel ha sido claro en señalar que otro retiro podría tener consecuencias nefastas, opinión que pudiese ser contradictoria, toda vez que el actual gobierno impulsó con fuerza los retiros anteriores mientras eran oposición. Más allá del evidente impacto inflacionario, debemos considerar la pérdida de confianza en nuestras instituciones económicas. La evidencia internacional indica que un sistema de pensiones fuerte y confiable es un pilar fundamental de cualquier economía desarrollada. Debilitarlo por soluciones de corto plazo es una receta para problemas mayores a largo plazo.
Es comprensible que, en tiempos de crisis, la tentación de recurrir a medidas extraordinarias sea grande. Sin embargo, la responsabilidad de los líderes y legisladores es pensar en el bienestar de la nación en su conjunto y a largo plazo. Esto implica buscar soluciones que, aunque menos populares, sean más sostenibles y equitativas.
En conclusión, la economía chilena no podría permitirse más retiros de fondos de pensiones. Las consecuencias de seguir este camino son claras: inflación, devaluación de la moneda, y debilitamiento del sistema de pensiones. Es hora de que nuestros líderes tomen decisiones basadas en la razón y la evidencia, y no en la presión populista. El bienestar futuro de Chile depende de ello.