Pragmatismo electoral
No es menor que un 60% de las comunas del país pasen a ser lideradas por alcaldes que no están afiliado a ningún partido. Esto sugiere que los votantes no necesariamente han perdido sus convicciones; sin embargo, al parecer, los partidos políticos sí lo han hecho, en parte. ¿Es acaso este auge del independentismo político el síntoma de una crisis más profunda?
Francisca Undurraga y Pedro Maiz es Investigadores P!ensa
A dos semanas de las elecciones locales, los resultados ya se han asentado, y es tiempo de analizarlos desde una perspectiva más amplia. Como bien sabemos, Chile Vamos obtuvo 121 alcaldías, superando ampliamente las 78 que ganó en 2021, mientras que Republicanos se impuso en ocho. En contraste, el oficialismo perdió su hegemonía en 40 comunas, pasando de administrar 151 a 111. En términos cuantitativos, la derrota del gobierno es significativa. Sin embargo, asumir que estamos simplemente ante una “derechización” del electorado podría ser una declaración apresurada y superficial, que subestima la capacidad de los ciudadanos para evaluar la gestión de sus autoridades.
Los resultados evidencian que, para el votante, una mala gestión se castiga y una buena gestión se premia. Sin ir más lejos, de acuerdo con la última Encuesta de Opinión Política de Fundación P!ensa, los tres alcaldes peor evaluados por la ciudadanía en la región de Valparaíso fueron los de San Antonio, Villa Alemana y Quilpué, con una aprobación entre el 5% y 11%. Precisamente, estos incumbentes perdieron la reelección en sus respectivas comunas. A su vez, los mejores evaluados -con la aparente excepción de Quillota, donde retorna un alcalde históricamente bien valorado- lograron retener su puesto con holgura, como ocurrió en Concón y Los Andes.
Por otra parte, los casos excepcionales de Ripamonti en Viña del Mar y de Castillo en San Felipe –donde su baja aprobación no se tradujo en una derrota electoral– podrían explicarse por la ausencia de un contendor más fuerte. En ambas comunas vencieron las candidaturas oficialistas, mientras los concejos municipales lograron conformarse con gran presencia de la oposición. Este fenómeno del voto cruzado sería difícil de explicar bajo una perspectiva meramente partidista, ya que pone de manifiesto una decisión de la ciudadanía de instalar contrapesos, especialmente en aquellas comunas en que las administraciones no han sido particularmente bien evaluadas.
Además, no es menor que un 60% de las comunas del país pasen a ser lideradas por alcaldes que no están afiliado a ningún partido. Esto sugiere que los votantes no necesariamente han perdido sus convicciones; sin embargo, al parecer, los partidos políticos sí lo han hecho, en parte. ¿Es acaso este auge del independentismo político el síntoma de una crisis más profunda?
Al comparar estos resultados con elecciones anteriores, se observa que el pragmatismo en las decisiones de la ciudadanía está estrechamente ligado a la volatilidad del voto. Ante la falta de proyectos políticos sólidos, el electorado ha optado por un enfoque práctico al entregar su apoyo, priorizanfo la gestión de las autoridades y la posibilidad de establecer contrapesos políticos. Más allá de interpretaciones acomodaticias, estos resultados constituyen una clara señal de alerta para todo el espectro político, al cual la ciudadanía interpela directamente a través de su voto.
Sin un proyecto político convocante que realmente mejore la gestión y la calidad de vida de los habitantes, difícilmente los partidos lograrán cautivar al electorado de manera duradera, más allá de conquistas fugaces.