“Acá hubo un crimen”: Caso Monsalve
El problema del Gobierno es que protegió no un problema político, sino un crimen, y quiso que no se supiera.
La ministra Tohá, cuando declaró ante el fiscal Xavier Armendáriz, señaló: “Intenté contactar al Sr. Monsalve para concretar la conversación que había definido el Presidente, y no fue posible. Cuando le informé esto al mandatario, él me indicó que Monsalve estaba en el sur, ya que le había instruido fuera a avisarle a su familia”.
La ministra del Interior, que aparecía como la principal responsable de los errores estratégicos, para enfrentar lo que se suponía era “una crisis política”, y ella había informado al presidente la situación en que se encontraba el subsecretario Monsalve, que estaba siendo investigado por una caso de “violencia sexual”.
Todo llevaba a suponer que ella junto con el presidente habían definido las estrategias para enfrentar la situación, pero no fue así… Tohá no sabía que Monsalve había viajado al sur, supuestamente a informar a la familia.
La decisión la había tomado el presidente: ¿Pero con quienes? Solo, considerando la personalidad indecisa del presidente, no resulta creíble, que en un acto de constricción y reflexión mirando desde su ventana una desolada plaza de la Constitución haya decidido mantener a Monsalve y mandarlo al sur, para informar a la familia.
No, no había sido así. En un acto de “machismo” impropio de un gobierno feminista, había llamado a su “talentoso” jefe de asesores del Segundo Piso, el inescrutable Miguel Crispi, -el de los rumores en el caso Fundaciones porque no sabía nada-. Y para completar el “club de Toby” había sumado a su “yes man” Carlos Durán, su jefe de gabinete. En ese cónclave entre hombres, hicieron un diagnóstico equivocado: era una crisis política y había que abordarle de esa manera.
Entre las 16:00 y las 20:00 del martes 15 de octubre, el presidente Boric le informó al Jefe del Segundo Piso de La Moneda, Miguel Crispi, y a su jefe de gabinete, Carlos Durán, de la denuncia por violación y abuso sexual contra Monsalve que le había dado a conocer la ministra Carolina Tohá.
The Clinic indica que la decisión presidencial de no pedir la renuncia inmediata a Monsalve la conversó con sus asesores, lo que supone dejar el caso más en el Segundo Piso de La Moneda, que en las reparticiones ministeriales.
No le avisaron la “denuncia de violación” a la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, -lo que habría sido conveniente, considerando el tipo de delito-. Esto, de hecho, generó fuertes roces al interior del espacio más íntimo de los ministros de Boric, lo que quedó a la vista cuando la ministra Antonia Orellana dijo abiertamente que le habría gustado enterarse antes de que se hiciera pública la denuncia de índole sexual contra Monsalve.
Lamentablemente, digámoslo sin anestesia, como concluye Jorge Schaulshon, el presidente nunca va a reconocer -ni lo puede hacer- que intentó postergar lo más posible el estallido de la “bomba” Monsalve ocultando información a ministros del comité político, y manteniéndolo en el cargo hasta que la situación se le escapó de las manos, cuando los medios expusieron la verdad. Han surgido voces señalando que “el gobierno tiene que pedir disculpas”. Me pregunto si algunos de nosotros enfrentara una situación similar, con su hija, aceptaría las disculpas, “aunque Monsalve se tire al suelo llorando”.
El problema del Gobierno es que protegió no un problema político, sino un crimen, y quiso que no se supiera. Dejó que usara la PDI para incautar videos y aviones institucionales de Carabineros, la Fiscalía en una demora impactante formalizó a Monsalve y, como guinda de la torta, el juez Urrutia lo trasladó a Capitán Yáber.
El perdón tiene límites…