Clases a distancia e inclusión
Necesitamos un cambio de enfoque, uno que vaya mucho más allá de la mera empatía, y que sea capaz de fundamentarse poderosamente en el reconocimiento legítimo y digno de dar respuesta a las necesidades del otro. Quizás, sólo así, podamos vencer esa otra consecuencia de la pandemia, esa que vuelve invisible una vez más a las personas en situación de discapacidad.
Señor director:
Frecuentes han sido las notas de prensa que muestran a niños y niñas en el techo de sus casas, o al costado de un camino, siguiendo con dificultad una clase a distancia. Sin embargo, hasta ahora, pocas notas de prensa han retratado la dura realidad que deben vivir cientos de estudiantes de educación superior en situación de discapacidad en el contexto de pandemia.
El rol de las universidades en esta temática no se puede soslayar, mucho menos en tiempos de pandemia. Sin embargo, las barreras a la inclusión persisten. Ejemplo de ello, es que en una breve revisión de los websites de las 18 universidades estatales que componen el CUECh, revela que sólo tres de ellas los tienen adaptados a un formato inclusivo, es decir, en donde el estudiante podría agrandar el tamaño de la letra, mejorar los colores u oír el contenido disponible de su universidad. Si bien no todo es desalentador, ya que al menos hay siete universidades estatales que declaran explícitamente tener vías de admisión especiales para este grupo, es necesario preguntarse por las formas de acompañamiento que garanticen el acceso, la permanencia y titulación de estos estudiantes. Para ello, se vuelve urgente revisar el actual formato de clases virtuales, modalidades de evaluación y apoyo pedagógico adaptado, entre otros, en el escenario que la pandemia ha desatado y ver si esas prácticas están contribuyendo o no a una inclusión efectiva.
A catorce meses de iniciada la pandemia en Chile, y a sólo semanas de haber elegido a quienes redactarán la nueva Constitución, el derecho a garantizar una educación de calidad e inclusiva se vuelve crucial. Un desafío al que todas las universidades están llamadas a sumarse. Necesitamos un cambio de enfoque, uno que vaya mucho más allá de la mera empatía, y que sea capaz de fundamentarse poderosamente en el reconocimiento legítimo y digno de dar respuesta a las necesidades del otro. Quizás, sólo así, podamos vencer esa otra consecuencia de la pandemia, esa que vuelve invisible una vez más a las personas en situación de discapacidad.
Roberto Polanco-Álvarez,
Profesional de la Dirección General de Análisis Institucional y Desarrollo Estratégico UTEM