A propósito del Estado liberal y social
Señor director,
En una carta titulada “Estado liberal y social”, Agustín Squella enfatiza nuevamente la importancia de reconocer la existencia de los derechos sociales. Además, su reconocimiento en la Constitución les daría una “particular fuerza vinculante frente a las políticas públicas de los gobiernos, las leyes comunes del Parlamento, y las sentencias de los jueces”.
Dando seguimiento a dicha carta, es necesario comprender que el liberalismo social procura una síntesis dialéctica entre libertad e igualdad, un quid novum, pero su realización histórica requiere aún de un gran desarrollo teórico. Este es hoy el principal desafío de la izquierda.
El liberalismo social surge de la convicción de que liberalismo y socialismo no constituyen una antítesis, un oxímoron, y en consecuencia su integración práctica debe ser entendida, en todo caso, como una síntesis definida hegelianamente, como el tercer momento de una antítesis negada y superada.
Idealmente, no se plantea como un compromiso entre dos extremos, sino como una superación contemporánea del uno y del otro y, por lo tanto, como una simultánea aceptación y supresión de estos, en vez de rechazo y separación. “No Tercero-entre, sino Tercero más-allá, donde al primero y al segundo, en lugar de estar separados el uno del otro y con la posibilidad de sobrevivir en su oposición, se les acerca en su interdependencia y se les suprime por su unilateralidad” (Norberto Bobbio).
El liberalismo social o social liberalismo intenta conciliar libertad e igualdad, dos sistemas de ideas que se consideraban incompatibles. Pero la incapacidad de cada uno de ellos para su realización histórica de manera unilateral justifica plenamente su síntesis dialéctica. Bobbio califica la incapacidad del liberalismo y del comunismo real para el goce efectivo de la libertad e igualdad respectivamente, como dos fracasos, como dos “utopías puestas al revés”.
Luego, señala que hay que admitir que la democracia se impuso al desafío comunista y se pregunta con qué ideales y con qué medidas puede encarar los mismos problemas que el comunismo decía que pretendía superar.
Crisóstomo Pizarro,
director Ejecutivo del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso