Cuando los medios dejan de criticarse a sí mismos, por Andrés Azócar
Antes de ayer un artículo en el The Daily Beast se preguntaba si Twitter no estaba destruyendo uno de las facetas más interesantes del Periodismo: criticarse a sí mismo. Porque una de las virtudes de esta profesión, y que las diferencia de otras, es la capacidad para mostrar sus errores y debilidades en público.
Antes de ayer un artículo en el The Daily Beast se preguntaba si Twitter no estaba destruyendo uno de las facetas más interesantes del Periodismo: criticarse a sí mismo. Porque una de las virtudes de esta profesión, y que las diferencia de otras, es la capacidad para mostrar sus errores y debilidades en público.
El autor del texto cree que este modelo se está muriendo por cientos de periodistas apostados en Twitter listos para disparar a diario sobre los medios restando efecto a las columnas tradicionales. Lo curioso es que este tipo de análisis y discusión –interesante por lo apocalíptico- es irrepetible en Chile. Las razones para no tener una industria que se fortalezca de los críticos son muchas, pero acá se identifican cuatro:
1.- La crítica de medios no existe
No existe. Con la contundencia y la periodicidad que uno supone, no existe. Con la profundidad y la dureza que se espera, no existe. Han fallado los académicos, han fallado los periodistas, hemos fallado los blogueros de medios y han fallado las nuevas generaciones.
Porque una crítica de medios va más allá de describir las faltas de ortografía de un diario o la repetición de títulos –ejercicio sonso y efímero-, tiene que ver con políticas, coberturas, ausencias de temas claves, análisis de contenido, censura y transparencia. Los comentaristas de medios en Chile rehúyen el combate y en general se refugian (nos refugiamos) en las plácidas trincheras de Internet, las plataformas y las transformaciones tecnologías.
Y al final, la única crítica que queda disponible para la audiencia es la más visceral e ideológica. La que golpea a los medios por no representar a las minorías, por inclinarse por una opción política o por no ser masivos, incluso cuando estos no quieren ser masivos. Son aquellos quienes ven conspiraciones allí donde no las hay. En general, este tipo de detractores son personas que nunca han trabajado en un medio, desconocen los procesos internos y prefieren apuntar a la bandada.
2.- Los medios: atrás sin golpes
Los medios chilenos no se critican entre ellos. Ejercicio sano y revitalizador, que países como EE.UU. Inglaterra, Francia y España, lo realizan casi mecánicamente. Incluso muchas veces abusando del impulso. En Chile los medios no se recriminan o sólo en ocasiones excepcionales. Salvo la farándula, la TV no cruza muchas fronteras, menos hacia el área prensa, el más sensible. Probablemente la radio sea un poco más aguda, pero en general seduce más la indiferencia. En Chile no existe la sección de “medios” y jamás hablan de sus propios problemas, de sus desafíos o se cuestionan decisiones relevantes. Por supuesto, la figura del defensor del lector nunca fue atractiva y ahora que la 3ra la implementó, no ha dado con el perfil que se espera de él. Muchas veces parece estar dándole voz a aquellos quienes ya están representados de alguna forma en el diario, olvidando al lector común y corriente.
3.- Las Universidades necesitan a los medios y los medios necesitan a las universidades
Las universidades debieran ser fuente permanente de crítica a los medios. Pero acá aparecen dos problemas fundamentales: Investigadores que se olvidaron de lo que era un medio y generaron en sus cabezas abstracciones obtenidas de textos puristas y el inconfundible temor a la industria. Las Universidades –todas- se vinculan con los medios a diario y son ellos las principales fuentes de interés para conectarse con la comunidad. Es casi un impulso, muchas veces sin la coherencia de los datos.
Las escuelas de Periodismo son la punta de lanza para vincularse con los medios y, por supuesto, la forma lógica de generar alianzas. Es un país pequeño, con un mercado pequeño, con pocos medios, levantar críticas sobre los medios tiene una repercusión (negativa/positiva) mucho mayor que en países con mercados más robustos. Y, por supuesto, una crítica que genere lo que debe generar (ruido) asusta. Quizás por eso no hemos visto comentarios sobre lo absurdo que es tener lectores de noticias convertidos en rostros de marcas comerciales. Pero es posible, también, que sólo sea sólo flojera o poca voluntad. Pero es un hecho que las universidades (y las más de 30 escuelas de periodismo que existen) tiene una deuda con el espíritu crítico de la profesión.
4.-Twitter el cuidadoso
Una amiga me decía que Chile no es un país para críticos. Que la idea de la crítica está asociada a un acto negativo y pusilánime. Probablemente eso tenga que ver la costumbre de no decir las cosas de frente. O quizás sólo sea un problema cultural. El punto es que los periodistas Twitteros en Chile no pueden ser clasificados como críticos de medios. Rara vez aparece un comentario duro a la competencia. Menos la ironía.
Como la crítica es mal vista, un periodista que dispare (incluso con criterio) puede suponer, con justa razón, que se está cerrando una futura fuente de trabajo. Así, los disparos no pasan del fogueo y todo sigue, a pesar del descubrimiento de nuevas herramientas como Twitter, estando “donde debe estar”. Nos queda la tranquilidad, de que a diferencia de los que dice el columnista de Daily Beast, acá Twitter no matará algo que no existe.
Andrés Azócar es director de Periodismo UDP. Ex editor de Reportajes de La Tercera, autor del blog Hijodelmedio.com y del libro “Tompkins el Millonario Verde”. Director ejecutivo del Consejo Editorial de El Dínamo.