El estilo Bachelet de la nueva embajadora palestina
Uno pensaría que cuando una comitiva parlamentaria quiere protestar por una causa, que quiere luchar por ciertos derechos, habría que alentarlos. Incluso, quizás, aprovechar ese impulso y pedirles que legislen al respecto, o algo así. Porque tanto ímpetu y convicción no se ve todas las semanas en el Congreso. Pero Mai AlKaila, actual embajadora palestina en Chile, hizo todo lo contrario en el mes de enero.
Uno pensaría que cuando una comitiva parlamentaria quiere protestar por una causa, que quiere luchar por ciertos derechos, habría que alentarlos. Incluso, quizás, aprovechar ese impulso y pedirles que legislen al respecto, o algo así. Porque tanto ímpetu y convicción no se ve todas las semanas en el Congreso. Pero Mai AlKaila, actual embajadora palestina en Chile, hizo todo lo contrario en el mes de enero.
En el primer viaje que organizó invitando a un grupo de chilenos a conocer sus tierras y su perspectiva respecto del conflicto palestino-israelí, los últimos días de enero, iban en un bus saliendo de Ramala y se toparon con una manifestación. Una protesta con la que ella estaba de acuerdo; una en la que de seguro habría participado si no fuera porque, en ese momento, oficiaba de guía y traductora de 12 diputados chilenos a quienes pretendía resguardar incluso a pesar a ellos mismos, que insistían en acercarse al punto exacto de las protestas.
Además de la preocupación por la integridad física del grupo de chilenos, Alkaila temió que la osadía parlamentaria echara por tierra el viaje que el Presidente Sebastián Piñera realizará a Palestina el 5 de marzo, en el marco de su primera gira internacional de este año y que se inicia hoy. Un viaje de alta importancia para su gestión, pues es la primera vez que un mandatario chileno visita oficialmente Palestina -más aún tras el reconocimiento del Estado palestino como libre y soberano.
“Pero cuando vio que estábamos fuera de peligro, le afloró su vertiente de activista y al final agarró un micrófono y gritó con el resto -explica uno de los testigos-. Incluso nos enseñaba algunas frases a nosotros. Pasó de ser una diplomática a ser una manifestante”.
Así es AlKaila, según varios parlamentarios pertenecientes a la comunidad palestina. De buen trato, cariñosa, muy conversadora -demasiado, según algunos-, con muchos estudios -es médico cirujano diplomada en la Universidad de Granada y tiene un magíster en Salud Pública de Berkeley- y un estilo de trato directo que la aleja de la diplomacia tradicional.
Aunque tiene un buen trato con parlamentarios de distintos colores políticos, algunos miembros de la colonia palestina sostienen que carece de una buena red política, como la que ha construido Gabriel Zaliasnik en la comunidad judía. Y dicen que esto se evidenció cuando Piñera reconoció la existencia del Estado palestino. Hay más de una versión respecto a quiénes hicieron lobby y gestionaron ese reconocimiento, pero ninguna incluye a AlKaila desde el principio. “Ella no gatilló ninguna acción, fue iniciativa parlamentaria. La embajada de Israel digita a sus parlamentarios, pero en este caso, eso no pasa: ella no es de lobby”, dice un diputado cercano a la causa palestina.
Otra versión divide las gestiones con La Moneda entre algunos parlamentarios, la Federación Palestina de Chile y la Fundación Belén 2000. “La embajada se sumó después, efectivamente”, confirma un diputado que tiene un contacto fluido con la sede diplomática. “Cuando vio que una de las implicancias del reconocimiento del Estado era otorgarle a la representación palestina el cargo de embajada, apoyó nuestra gestión”, explica la misma fuente.
Activista y torturada
Pero pese a las distintas valoraciones que los miembros de la comunidad palestina tienen sobre el rol político que juega en Chile su recién estrenada embajadora, lo cierto es que Mai Alkaila en Palestina no es una figura recién llegada a las lides políticas. Al contrario: en su tierra es reconocida como una activista de peso, con una larga trayectoria, insuperables redes políticas y una historia personal conmovedora.
Para muchos, Mai Alkaila es a Palestina lo que Michelle Bachelet es a Chile. Doctora, joven activista que durante los 80 fue detenida y torturada durante la primera Intifada. De trato sencillo y directo, de risa fácil y muy de piel.
Durante su paso por Palestina en enero, los miembros de la comitiva chilena constataron con sus propios ojos que la embajadora en Chile no es cualquier miembro del cuerpo diplomático. Ella tiene un trato directo y particularmente afectuoso con el Presidente Mahmud Abbas y con los principales miembros de su gabinete.
“Es muy conocida y querida en Palestina. De hecho, en el viaje se notaba un trato muy especial hacia ella de parte del Presidente Mahmoud Abbas”, comenta un diputado miembro de la comitiva invitada. “Me dio la impresión de que se conoce hace mucho tiempo con él y las otras autoridades. Se veía mucho abrazo, mucho cariño, la trataban con un diminutivo. La consideran muchísimo”.
Miembros de la comunidad palestina sostienen que una prueba del peso específico de Alkaila fue haberla puesto a la cabeza de la mayor comunidad palestina en el extranjero, la chilena. A donde llegó hace cuatro años en calidad de representante de la delegación, acompañada solo de un par de asistentes.