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11 de Marzo de 2011

“Alza de los combustibles: no es la hora de improvisar”, por Marcelo Mena

El Super Lunes pegó con fuerza. Simultáneamente todos fueron a dejar a sus hijos a los mismos colegios a la misma hora, para luego ir a los mismos lugares de trabajo.  La semana anterior nos veníamos anticipando a esos tacos, ya que se había anunciado que las ventas de autos nuevos crecieron en 37% para ese mes.

 

Por Redacción
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El Super Lunes pegó con fuerza. Simultáneamente todos fueron a dejar a sus hijos a los mismos colegios a la misma hora, para luego ir a los mismos lugares de trabajo.  La semana anterior nos veníamos anticipando a esos tacos, ya que se había anunciado que las ventas de autos nuevos crecieron en 37% para ese mes.

 

A nivel nacional podemos ver que hemos subido en un 44% nuestro parque vehicular entre el 2001 al 2009. En la Región Metropolitana la cifra es similar. En el año 2001 habían 915.045 vehículos. En el año 2009 1.306.140, un 42% más.  Sin embargo. si seguimos creciendo en parque vehícular en esas mismas tasas, al año 2022 tendremos el doble de vehículos que hoy.  Cosa de imaginarse los tacos entonces. O cosa de ver ciudades como Chicago, Los Angeles, Ciudad de México, donde los autos cada vez más son agentes de inmovilidad.

 

También se vinieron alzas globales del precio de los combustibles. Acá en Estados Unidos se esta discutiendo usar las reservas de emergencia del combustible porque llegó la bencina a 500 pesos el litro. En Chile. vemos la amenaza de que llegue a los 800 pesos (incluso con un dólar bajo), e inmediatamente pedimos intervención del gobierno. Sin embargo. hay que tener mesura en las medidas que se tomen.

 

Un subsidio a secas beneficiará muy indirectamente a los sectores más pobres del país, que se verán afectados por el alza de transporte público y alimentos.  Beneficiará directamente a quienes más consumen bencina en Chile. Aquellos con vehículos inadecuados para el uso urbano, como las 4×4.

 

Es importante tener mesura porque generalmente se ven las alzas del precio del petróleo por la “inestabilidad en países petroleros” como si eso fuera una excepción a la regla.  Sin embargo, pareciera que estamos ad portas del Peak Oil. Es decir que la producción de petróleo llegaría a su máximo, y ya que la demanda continúa creciendo, el precio se disparará.

 

Hubo un wikileaks que indica por ejemplo, que las reservas de Arabia Saudita en petróleo son mucho menores a las que se creía.  Entonces corresponde a un gobierno no improvisar con estos problemas, ni caer en populismos, y buscar soluciones que disminuyan nuestro consumo de petróleo.

 

Cabe recordarse que los vehículos de combustión interna tienen más menos el mismo rendimiento en promedio que tenía el primer vehículo de Ford (12km/l). De cada litro de bencina cerca de 10 a 20% de la energía se traduce en movimiento. Y de la masa de un auto con un pasajero, el peso de éste representa cerca de 4% del total. Es decir, por cada litro de bencina, sólo 4 a 8 centimetros cúblicos mueven al pasajero. El resto se disipa como calor, exceso de CO2, contaminación atmosférica, demanda de calles e infraestructura en desmedro de los peatones. Como ingeniero me cuesta creer en una crisis del petróleo si estamos dispuestos a derrochar 99% de nuestro combustible.

 

Una forma de poder apoyar un menor consumo de petróleo a nivel nacional es primero que todo creer que eso es bueno. O sea no podemos seguir creyendo que porque se vendan más autos estamos siendo más desarrollados. Cada vez es más aparente que los impuestos recaudados por los automóviles incluso en el impuesto específico no son suficientes para poder solventar los costos adicionales que requiere el estado para cumplir la demanda de infraestructura que generan.

 

Entonces en vez de subsidiar la bencina, mejor aplicar un fee adicional a los automóviles de mayor consumo para poder subsidiar a los de menor consumo. Así con la misma plata podemos apoyar la penetración de vehículos más livianos, con menores emisiones, y que demandan menos infraestructura del Estado.

 

Otra cosa es ponerle cota a la velocidad máxima de los vehículos en carretera. A 120km/h el consumo en carretera es desde 20 a 30% más que a 100km/h (más aún en trayectos de muchas pendientes). Hay que incentivar inflar los neumáticos a la presión que corresponda e informar a las personas para que le echen la bencina con octanaje correcto y no caer en snobismos erróneos de comprar bencina de mayor octanaje (acá en California se vende desde 87 a 93 octanos).  Y en el mediano plazo estimular el transporte público, fortaleciendo el Metro, o bien proyectos de tranvías superficiales, que sí compiten bien con el automóvil en el sector oriente de Santiago.

 

Aunque suene soñador, probar el uso de las bicicletas. Mi trayecto de Vitacura al Centro era lo mismo en auto que en bicicleta, lo que implica que en trayectos más cortos el tiempo de traslado es ventajoso para la bicicleta. Si le tiene miedo a llegar sudado a la pega, explore con una bicicleta eléctrica. Yo tengo una que me cuesta 1 peso por kilómetro. Al mes me ahorro el tag, bencina, cuota del auto, estacionamiento, y además puedo estar en mejor estado físico.

 

Y hay que recordar que cuando pedimos subsidios por la bencina, o más carreteras. le estamos pasando una cuenta cada vez más pesada a nuestros hijos. Las carreteras representan oportunidades perdidas de espacio público (¡Cómo perdimos la oportunidad de tener un lindo parque al borde del Mapocho por privilegiar a la Costanera Norte!), y nos condenan a una ciudad cada vez más inhóspita para los peatones. Además consumir bencina barata hoy hará que sea cada vez más cara para las generaciones futuras.

 

Finalmente, ¿quiere volver a la bencina de 500 pesos el litro? Aplique técnicas de ecomanejo. Si maneja agresivamente, el rendimiento de su auto disminuye en hasta 30% (un estudio de Sistemas Sustentables).  Es decir si deja de llegar acelerando a las rojas y respeta la velocidad máxima, su auto tendrá una mejora en el rendimiento que hará que gaste lo mismo al mes, que cuando costaba la bencina $500/litro.

 

 

 Marcelo Mena es ingeniero civil en bioquímica de la Universidad Católica de Valparaíso, es profesor de la escuela de Ingeniería Ambiental de la UNAB. Obtuvo su MS y PhD en Ingeniería Ambiental de la Universidad de Iowa y postdoctorado en el MIT. El año 2010 ganó la posición Fulbright Scholar in Residence para trabajar en California State University en Fresno.
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