Las dudas y apuestas sobre el estilo de la nueva ministra del caso Karadima

En total reserva y sin que la prensa lograra advertir algún movimiento, ayer -antes de las 8 de la mañana- la ministra en visita Jessica González (47) llegó hasta su despacho en el 34 Juzgado del Crimen de Santiago, en calle Pedro Montt, para iniciar una ronda de tres interrogatorios en el marco de la investigación por abusos que pesa sobre el ex párroco de la iglesia de El Bosque Fernando Karadima.

 

A algunos la diligencia los sorprendió. Sin embargo, desde que el martes pasado asumió la investigación contra Karadima, la gestión de Jessica González se ha hecho notar por su estilo acelerado y madrugador. Y además por la incertidumbre que despierta su desempeño, pues ésta es la primera vez que protagoniza una investigación de alta connotación pública, que involucra no sólo a un sacerdote ya declarado culpable de abuso por el Vaticano, sino que alcanza a los máximos líderes del Episcopado, como el cardenal Francisco Javier Errázuriz, a quien los denunciantes acusan de encubridor.

 

Sólo unas horas después de recoger los antecedentes del caso –que la Cuarta Sala de la Corte de Apelaciones reabrió el pasado 14 de marzo con voto favorable de la propia magistrado– González recibió en su oficina a la parte querellante, representada por el abogado Juan Pablo Hermosilla.

 

Durante el encuentro, la ministra sorprendió al profesional por su manejo de detalles de la investigación, que ya había explorado como miembro de la Corte de Apelaciones. Fuentes cercanas al caso que conocieron detalles del encuentro sostienen que González mostró un trato afable y cercano, aunque bastante firme. A pesar de que ninguna de las partes dio cuenta del contenido completo de la cita, a pocas horas de concluido el encuentro emanó desde el tribunal una orden para que se tomara declaración al menos a 50 personas.

 

El turno de la defensa del sacerdote fue el jueves a las 10 de la mañana, cuando el abogado Luis Ortiz Quiroga llegó hasta su oficina para señalar su “disposición” a cooperar en las indagatorias.

 

Tras ambas citas, González optó por mantener estricta reserva. De hecho, comunicó al equipo de prensa del tribunal que no haría declaraciones públicas durante el tiempo que dure la investigación, que por cierto no tiene plazo. Pero en la Corte Suprema, que el lunes notificó su nombramiento,  apostarían a un proceso acotado.

 

De hecho, fuentes de tribunales sostienen que la elección de González estuvo marcada por el interés de la Corte Suprema por zanjar con rapidez el proceso, que por el hecho de involucrar a altas personalidades de la Iglesia Católica tiene una amplia connotación pública.

 

Presentación en sociedad

 

El caso Karadima es la iniciación pública de Jéssica Gónzález. Hasta ahora su desempeño en la Corte de Apelaciones había sido de baja exposición, pues integraba tribunales colegiados.

 

Previo a ser fue nombrada ministra, la magistrado se desempeñó en el 28 Juzgado Civil de Santiago, siguiendo el consejo del juez Hugo Dolmestch. Eso hasta que el 11 de abril del 2008 fue nombrada miembro de la Corte de Apelaciones, convirtiéndose  en una de las ministras más jóvenes del tribunal con solo 44 años.

 

Por su desempeño en la Corte de Apelaciones González se ha ganado fama de acuciosa y ordenada. Inevitablemente surgen comparaciones entre ella y la jueza Gloria Ana Chevesich, quien investigó el caso MOP-Gate. La abogada Verónica Yáñez opina que “González es una mujer muy acuciosa, muy joven. De estilo similar a (la jueza) Chevesich. De todas formas las mujeres que llegan a estos cargos tienen ese estilo”.

 

Por su parte, el penalista Raúl Meza opina que es prematuro comparar, ya que el caso Karadima  “es la primera investigación en la que (González) va a estar sola”. Todos los consultados concuerdan en que sólo se podrá comparar al ver resultados y una vez que el proceso está más desarrollado, pues sólo lleva un par de días en él.

 

González ha participado en pocos procesos seguidos por la prensa, uno de ellos fue el que se siguió por  “plagio intelectual” al decano de Derecho de la Universidad de Chile, Roberto Nahum.

 

Asimismo, la magistrado integró el tribunal que acogió un recurso de protección a favor de un grupo de funcionarios del Ministerio de Planificación, quienes fueron desvinculados antes de que terminara su contrato, tras el cambio de gobierno. El fallo fue redactado por González. Y a raíz de este hecho un abogado señala que se ganó el respeto de sus pares. “No es obsecuente con ningún tipo de poder. Eso es muy destacable”, dice una fuente en tribunales, que no duda en atribuir a esta característica que haya sido la elegida para seguir un caso tan controversial como el de Karadima.

 

Oriunda de Parral, entró a estudiar Derecho en la Universidad de Concepción en 1981. De esa época la recuerda el abogado DC Sergio Micco. “Era seria, meticulosa, de las que iba a clases todos los días, que además tenía magníficos apuntes y los compartía con el curso”, dice, agregando que nunca participó en política partidista.

 

El sello que Jéssica González busca imprimir a la investigación contra Fernando Karadima por ahora es claro y busca contrastar las falencias en el proceso que hasta el mes de diciembre llevó a cabo el juez Leonardo Valdivieso. Sin embargo, aún está por verse cómo enfrentará las diligencias más controversiales del caso, como un eventual interrogatorio al cardenal Errázuriz, quien la semana pasada en entrevista a El Mercurio dijo que no pensaba que la magistrado lo fuera a llamar, una frase que sonó tanto a advertencia como a una aspiración.