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13 de Mayo de 2011

“Luis Eugenio Silva o la flojera en tiempo real”, por Andrés Azócar

Poco a poco comenzó a circular el anuncio del intento de suicidio del sacerdote Luis Eugenio Silva. Antes de que se convirtiera en noticia, ya estaba en las redes sociales en su estado más embrionario. Y por supuesto, las comunidades organizadas, comenzaron a administrar información real con otra que no lo era, en un mashup imperfecto pero aceptado como hecho(s) real(es). La verdad en sus primeros momentos de vida siempre muestra un rostro que no es el definitivo.

Por Macarena Lescornez
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Poco
a poco comenzó a circular el anuncio del intento de suicidio del
sacerdote Luis Eugenio Silva. Antes de que se convirtiera en noticia,
ya estaba en las redes sociales en su estado más embrionario. Y por
supuesto, las comunidades organizadas, comenzaron a administrar
información real con otra que no lo era, en un mashup imperfecto
pero aceptado como hecho(s) real(es)
. La verdad en sus primeros
momentos de vida siempre muestra un rostro que no es el definitivo. Y
eso en Twitter se asume.

Pero
esta red social está transformando esta lógica en un descampado
para que los mínimos esfuerzos (incluso intelectuales) se dejen de
lado en bien de la instantaneidad
.

Luis Eugenio Silva no sólo se había
intentado suicidar por denuncias de abusos a menores, sino que además
lo había hecho por la presión de un programa de TV. La cercanía de
los periodistas había provocado en el sacerdote la decisión de
quitarse la vida. Todo esto en tiempo real, en pocos minutos,
mientras la Iglesia preparaba un comunicado de prensa con la calma
que los nuevos medios (con justa razón) no soportan
.

A los pocos
minutos supimos que no había abusos ni denuncias comprobadas y que
tampoco Informe Especial estaba tras sus pasos
. (Aunque hay quienes
lo siguen creyendo, pero ese es otro tema)

El
tiempo real planteado por Twitter admite errores. Sin duda. El
terremoto en Lorca (España) pasó de 2 muertos a 4, luego a 8, llegó a 10 y
pronto volvió a bajar a 8. Todos asumimos esa lógica. Y básicamente
todos los eventos que se transmitan segundo a segundo aguantan (y
aguantarán) el error
. Pero tal como se asume esta nueva forma de
asumir la información, también parece necesario instalar ciertas
alertas.

La
cobertura del tiempo real no puede transformarse en la flojera del
tiempo real. Cuando aparecen hechos que despiertan a Twitter, las
comunidades se ven sobrepasadas
. Pasó durante el terremoto en Chile
y pasará en próximos eventos. A la verdad le entra agua. Pero lo
mínimo que se le puede pedir a los periodistas que participan de
esta red social, es que apliquen los criterios que (suponemos) han
aprendido
. Cabeza fría, selección de fuente dentro de la comunidad,
curatoría de los contenidos, elección de enlaces y distribución
responsable. Poco y nada de esto se vio desde que Luis Eugenio Silva
entró en escena hasta el comunicado de la Iglesia.

Twitter
es una gran herramienta informativa, pero también un tremendo
desafío para los periodistas
. Andy Carvin (@acarvin), el jefe de
estrategia digital de la NPR, quien ha trasmitido la revolución
egipcia por Twitter, incluso avisa en sus tuits si las imágenes que
enlazará son violentas o no, como una forma de proteger a su
comunidad. Lo mismo hizo para la muerte de Bin Laden. Apenas comenzó
a circular una foto falsa del terrorista muerto minutos después de
la conferencia de Obama, Carvin, antes de tuitearla, chequeó que el
contenido fuera real.

Los
periodistas no dejan de serlo por estar en una red social tan activa
.
La flojera es mal vista también en el mundo digital y saber filtrar
es hoy una función con un valor tan alto como antes
. Pero
probablemente la sensatez es hoy más valiosa que antes, lo que se
agradece.

PD:
se agradece el incentivo e inspiración de Manuel Contreras
(@vaticanochico) para esta columna.

Andrés Azócar es editor de investigación de TVN, autor del blog Hijodelmedio.com y del libro “Tompkins, el Millonario Verde”. Director ejecutivo del Consejo Editorial de El Dínamo.
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