Camilo Ballesteros: el articulador en la sombra del movimiento estudiantil
El dirigente de la Usach no sólo es el líder del grupo más cohesionado y mejor organizado dentro de la Confederación de Estudiantes, sino uno de los jóvenes con mejor manejo político. Precisamente eso lo apartó de la primera línea, pero no así de las decisiones claves dentro de la Confech.
Carismático, con carácter, con experiencia en la revolucion de los pinguinos de 2006 y con un discurso mucho más político que sus mediáticos pares de la Fech y la Feuc. Así describen sus cercanos al presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Santiago de Chile (Feusach), Camilo Ballesteros, quien pese a su bajo perfil es calificado como uno de los artículadores clave del movimiento estudiantil.
Tanto es así que nada más al asumir su cargo en la cartera de Educación, Felipe Bulnes pidió y recibió información precisa y detallada de este joven de 24 años, estudiante de Educación Física y militante de las Juventudes Comunistas. De hecho, su antecesor en el cargo, Joaquín Lavín, tenía línea directa con este hijo de transportista escolar y de familia comunista, a quien no dudó en llamar por teléfono en momentos decisivos de los acercamientos iniciales.
“Tiene un mayor liderazgo interno comparado con Camila Vallejo o Giorgio Jackson. Es lejos el que convoca más gente a la calle, ya que lleva más tiempo como dirigente. Es más político y tiene mucha más experiencia”, dicen desde la cartera que hasta hace casi un mes lideraba Joaquín Lavín.
Y este análisis ha quedado patente en varias de las manifestaciones que los estudiantes han realizado, desde que comenzó el movimiento hace dos meses. “La Usach es una universidad movilizada. Está comprometida al completo y aporta mucha gente a las marchas y a las concentraciones, a pesar de su tamaño”, admite un dirigente estudiantil de otra universidad estatal que prefiere mantenerse en el anonimato. Algo que es refrendado por Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores y compañero de movilización, quien admite que “la Usach tiene el movimiento más cohesionado y organizado” de los que integran el colectivo de los estudiantes.
En este particular, concuerda el secretario general de la Juventudes Comunistas, Oscar Aroca, quien coincide con la apreciación que tienen en La Moneda sobre el rol que Ballesteros tuvo en el grupo que dio cuerpo al movimiento estudiantil, una visión que se cimentó en las primeras reuniones entre los movilizados y el oficialismo cuando el joven de la Usach era de los más duros a la hora de interpelar a Lavín.
“Le dije que lo primero que yo esperaba era que si íbamos a mantener conversaciones, fuera entendiendo el rol que juega cada uno pero con respeto”, explica el joven. Y esa determinación la tienen clara en su tienda política donde no dudan en proyectar a Ballesteros como un líder, tanto dentro como fuera del partido que encabeza el diputado Guillermo Teillier.
“Camilo ha sido capaz de recoger las inquietudes de los estudiantes de la Usach y establecer un vínculo con ellos”, afirma Aroca, quien señala que desde que llegó a la federación, ésta se transformó en una institución más sólida.
Ballesteros se mueve bien en la dinámica política. Sabe del poder de convocatoria que tiene y que para conseguir objetivos a veces es necesario ceder y también reconocer virtudes en el adversario. En esa lógica recibió con loas la llegada de Bulnes al ministerio.
“Me agradó ayer (domingo) Bulnes. Que pese a no estar de acuerdo con lo que dice, planteó todas sus ideas. Me agradan políticos como Escalona o Bulnes que juegan un rol. Dejó mal parado a Gajardo, planteó que la Confech creó federaciones para echar abajo el documento. Entonces, mostrándose serio, con credibilidad instaló ideas que quedaban en el inconsciente. Valoro a los políticos que logran su objetivo, más allá de que lo comparta o no”, confesó a este medio.
Costo político
Sin embargo, el perfil excesivamente político del dirigente estudiantil habría terminado por alejarlo de la primera línea del movimiento, y específicamente de la Confederación de estudiantes, donde algunos consideran que su sesgo hacía que la postura de la entidad se mimetizara con la de la JJ.CC., organización en la que empezó a militar cuando apenas tenía 17 años.
“Con Vallejo es distinto. Camila siempre plantea cuestiones mucho más amplias y abiertas, justamente porque internamente, dentro de la federación, comparte el espacio con quienes no comulgan con sus ideas”, revela un dirigente que ha participado en varias reuniones de la Confech y que añade que Ballesteros habla más como militante que como dirigente.
“Representa a sectores más movilizados, que existen colectivamente. Tiene un rol más político que social. Tiene una línea mucho más cercana a lo que es su organización. Y por eso mismo tiene costos”, explica la misma fuente.
Costos que pagó cuando en el primer cisma de la Confech -provocado por el malestar de las entidades de regiones- se decidió que quedaran sólo dos representantes de la Región Metropolitana. De hecho, aún se recuerda, a modo de ejemplo, cuando se le cuestionó que haya afirmado públicamente que el movimiento estaba desgastado en minutos en que se estaba gestando la salida del ministro Lavin o que planteara la necesidad de mesas de negociación con el gobierno, cuando los estudiantes aún no habían dado su visto bueno.
Para algunos fueron la evidencia más patente de su reconocido pragmatismo, para el propio Ballesteros es su meta de “canalizar las cosas, que no se vayan cerrando puertas, no caer en la intransigencia, mostrarle a la ciudadanía los avances y los retrocesos. No simplemente estar recalcando lo malo. Quizás es el mismo rol conciliador que le ha tocado a Giorgio, pero es distinto que se plantee esa posición desde la Usach que desde la Cato”. Más allá de las intenciones, aquellas declaraciones no fueron entendidas por sus pares.
“Fueron declaraciones desafortunadas”, sostienen en la confederación, donde además recalcan que el miembro de la JJ.CC. fue increpado y terminaron por desvincularlo de la mesa ejecutiva, lo que derivó en que perdiera visibilidad, aunque no así su influencia. Y es más, Ballesteros asegura que “lo positivo es que una vez que salgo de la mesa ejecutiva ya no tengo que dar cuenta a la Confech. Puedo hacer lo que quiera. Sólo respondo ante mi pleno, el de la Usach donde no me han dado problemas acá”.
Una influencia que quedó más que en evidencia este fin de semana, cuando se transformó en una de las figuras clave en la crisis por la que atravesó la directiva de la Confech al pedir la remoción de toda la mesa ejecutiva encabezada por Vallejo y Jackson. “No era un punto en la tabla, pero yo lo pedí. No estaba cumpliendo el rol que se le había solicitado”, explica Ballesteros sobre un episodio que terminó con Jackson poniendo su cargo a disposición de sus pares.