Así fue la última noche de Manuel Gutiérrez, la muerte que remeció el poder en Carabineros
La desesperación, las acusaciones a carabineros y la posta sin luz. Amigos y familiares del joven muerto en Macul la noche del 25 de agosto, repasan los detalles de una jornada que cambió a una familia, provocó un cisma en la policía uniformada y tiene complicada al gobierno.
“¡Me dieron!”, gritó Manuel Gutiérrez cuando recibió el balazo que finalmente le quitó la vida la noche del jueves 25 de agosto. Estaba junto a su hermano Gerson (23) y a su amigo Giusepe Ramírez (19) en la esquina de Amanda Labarca con Federico Hannsen, a dos cuadras de Américo Vespucio, en la comuna de Macul.
Esa noche, la segunda jornada del paro nacional convocado por la CUT, Manuel fue a la esquina del pasaje donde vivía para ver las barricadas y fogatas que había en la calle Ramón Cruz junto al mayor de sus 3 hermanos. Luego se les unió su vecino y amigo Giusepe, y juntos caminaron hacia Amanda Labarca.
Cristian Cid, vecino “nacido y criado” en la población Jaime Eyzaguirre tiene un local justo en la calle donde falleció el joven de 16 años. Además fue uno de los seis testigos que declararon el viernes pasado en la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones.
Según su relato, “esa noche había como unas 100 personas en la calle. Estaba tan tranquilo que incluso salí con mi hijo de 16 años. En esta calle no había ni una barricada, por eso caminamos hasta Américo Vespucio como tres veces. En una de esas, quedo a mitad de camino porque la gente gritaba que venían los pacos”.
“A lo lejos vi a los pacos y luego una cortina de humo. No recuerdo haber sentido la lacrimógena. Sólo vi mucho humo. Detrás de esa cortina de humo escuché los tunazos, tres balazos”, recuerda.
Otro vecino de Manuel, que esa noche también estaba en el pasaje, se agachó al escuchar los disparos y luego lo reconoció entre el humo. El joven le dijo “que algo le había llegado en el pecho, le vimos el polerón y ya estaba sangrando. Se limpió las manos en el polerón y lo dejó entero manchado. Entonces se desmayó en mis manos y lo levantamos entre todos. Ya estaba inconsciente y con los ojos desorbitados. Ahí lo dejé en el suelo y corrí a avisarle a la familia y a buscar un camión para llevarlo a la posta”.
Un amigo del joven que también vio el ataque, recuerda que Gerson, el hermano de Manuel, “lo zamarreaba para que no se durmiera. En ese momento, todos gritaban “asesinos” a los pacos. Todos, todos vieron que fueron ellos. Había un radiopatrulla en Vespucio. Hay gente que asegura haber visto una micro de pacos también”.
Cristián Cid agrega que “cuando corrí a ayudarlo, de vuelta venía un segundo compadre herido, con un balazo en el hombro que gritó que estaban disparando. Ahí un grupo de vecinos ya había tomado a Manuel y lo llevaron a la Defensa Civil”, recinto que le dio los primeros auxilios al joven evangélico hasta que llegó el camión que lo trasladó a la Posta 4 de Ñuñoa.
Cuando llegó el vehículo tuvieron que dejar a Gerson “porque nos íbamos a demorar mucho más al subirlo con la silla de ruedas. Momento difícil, pero íbamos a perder tiempo y cada segundo era vital. Entonces él se devolvió solo hasta su casa”, recuerda Cid.
La posta sin luz
Cuando llegó un vecino junto a Manuel, su hermano Gerson y su amigo Giusepe al recinto médico, “se cortó la luz”. A los minutos llegó su familia.
El hermano de Manuel, Isaac Gutiérrez, cuenta que su hermana Jacqueline lo llamó para darle la noticia que cambiaría a su familia para siempre: “me dijo que mi hermano había recibido un perdigón en el pecho. Yo llegué con unos amigos a la posta, pasaron unos 15 minutos con luz y después… silencio y oscuridad. Lo vi cuando le estaban haciendo la reanimación. Me filtré y miré por una ventana. Vi que tenía una incisión en el pecho y que la intención a lo mejor era sacar la bala, vi cómo le daban ventilación. Pero no era de Dios. Era su hora”.
“Este cabro era bueno. Pero no como todos los muertos que son buenos al final. Era bueno de verdad. No tiraba ni una piedra ni un palo cuando uno anda haciendo desorden. Fue a copuchar y tuvo mala suerte no más”, dice uno de los vecinos raspando cera de vela que quedó pegada en el suelo del pasaje tras una de las velatones que se han realizado en conmemoración de Manuel.
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