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23 de Septiembre de 2011

Nuestras Artistas: Elisa Zulueta

Estuvimos compartiendo un café con la encantadora actriz y dramaturgo chilena Elisa Zulueta, el mismísimo día de su cumpleaños número treinta. Ocasión en la que hablamos sobre su carrera, proyectos, vida e ideas.

Por Redacción
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Estuvimos compartiendo un café con la encantadora actriz y dramaturgo chilena  Elisa Zulueta, el mismísimo día de su cumpleaños número treinta. Ocasión en la que  hablamos sobre su carrera, proyectos, vida e ideas.

¿Siempre tuviste vocación de actriz?

Desde chica me gustaba actuar, pero también me gustaba la idea de ser matrona, cientista política o periodista y cambiaba de idea todo el tiempo. Lo cierto es que no siempre supe que iba a ser actriz, pero justo en  cuarto medio, era lo que tenía en mi cabeza.

¿Cuál es la relación de tu educación y tu veta artística?      

Crecí sin televisión y sin estar conectada al Nintendo, me pasé gran parte de mi infancia estimulada por mis padres, con talleres, lectura y juegos. Ahora, no vayan a creer que soy una artista completa, estoy lejos de serlo, soy muy mala para las artes manuales tanto así que mi mamá me hacia los trabajos de técnica manual para el colegio. Me gusta escribir y actuar, pero no tengo ninguna sutileza artística, imagínate si ni siquiera sé cocinar.

En tus obras el tema de la familia es recurrente ¿Por qué?

La familia es una micro muestra de lo que pasa a nivel social. A mi juicio es un organigrama que facilita la identificación del espectador con lo que sucede en escena.  Me gusta hablar de lo que les sucede a las personas y por eso utilizo a la familia como modelo y espacio en que estas cosas suceden.

¿Cuál es tu postura ante los temas de debate público y la actual revuelta de los movimientos sociales?

Para mí apoyar a los movimientos sociales tales como el de la educación es un deber cívico. Es cachar en el país en el que vives. Y verlo desde el privilegio que a uno le tocó, es más importante y necesario aún. Creo que una de las ventajas de hoy en día es poder acceder a información, poder generar opiniones y comunicarlo inmediatamente; nos llega la información de lo que está pasando en Chile y el mundo en el inmediato, podemos hacer juicio de lo que pasa o ha pasado, y que antes se desconocía por presiones políticas o dificultad de acceso a la información. Esto ha facilitado la denuncia del descontento general, nos permite manifestar que el sistema nos parece tremendamente  desigual. Es un país, profundamente injusto, está mal estructurado desde su base, no está del todo regularizado, existen vacíos dónde se permiten las irregularidades y por ende, mal fiscalizado. He ido a algunas marchas, y no soy de quedarme en la mera crítica, ni entrar en la lógica del politiqueo cuando yo misma tengo “tejado de vidrio” porque estoy muy inserta en este sistema y trabajo dentro y para él. Trato de hacer la diferencia en el cómo vivo,  sin ningún tipo de lujos, ni un costo de vida alto. Es difícil que uno solo genere cambios, por eso es importantísima la participación de muchos.

¿Qué opinas de que la gente te vea como una mezcla de chica sexy e intelectual, tan introspectiva como expresiva?

Cero sexy, aclarémoslo. Es cierto que vivo en la dualidad entre ser extrovertida socialmente y para cosas que no me comprometen a mí directamente, pero soy muy introvertida en lo personal. Es más prefiero los espacios íntimos me cuestan la fiestas masivas, me siento incomoda porque soy muy pudorosa y prefiero estar con los míos, ser más casera. Lo contradictorio del asunto y he ahí la dualidad es que soy actriz, y muchas veces –como ahora- hablo de mí y mis cosas, y la mayoría me arrepiento.

Creo ser físicamente poco sexy, no me arreglo mucho y  uso  ropa muy  holgada. Además me carga ir por la vida como un ser seductor o coqueto  y  relacionarme con otros desde el joteo me genera profundo rechazo. Para mí lo atractivo no es lo físico, sino que el humor, lo que la otra persona sepa, poder hablar, y prefiero una buena conversación a que me estén seduciendo permanentemente.

Particularmente yo me veo como una mina relajada y bastante simple, pero cerebralmente a mil y esto de estar al cien por hora creo que es algo que marca no sólo a mí, sino que es algo tranversal, vivimos todo intensamente lo que nos demanda la  tarea de aprender a parar porque a los 30 nos están llegando los achaques propios de la inmadurez de hacerlo todo ahora ya, por no ser capaces de tener alturas de miras y tomarnos las cosas con calma. Una cosa es rayar con lo que uno hace y otra empezar a sacrificar la propia salud física o mental y las relaciones por cumplir, ahora bien lo paradójico de ser actriz es que uno no es reemplazable y con salmonella o porcina, tienes que estar siempre tú, porque nadie puede hacer tu pega. El equilibrar sin duda es mi gran pendiente. 

 Antonia Santa María y tú ¿uña y mugre?

Claro que sí, la Antonia es como mi esposa, es mi partner. Desde la escuela de Teatro siempre admiré lo rigurosa, esforzada, estudiosa y llevadora a puerto de proyectos que es ella, además de ser una gran actriz, para mi es la mejor gestora con la que se puede contar. Antonia, tanto en Pérez como en Gladys ha sido pieza fundamental para mí, me siento muy cuidada, valorada, cómoda. Sabemos llevar nuestras debilidades, los egos, mantenemos las distancias y cuidamos ante todo la amistad.

¿Cuál es el valor de las redes sociales hoy en día para la industria cultural?

El teatro, danza y música, la literatura, etc., necesitan de la difusión para que funcionen y llegue el público. En ese sentido  las redes sociales  cumplen con la función de ser una red de difusión inmediata y masiva, te ahorra el trámite de comprar el diario, buscar la pagina y encontrar la cartelera de espectáculos, ahora basta con un click o un mensaje que te llega a tu teléfono. Ahora bien las redes sociales son una herramienta pero también  pueden llegar a ser traicioneras ya que es más abierta y masiva  la crítica, pero es la obligación de nosotros de ponerle calidad a las cosas que hacemos, hay que estar a la altura del millón de juicios que van a aparecer.

¿Qué opinión tienes con respecto a una creciente presencia de mujeres en la dramaturgia?

Cada vez son más las mujeres escribiendo, dirigiendo y  gestando obras como Manuela Infante, Begoña Ugalde, Emilia Nogera, Andrea Moro, Andrea García-Huidobro, Marialy Rivas y Manuela Martelli entre otras. Hasta el momento este ha sido un país construido desde una historia, una voz y una mirada masculina y creo que se generó un punto de inflexión con Bachellete quien se tuvo que mamar todos los prejuicios que recaían en el ser mujer y ocupar una posición pública y de poder. Creo que gracias a ella hoy en día ya no es tema si una mujer escribe, dirige o no, en el sentido que una mujer que participa activamente en el mundo cultural dejó de ser un tema, o de ser considerada como única en su tipo. Y lo más bonito, es esto mismo, deja de sorprender que una mujer destaque, simplemente es no más, porque creo que ese sorprenderse que una mujer dirija una película, existe cada vez menos. Creo que las mujeres tenemos una cualidad, de poder tener los ojos en muchos lugares, esa multiplicidad de atención, favorece en la pega de escribir dirigir y gestionar las ideas propias.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Centrados en el teatro, ya escribí una obra que la va a dirigir una gran amiga (les haré llegar más datos) y ahora estoy investigando para escribir una nueva obra. Eso sí debo decir que me asusta las expectativas que me deja Gladys, pero es un miedo que está lejos de paralizarme. Soy autoexigente, y quiero hacer bien la pega, no sólo por mí, sino porque creo que es una responsabilidad estar a la altura de las exigencias. Me hago cargo de todas las críticas que me hacen, las anoto, y evito volver a caer en ellas.

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