La siesta del Hudson dura veinte años
El macizo volcánico ha mantenido regularidad en sus explosiones de las últimas cuatro décadas.
El enjambre sísmico que afecta a la zona del volcán Hudson nos hace considerar un hecho que llama la atención: sus dos últimas erupciones han estado espaciadas por lapsos de veinte años.
El estallido de 1991 se inició entre el 8 y el 15 de agosto, causando la formación de un nuevo cráter. El macizo permaneció activo hasta el 29 de diciembre del mismo año. En la ocasión, la nube de gases, humo, vapor y polvo se elevó hasta los 12 mil metros de altura, atravesando la cordillera y causando estragos en la agricultura. La pluma llegó hasta el Atlántico, alcanzando incluso a cubrir montañas en la zona de Ushuaia, a 1800 kilómetros de distancia.
En los alrededores del macizo se acumularon capas de material arrojado por la explosión volcánica, las cuales oscilaron entre los 45 y los 120 centímetros de grosor.
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La actividad de 1971 no alcanzó la misma magnitud, registrándose algunas cenizas en Chile Chico y en la localidad de Los Antiguos, en la Patagonia argentina.
El volcán Hudson se eleva a 1.790 metros de altura, ubicándose a 15 kilómetros del Océano Pacífico. Tiene una base de 5 kilómetros y termina en una meseta de 3 kilómetros. El diámetro del cráter principal es de 500 metros.