[Exclusiva] Reclusos de San Miguel recuerdan el día del incendio: “¡En ese momento, apareció el mismo diablo!”
Sobrevivieron a la peor tragedia carcelaria del país. Dos de los internos del penal narraron para El Dínamo cómo ha sido este año, sin olvidar la noche en la que "mirabas al frente y veías puros pies de gente quemándose".
Hace un año, despertaron con los gritos de la pelea entre los internos del ala sur con los del ala oriente y volvieron a cerrar los ojos cuando cayeron inconscientes por el humo inhalado. Alexis Carrasco Ahumada y Henry Arcapido Tapia son dos de los reos que sobrevivieron el 8 de diciembre del 2010 a la mayor tragedia carcelaria de la historia del país: el incendio de la cárcel de San Miguel que terminó con la vida de 81 internos.
Esa noche, Carrasco y Arcapido dormían en sus colchones ubicados al fondo del ala norte del cuarto piso de la torre 5 del penal, donde en total había 75 internos, de los cuales 15 fallecieron por asfixia. Los dos reos fueron testigos directos de cómo se inició el fuego, y de cómo “apareció el mismo diablo en ese momento”. Ambos estuvieron en medio de los gritos desesperados pidiendo ayuda y escucharon cuando todo se convirtió en silencio “porque ya todos estaban muertos”.
Hoy, cuando se llevarán a cabo varios actos conmemorativos organizados por la Agrupación 81 Razones, el grupo de sobrevivientes se encuentra en el cuarto piso de la torre 3 del penal, luego de varios traslados al interior del recinto. Ha sido un año duro, pero a pesar de ello, Carrasco y Arcapido accedieron a narrar en forma exclusiva para El Dínamo cómo recuerdan -aquella fatal noche que no sólo marcó sus vidas sino la de la historia penal de todo un país.
“¡En ese momento, apareció el mismo diablo!”
Alexis Carrasco Ahumada tiene 30 años y dos hijos, uno de 15 y otra de 5. La noche del incendio fue sacado por bomberos y luego internado en la enfermería del penal, donde reaccionó luego de “vomitar todo lo tóxico que había tragado, puro alquitrán”.
¿Cómo estás a un año de la tragedia?
-Este año ha sido complicado, estoy con tratamiento siquiátrico, tomando pastillas, con pesadillas en las noches. Es algo que uno nunca va a olvidar. No puedo dormir en la noche, quedé traumado.
¿Cómo ha sido el trato de Gendarmería durante este tiempo?
-Han tomando represalias, como malos tratos, malas palabras. Nos andan buscando para mandarnos castigados, de repente, sin ningún motivo.
¿Se han contactado con la Agrupación 81 Razones?
-Claro, estamos solicitando beneficios para los sobrevivientes. A mí, como me quedan nueve años de 13 de condena, estoy pidiendo una rebaja por todo el daño sicológico.
¿Y tu conducta estos meses te acompaña?
-Este año estudié, hice el curso de desarrollo personal, el de alcohol y drogas, y el de comunicaciones afectivas. Además, terminé el colegio y tengo una muy buena conducta. No me he ido castigado, me he portado bien. ¡Si quiero puro irme pa´ la calle!
¿Te notas cambiado?
-Aprendí a aprovechar la vida, a mis amigos, a mi familia, a mi mujer, a mi mami… a quererme más. Quiero rehacer mi vida.
¿Qué recuerdas de la noche del incendio?
-Desperté con los gritos de la pelea. Todos gritábamos que pararan la mano, que no pelearan más, porque vimos que se iban a matar. Era una pelea campal.
¿Viste cuando se prendió el fuego ?
-Sí, estaba peleando el ala sur con el área chica y uno con un soplete, un balón de gas, una manguera y un encendedor prendió todo y rápido: los colchones, los biombos, todo rápido, rápido. ¡En ese momento, apareció el mismo diablo! Todo se encendió al tiro, todas las literas, las sillas plásticas, las cortinas que acá se llaman biombos, se prendió todo, todo y empezaron a quemarse al tiro los cabros.
Era puro grito y humadera, los cabros gritando , metiéndonos a los baños, arrancando al fondo porque era desesperante, nosotros respirando aire como alquitrán.
Y ponle que en 20 minutos era puro silencio… nosotros nos estábamos muriendo y al frente los cabros ya estaban todos muertos. Oíamos algunos gritos hacia los gendarmes desde las otras torres, pero los pacos no estaban ni ahí, “muéranse hijos de perra, muéranse”, decían desde la marquesina.
Por mucho que hayan cometido un delito, no es para que murieran de esa forma. Si nos hubieran rescatado, y nos hubieran apaleado por último…, pero los pacos no hicieron nada, veían que los machucados se morían… y no hicieron nada.
¿Y que pasó luego?
-Cuando no vimos nada, nos tiramos todos al suelo de guata y ahí empecé a pedirle a Dios que me perdonara… Y todos gritaban: “¡nos estamos muriendo!”… cuando ya me estaba desvaneciendo, alcancé a escuchar los ronquidos de los cabros que se estaban muriendo, y no supe más.
“He visto varias represalias contra nosotros”
Henry Arcapido Tapia, tiene 24 años y un hijo. Luego del incendio fue trasladado de urgencia a la Posta Central, donde estuvo internado cinco días y conectado a un ventilador mecánico debido a las quemaduras en el sistema respiratorio.
¿Cómo ha sido el trato de las autoridades del penal con los sobrevivientes del incendio?
-Malo. Gendarmería ha estado fome con todo lo que nos ha pasado. Cuando viene la autoridad se lavan las manos, nos tratan entero de mal, andan como a pasos de nosotros, con cualquier roce nos tratan mal y nos dicen “ya están sacando caritas los sobrevivientes”.
He visto varias represalias contra nosotros. De repente vienen las autoridades y limpian toda la torre, dan comidas ricas, pero desaparecen las autoridades y vuelve a lo mismo de siempre. Es una moneda de dos caras.
Nos amenazan con trasladarnos a otros penales que no son de Santiago, que son lejos y ahí quedamos mal porque la familia está aquí.
¿Estuviste con algún tipo de tratamiento luego de salir del hospital?
-Estuve yendo al siquiatra y de un día para otro no me llamaron más, no me dieron más pastillas. Más encima eran muy fuertes y me dejaban durmiendo. Me pasaba así. Ellos creen que durmiendo a uno se le van a pasar las cosas.
¿Qué recuerdas de la noche del 8 de diciembre del año pasado?
-No se veía nada. Para uno ya son costumbre los alegatos por lo que yo seguí acostado… hasta que empezó el fuego que se veía por una lata que da a la ala sur. Estaba saliendo mucho humo.
Más encima salía caliente, y todos se empezaron a tirar al suelo. Escuchamos puros gritos… mirabas al frente y veías puros pies de gente quemándose… con el humo empezaron a desmayarse.
Yo quedé en la tercera ventana, al medio del pasillo… y desperté en la Posta Central el sábado en la tarde. De ahí me trasladaron al hospital penal donde estuve como 5 días recuperándome.
¿Cómo ha sido este año para ti luego de la tragedia?
-Se notó mucho la diferencia en este año. Nos hemos tranquilizado mucho nosotros. Nos dimos cuenta que los que sufrimos no somos tan sólo nosotros , sino que también una familia que nos quiere.
De repente, uno cae acá por necesidad. Uno no tiene estudios, no tiene trabajo y hubiéramos querido otra vida, pero la realidad es ésta y uno tiene una familia que cuidar.
Y con los antecedentes, ¿quién nos va a dar trabajo? Nosotros no somos malos, somos humanos que pedimos una oportunidad, pero nos discriminan mucho….
No somos perfectos, todos cometemos error en la vida, pero todos queremos salir adelante.
¿Cambiaste después de lo ocurrido?
-Antes no se demostraba tanto el afecto. Todo lo que pasó, nos sirvió para acercanos a nuestras familias, y darnos más cariño. Valoramos harto lo que ha pasado.
Ayudarse y apoyarse más en nuestros cercanos para salir adelante. Me quedan nueve meses para cumplir los cinco años y medio de condena y sólo quiero salir para estar con los míos y aprovecharlos.