Reforma electoral: aquí los candidatos a suceder (o no) al sistema binominal
¿Cómo terminará el actual debate sobre el sistema electoral? Algunos aseguran que si es que se reforma, se reformará poco. Otros, postulan cambios drásticos y, por tanto, menos viables. Pero mientras los políticos se ponen de acuerdo, aquí un breve repaso a las propuestas en discusión.
Mucho se habla de reforma electoral. En público y con un micrófono delante, son cada vez más las voces -incluso desde los sectores más reticentes- que buscan ponerle la lápida a un sistema binominal que parece no dar el ancho. Se cree que a través de este cambio se puede lograr una mayor proporcionalidad -lo que algunos traducen en mayor representatividad- o bien una mejor competitividad en la arena política.
Es así como al debate se han lanzando propuestas que van desde uno proporcional, que tendería a buscar la representatividad legislativa de todos los actores políticos, hasta uno uninominal, que privilegiaría nuevas y sólidas mayorías al estilo británico, sin olvidar la opción de sólo corregir el actual binominal, incorporándole mayores dosis de proporcionalidad a través de una lista nacional de parlamentarios.
Sin embargo, antes de entrar al detalle de las propuestas, lo cierto es que gran parte de la viabilidad de la transformación -y en eso coinciden los expertos consultados- pasa, más que por el sistema de reemplazo escogido, por la necesidad que éste tenga de “redistritar” el mapa electoral. Es decir, de redibujar las fronteras de los distritos, a través de un reordenamiento de los ya existentes, de la creación de nuevos o de la eliminación de algunos.
La idea, en teoría, es “corregir” la sobrerrepresentación dentro del total de cupos en disputa de las circunscripciones menos pobladas, o adecuar el mapa de escaños al nuevo sistema electoral, como ocurriría, por ejemplo, con el cambio a uno uninominal. Cualquiera sea el caso, lo cierto es que a mayor rediseño de las reglas del juego menor es la viabilidad política de la reforma. Por una simple razón: y es que a quienes apoyan el binominal por convicción, resulta fácil que se les sumen quienes ven en los cambios un peligro cierto para su reelección bajo normas nuevas, desconocidas y de resultados inciertos.
De hecho, no son pocos quienes apuntan a que más que una tradicional batalla entre oficialismo y oposición, aquí la disyuntiva es otra: entre la clase política -y su defensa a las reglas del juego que la sostienen- y los técnicos electorales o, incluso, la ciudadanía que intuye que las mejoras reales del sistema deben pasar, inevitablemente, por reformas profundas al mapa y sistema electoral.
Dicho esto, aquí un breve resumen de las propuestas hasta ahora conocidas:
BINOMINAL
El actual sistema implica la elección de dos representantes por cada distrito o circunscripción, lo cual termina por generar estabilidad entre un par de bloques e incentivos a los pequeños actores para moderarse y participar en los grandes conglomerados. A ojos de sus detractores, esta propuesta no hace más que excluir a los chicos perjudicando su representatividad en el Congreso. Para que una coalición pueda llevar al legislativo a sus dos representantes, la lista del candidato más votado debe doblar en sufragios a la que lo sigue en competencia. Si no lo logra, lo que suele ser habitual, se eligen a dos postulantes entre las dos listas más votadas.
Incluye redistritaje: No.
Beneficia: A las dos principales coaliciones. A nivel de distrito, el “segundo” conglomerado suele resultar beneficiado ya que con inferior cantidad de votos puede lograr la misma cantidad de escaños que el “primero”. Sin embargo, a nivel nacional, esta diferencia se promedia y tiende a ser un modelo más proporcional entre ambos bloques.
Perjudica: A los partidos pequeños, para quienes resulta casi imposible lograr escaños sin integrarse en una de las dos grandes listas en carrera.
Lo apoya: Actualmente, en la Coalición por el Cambio se encuentran sus más fieles defensores en público.
Viabilidad Política: Alta. Es decir, es muy probable que el actual sistema siga en funcionamiento en las próximas elecciones parlamentarias, y que cualquier cambio -de realizarse- entre en vigor sólo a partir de 2017 . Además, no son pocos quienes creen que mantener el statu quo es una tentación considerable entre los parlamentarios, dado que los últimos intentos de reforma -comisión Boeninger, 2006- fueron un fracaso por la falta de apoyos.
BINOMINAL CORREGIDO
Al igual que el binominal, esta modalidad implica la disputa de dos cupos por distrito. Eso sí conlleva la creación de nuevos escaños parlamentarios. En la Cámara de Diputados, se podría pasar de 120 a 150 escaños, mientras que en el Senado se aumentaría de 38 a 50. Estos nuevos cupos saldrían de una “Lista Nacional”, es decir se le pediría al votante que además de eligir al representante de su distrito -donde seguirían siendo elegidos dos-, opte también por un candidato de esa “circunscripción” nacional. Todo indica que esta última se regiría por un sistema lo más proporcional posible. Es decir, si una lista obtiene el 20% de los votos, tendría derecho a ocupar el 20% de los escaños en disputa por esa lista nacional.
Incluye redistritaje: No.
Beneficia: A los partidos pequeños que ahora podrían obtener escaños en el Congreso, gracias a la proporcionalidad que introduce la circunscripción nacional.
Perjudica: A los grandes conglomerados, en el sentido que si bien siguen siendo elegidos por el mismo sistema, ahora deben compartir el escenario parlamentario con nuevos actores que hasta ahora estaban excluidos. Es decir, pierden la exclusividad de ese espacio político.
Lo apoya: En un principio, nació de sectores concertacionistas pero contaría también con auspicios en el oficialismo. Si de reformas se trata, es la que más apoyos transversales genera.
Viabilidad: Moderada Alta. Si bien, podría encontrar más reticencias en la derecha -que por razones ideológicos tiende a defender sistemas de baja fragmentación- es la reforma que menos “ruido” genera comparado con el actual sistema. En tanto, la Concertación lo miraría con simpatía ya que aumenta la proporcionalidad, algo que ideológicamente le resulta cómodo. Pero más allá de los planteamientos públicos, lo cierto es que al no requerir redistritaje y no amenazar a los parlamentarios actuales, su posibilidad de ser aceptado aumenta. ¿Problemas que presenta? Para unos, que sea vista por la opinión pública como una reforma cosmética y no de fondo, y para otros, como un cambio difícil de “vender” ante una ciudadanía que sólo vería un mayor gasto público al aumentar la cantidad de escaños.
UNINOMINAL
Esta propuesta bien puede ser resumida como que “el primero que llega a la meta se queda con los escaños”. Es decir, todos compiten sólo por un cupo, como lo que sucede actualmente en las elecciones presidenciales. La principal consecuencia de este sistema es la formación de amplias mayorías, que obligan a los partidos minoritarios a alinearse junto a los grandes. Fuera de esa dinámica, los grupos pequeños no tendrían ninguna posibilidad de salir elegidos de forma independente, es decir se deja de lado cualquier cuota de proporcionalidad. Este es el sistema utilizado, por ejemplo, en democracias como el Reino Unido o Estados Unidos.
Incluye redistritaje: Sí, ya que implica rehacer por completo el mapa político, donde cada circunscripción elige a un representante.
Beneficia: A quienes sean capaces de formar grandes mayorías. Sin embargo, hay que tener en cuenta que introduce importantes dosis de incertidumbre ya que pulverizaría no sólo la actual estructura al interior de las alianzas sino la existencia de los propios partidos como hoy los conocemos. Es decir, veríamos vigorosos y grandes conglomerados, más que la suma de varios y definidos partidos. A nivel práctico, sus defensores postulan que se tenderían a reproducir a nivel parlamentario, las fuerzas que ya se aprecian en las elecciones presidenciales que son uninominales.
Perjudica: A los grupos minoritarios que no optan por asociarse para formar mayorías.
Lo apoya: Sobre todo, centros de pensamiento cercanos a la Coalición por el Cambio, ya que reduce considerablemente la fragmentación política y, por ende, tendería a mayorías estables.
Viabilidad: Baja. Implica rehacer el mapa político y, en consecuencia, el sistema de partidos con todos los riesgos, costos e incertidumbres que aquello implica no sólo para las colectividades, sino -y principalmente- para los parlamentarios que verían peligrar seriamente su reelección.
PROPORCIONAL
Esta opción implica lo que se tiende a llamar un “espejo de la sociedad”. Es decir, representa de manera fiel la cantidad de votos en los escaños alcanzados en el Congreso. Por ejemplo, si un partido consigue un 30% de los sufragios, obtiene un 30% de los cupos en disputa. Es por ello que -dependiendo de su “grado” de proporcionalidad o de cuán “moderado” sea- tiende a dibujar un mapa político con más o menos partidos, lo que conllevaría una mayor o menor probabiliad de generar mayorías sólidas o amplios conglomerados como los que hoy conocemos. Y es que las consecuencias por el reacomodo de fuerzas no son las mismas si se eligen 4 o 10 escaños por distrito, ya que los incentivos hacia posibles alianzas son muy distintos en ambos casos.
Incluye redistritaje: Sí.
Beneficia: A los partidos pequeños, agrupaciones o facciones que quieren abandonar o son distintas de los grandes conglomerados, pues ya no tienen incentivos electorales para permanecer en ellos.
Perjudica: A los grandes conglomerados, lo cual se acentúa a mayor grado de proporcionalidad.
Lo apoya: La Concertación -que recientemente propuso uno “proporcional moderado”- y sectores de izquierda extraconcertacionistas.
Viabilidad: Baja, aunque todo depende del grado de “moderación” que se postule. Es decir, un sistema con cuatro escaños, resulta algo similar al actual binominal, ypor lo tanto más susceptible de consenso que uno que opte por 10 escaños. Ideológicamente, muchos sectores de la Concertación -y ciertos grupos liberales de la centroderecha- se sienten cómodos defendiendo esta opción. Sin embargo, al igual como ocurre con otros sistemas, éste implica un profundo cambio de las reglas del juego que permitieron la elección de los actuales parlamentarios, por lo que es esperable que algunos de ellos se opongan a su implementación.
Para la elaboración de esta nota se acudió a las siguientes fuentes: “Sistema binominal y modernización electoral: Evaluación y lineamientos de reforma”, Álvaro Bellolio y Jorge Ramírez, Libertad y Desarrollo (2011) – “Reforma al binominal: ¿en qué consiste el sistema binominal?”, Cristóbal Aninat, Instituto Políticas Públicas, UDP (2012) – René Canales, jefe de bancada PPD – Ricardo Solé, dirigente nacional del PC – Álvaro Bellolio, Libertad y Desarrollo – Cristóbal Aninat, Instituto Políticas Públicas, UDP.