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14 de Febrero de 2012

Y si hoy hubiera otro terremoto, ¿cómo responde la Onemi?

La cuenta pública de Vicente Núñez, ahora ex director del organismo, despertaron una serie de observaciones a los avances a casi dos años del terremoto y tsunami del 27-F.

Por Ramón Badillo - Edison Bernal
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A 13 días de que se conmemoren 2 años del terremoto y tsunami que azotó al país el  27F, desde el Gobierno sacan cuentas alegres con los avances en materia de reconstrucción. Hay una ostentosa campaña publicitaria ($402 millones)  del Ejecutivo para difundir sus adelantos y en los próximos días se concretará una nutrida agenda con inauguraciones de obras en las regiones golpeadas por el desastre.

En esa misma línea, hace pocos días el saliente director de la Onemi, Vicente Nuñez, presentó  su cuenta pública (coincidente con su despedida). Y en ella resaltó los avances de la oficina que encabezó por 692 días.

“Hoy ante el país puedo decir que dejo la ONEMI con la profunda satisfacción de haber podido junto a ustedes reconstruir nuestra ONEMI, y con el legítimo orgullo de ver a un país que vuelve a creer en nosotros” , recalcó el pasado 1 de febrero, antes de que el senador Alejandro Navarro salpicara su salida al dar a conocer una investigación de la Contraloría sobre anomalías en la asignación de viáticos del personal y contratación de servicios.

Ayer, en tanto, fue el propio ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, quien salió a recalcar que hoy “ la Onemi es más eficiente que la que recibimos en marzo del 2010″ y que en estos dos años se ha trabajado intensamente en preparar al personal para no cometer los mismos errores del 27F, cuando el Shoa emitió una confusa alerta de tsunami que  la Unidad de Alerta Temprana desestimó y que luego fue definitivamente cancelada  bajo la equivocada idea de que un terremoto con epicentro en tierra sería incapaz de provocar un tsunami. Errores de procedimiento y de criterio con resultado ya conocido:  156 personas fallecidas y 25 desaparecidas.

Pero a dos años del terremo, ¿qué tan real es la reconstrucción del organismo de emergencia que, según la ONU, la Cámara de Diputados y la Justicia, fue el órgano que más falló la fatídica noche del 27 de febrero? ¿La actual Onemi da garantías de un mejor desempeño en caso de una nueva catástrofe?

Más allá de los discursos, las buenas intenciones y los proyectos en curso, los especialistas responden con un rotundo “no”. Y aseguran que en el organismo subsisten los puntos débiles evidenciados el día del terremoto. Los mismos que, según el fallo de la ministra Solange Huerta, les costó la formalización por cuasidelito de homicidio a 8 funcionarios de gobierno, incluidos el ex subsecretario del Interior, Patricio Rosende, y la ex directora del organismo de emergencia, Carmen Fernández.

En opinión del ex director de  Protección Civil de la ONEMI, Rodrigo Nicolau, en estos dos años la ONEMI no ha logrado subsanar sus falencias de comunicación, no ha logrado un nivel de funcionamiento acorde con los estándares internacionales y su presupuesto aún es débil, por lo que tiene serias dudas frente a la respuesta del organismo si hubiera una nueva gran emergencia. “Me temo que algunos de los errores que se cometieron hace dos años atrás vuelvan a ocurrir”, dijo hace unos días en entrevista con CNN.

En la misma línea, el ex director de la ONEMI, Alberto Maturana asegura que el gobierno se equivoca al apostar todo a la creación de la Agencia Nacional de Protección Civil. Está previsto que esta entidad reemplace a la Onemi y se encargue de coordinar y ejecutar las acciones de prevención de emergencias y protección civil. Bajo el mando del ministerio del Interior esta institución asesorará a las autoridades en las labores de planificación y coordinación de emergencias.

“La ONEMI no puede depender de un ministerio si su función es coordinarlos a todos en caso de emergencia”, recalca Maturana sobre el proyecto de ley ingresado por el gobierno el pasado 22 de marzo de 2011 y que aun está en primer trámite legislativo en la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados.

Por su parte, el diputado PS Carlos Montes apunta al exiguo presupuesto que aún tiene la ONEMI, en su opinión mucho más bajo de lo que necesita un “país sísmico, cercado por una costa y con un cordón montañoso”.

Pero más allá de las opiniones individuales, existen datos concretos que dejan en evidencia cuánto ha avanzado realmente la Onemi en estos 24 meses. Y para ello basta contrastar en qué estado de mejoramiento están las falencias detectadas durante el terremoto, que quedaron consignadas tanto en el informe de la comisión investigadora que en 2011 presidió el diputado UDI Jorge Ulloa , como en el documento que la ONU elaboró a través de la Secretaría de la Estrategia Internacional de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres .

La Onemi hoy

De acuerdo con estos documentos, en el plano de las comunicaciones -el ítem que falló más dramáticamente la noche del terremoto- la ONEMI contaba hasta el 27-F con una red de comunicación que privilegiaba por sobre otras tecnologías el uso de la fibra óptica.

Pero la noche de la catástrofe esa tecnología se cayó y, como la red estaba altamente centralizada, el país quedó totalmente desprovisto de canales de información. La solución supuestamente llegó de la mano del nuevo Sistema Nacional de Alerta Temprana, “modernizado y fortalecido”, que anunció en febrero del año pasado el gobierno.

Hoy la región del Bío Bío, una de las más afectadas con el desastre, cuenta con fibra óptica, sistemas de radio HF y VHF, además de telefonía e Internet satelital. El problema es que el sistema aún no ha sido puesto a prueba en su totalidad, y la experiencia de esa fatídica noche demostró que en situación de emergencia hasta los más obvios resguardos fallan.

Otro flanco débil detectado por las investigaciones fue la escasa frecuencia con que se reunían hasta el 27-F los Comités de Protección Civil coordinados por la ONEMI. Las reuniones eran reactivas y de carácter fundamentalmente informativo.

La actual administración intentó hacerse cargo de esta descoordinación, pero de acuerdo con la información disponible la frecuencia de las reuniones no mejoró sustancialmente: se estableció una junta anual de los miembros del Comité de Protección Civil y reuniones extraordinarias en caso de que se presente una emergencia.

Dudosa capacitación

En cuanto a disponibilidad de profesionales debidamente capacitados, los informes establecieron que la noche del terremoto los funcionarios de turno de la ONEMI no fueron capaces de interpretar la información que llegó desde Concepción, Juan Fernández y el SHOA, porque no estaban preparados ni sus labores estaban profesionalizadas.

Según Alberto Maturana esa falencia no ha sido subsanada. La razón: hoy gran parte del personal del servicio no tiene el perfil técnico necesario para hacerse cargo de las emergencias y tampoco se invierte lo necesario en capacitación, diagnóstico con el que coincide un reconocido sismólogo: “La Onemi está en deuda con la profesionalización de la gestión de riesgos”.

La cantidad y la oportunidad en que llegan los recursos a las zonas afectadas por una catástrofe fue otro de los temas centrales de las investigaciones de la ONU y de los diputados que integraron la comisión investigadora.

Ello, porque tras el terremoto los recursos para regiones no llegaron a tiempo, debido a que las autoridades locales no contaban con potestades para asistir con ayuda a los afectados.

Lo anterior se explica en el marco de una estructura extremadamente burocrática, donde una solicitud de fondos de emergencia puede llegar a tardar hasta 180 días. El problema es que si hoy se repitiera la historia, la situación básicamente sería la misma.

En efecto, el cambio sólo llegará de la mano de la ley que crea la Agencia Nacional de Protección Civil, cuyo objetivo es dotar a la actual Onemi de una nueva institucionalidad, con mayores atribuciones y recursos. El proyecto de ley, que  ingresó al Congreso hace un año, tiene urgencia simple y está recién en su primer trámite legislativo.

La presentación de los diputados consignó que era “urgente” crear una Dirección Nacional, “con patrimonio propio y descentralizada”, lo que conllevaría una mayor libertad presupuestaria y la posibilidad de contar con una planta con dedicación exclusiva.

Recién cuando comience a operar la nueva ley, la ONEMI -para entonces Agencia Nacional de Protección Civil- podrá sacudirse de sus históricas ataduras. Las mismas que le restaron capacidad de reacción el 27-F.

Presupuesto

En cuanto al presupuesto, no se observan mejoras contundentes. Para el terremoto de 2010 la ONEMI contaba con un presupuesto anual de $8.205 millones. Contrario a lo que pudiera pensarse, al año siguiente (2011) esa cantidad de dinero disminuyó en vez de aumentar, en buena medida por la compra de equipos. Pero la asignación de este año 2012 fue de $8.300 millones, sólo $95 millones más que el año del desastre.

Otras revelaciones de la comisión que investigó la fallida alerta del tsunami, muestran que al 2010 la ONEMI contaba en el país con 217 funcionarios, de los cuales 154 (un 71%) laboraban en la Región Metropolitana.

En el mismo informe se indica que las oficinas regionales tienen una dotación “que no permite dar respuesta eficiente a las necesidades que se presenten en una eventual emergencia”. El ejemplo citado en el documento es el de Antofagasta, oficina donde, pese a todas las preocupaciones por un eventual cataclismo, sólo había dos funcionarios.

Hoy aún se observan situaciones llamativas en relación a la dotación de personal. En el mismo sitio web de la ONEMI se detalla que la Séptima Región cuenta con 13 funcionarios (ninguno de planta, 6 a contrata y 7 a honorarios), mientras que la región del Bío Bío cuenta con un equipo de 8 personas (tres a contrata y cinco a honorarios): 4 radioperadores, 3 profesionales y un administrativo.

Consultada por el Dínamo, la Onemi declinó referirse a los puntos expuestos.

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