Luis Infanti, obispo de Aysén: “La falta de atención es la mayor violencia hacia la región de Aysén”
El otro día ocurrió esta desgracia en San Pedro de Atacama (II Región), en la que 15 familias terminaron con sus casas arrasadas por los temporales, e inmediatamente fueron tres ministros a terreno. Y aquí hay toda una región que hace tiempo que está clamando, y no pasa nada.
Hoy debería ser una día clave para el Movimiento Social por la Región de Aysén, que busca generar condiciones de desarrollo en una región que, pese a ostentar tasas de crecimiento y de empleo que ya quisieran otras zonas del país, acusa decadencia y abandono.
El ambiente está tenso en Puerto Aysén, Coyhaique, Puerto Cisnes, Chile Chico y Cochranne. A las organizaciones convocantes (más de 30) se han ido sumando transportistas, colectiveros, taxistas, comerciantes… Hay desabastecimiento de combustible, caminos tomados y el diálogo está interrumpido.
Los voceros dicen estar en pie de exigir; no de pedir. Que están cansados de las firmas y de los compromisos que tantas veces han quedado en el aire. Que la paciencia llegó a su límite. Por eso el jueves pasado fue un completo fracaso el intento del gobierno de calmar los ánimos enviando al subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla.
Los ayseninos quieren que aterrice, al menos, un trío de ministros con capacidad resolutiva en su accidentada geografía. Esa sería una clara señal para ponerle paños fríos al movimiento. Lo dice un influyente habitante de la Patagonia, que integra desde su origen la Gran Movilización y que participó, el jueves pasado, del frustrado diálogo con Ubilla.
Se trata del obispo de Aysén, monseñor Luis Infanti, conocido, por su férrea oposición al proyecto HidroAysén de Colbún, y por cuestionar el doble estándar del empresario Eliodoro Matte, miembro del directorio de esa empresa, a quien se refirió como “piadoso en sus devociones” e “inmoral en sus negocios”.
A propósito, Infanti reconoce que la presente movilización se alimentó en buena medida de la oposición a Hidroaysén, porque de esa lucha surgió Patagonia Unida. Pero aclara que esta instancia va más allá de la oposición a la represa y que ha creado lazos con muchas otras causas. “Quiero destacar que tras este petitorio hay personas que están a favor y en contra de la represa”.
¿Qué gatilló este movimiento?
Que se ha construido un camino, y una mayor unidad entre las distintas instituciones. Hace tiempo que hay inquietudes, sólo que antes se manifestó cada sector (colectiveros, pescadores, anti represas) por su cuenta. Ahora están todos unidos.
Se ha insinuado manipulación de sectores políticos.
No, absolutamente. Aunque hay políticos de todos los sectores que están adhiriendo a la movilización, éste no es un movimiento político.
¿Qué es lo que clama la región de Aysén?
En una palabra, la gente está clamando justicia. Toda la problemática que se plantea en el petitorio es el reflejo de una falta de atención del Estado. Y digo Estado, y no Gobierno, porque no se trata de ir en contra de este gobierno, o del anterior, o del próximo. Nuestras demandas se vienen postergando hace años, pese a los compromisos y los documentos firmados. Eso crea descontento, indigación y lleva al límite la paciencia de la comunidad, que ahora está desbordada. Las expresiones que hemos visto reflejan una ruptura de la pasividad. Queremos que las decisiones importantes para la región sean por lo menos consultadas con la gente de la región.
¿Cuáles, por ejemplo?
El corazón de este movimiento es un cuestionamiento a las privatizaciones. Es una interpretación muy personal, pero así lo veo yo. Sentimos que no sólo se están privatizando nuestras riquezas, sino también las decisiones, la dignidad y las conciencias de las personas. El caso de Hidroaysén es sólo un botón de muestra. Son otros los que deciden grandes proyectos, que pueden marcar un cambio radical en la geografía y en la vida económica, social, política y cultural de la región.
Tal como lo plantea, esto va mucho más allá de un centro de diálisis, de las cuotas de pesca o del encarecimiento de los combustibles.
Bueno, esas carencias son signos, son la punta de un iceberg que plantea un cambio mucho más profundo, que no se va a producir en un diálogo con los seremis o con las autoridades locales.
¿Ha sido insuficiente el desempeño del gobierno local?
Este movimiento desconfía de las autoridades locales y siente que ya no vale la pena recurrir a ellas, porque no han demostrado la capacidad de resolución y definición que los problemas de la comunidad requieren. Tanto estas autoridades, como las anteriores, han sido un mero trámite. Lo que exige -no lo que pide- este movimiento es dialogar con autoridades que tengan capacidad resolutiva. Queremos que venga aquí el ministro de Hacienda, que es el ministro capital, porque tiene una capacidad resolutiva superior incluso al Presidente de la República en cuestiones económicas.
Pero el diálogo está roto.
Eso se debió justamente a que los representantes de este movimiento sintieron que seguir dialogando con alguien que no tenía capacidad resolutiva era perder el tiempo. Creo que la presencia de un subsecretario refleja la poca voluntad de buscar soluciones políticas, porque de eso se trata en el fondo. Y que quede muy claro que no se pide que las soluciones se den de hoy a mañana. Hay soluciones a corto, mediando y largo plazo.
¿Cuáles son las soluciones más inmediatas?
El primer paso es que vengan personas con capacidad resolutiva. Eso asegura que se bajen las movilizaciones. Luego, están los 11 puntos del petitorio. Hay cosas relacionadas con la salud, que se pueden solucionar muy pronto. Hay otras relacionadas con que el gobierno presente proyectos de ley, lo que por supuesto requiere más tiempo y voluntad política.
Voluntad política para cambiar, por ejemplo, la legislación. ¿Esa es la señal que busca el movimiento?
Sí. Aquí vivimos una situación de injusticia, sobre todo en comparación con otros lugares. Por ejemplo, el otro día ocurrió esta desgracia en San Pedro de Atacama (II Región). 15 familias terminaron con sus casas arrasadas por los temporales, e inmediatamente fueron tres ministros a terreno. Y aquí hay toda una región que hace tiempo que está clamando, y no pasa nada. Ni siquiera existe la voluntad para que venga un ministro a tomar definiciones sobre uno de los 11 puntos del petitorio.
¿A qué atribuye esa falta de atención?
Bueno, hay pocos votos aquí en Aysén y no pesan mucho en el contexto nacional. Sin embargo, los bienes y el potencial que tiene la región sí pesan mucho en el contexto económico y estratégico del país. Esa falta de justicia o de atención, sentimos que es la mayor violencia hacia la región de Aysén. Por eso estas reacciones. Ciertamente, lamentamos que haya situaciones de violencia, pero sentimos que su origen es justamente esa injusticia permanente, que tiene sus límites, y que se desborda en estos momentos.
El ministro Longueira se mostró sorprendido con un conflicto de esta magnitud en una región “pujante” y con “pleno empleo”.
Hay que ver pujante para quién. Ciertamente, las cifras indican que Aysén es una de las regiones con menor desempleo y mayor crecimiento económico. Pero toda la potencialidad económica se la llevan las transnacionales. ¿Cuánto aportan las mineras y las pesqueras, por ejemplo, más allá del trabajo y de los sueldos, que no siempre son tan significativos? Es cierto, tenemos uno de los crecimientos más vistozos de Chile, pero no es la población la que se beneficia, sino las grandes empresas que lucran.