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26 de Marzo de 2012

Restos perdidos del mítico “Hombre de Pekín”, ¿bajo un estacionamiento?

Así lo afirma el profesor sudafricano Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, quien ayudado por dos investigadores chinos del Instituto de Paleontología de Pekín intenta acabar con uno de los grandes enigmas arqueológicos del siglo XX, el paradero de unos fósiles clave para entender el origen del ser humano.

Por EFE
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Tras 70 años de misterio e infructuosas búsquedas, un nuevo estudio histórico llevado a cabo por expertos de China y Sudáfrica asegura que los restos perdidos del “Hombre de Pekín”, uno de nuestros más antiguos antepasados, se encuentran enterrados en una zona sobre la que hay actualmente un estacionamiento.

Así lo afirma el profesor sudafricano Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, quien ayudado por dos investigadores chinos del Instituto de Paleontología de Pekín intenta acabar con uno de los grandes enigmas arqueológicos del siglo XX, el paradero de unos fósiles clave para entender el origen del ser humano.

Éstos se extraviaron durante la Segunda Guerra Mundial, en 1941, cuando el ejército estadounidense los intentaba sacar de China para protegerlos de los invasores japoneses, pero su pista se perdió en el puerto de Qinhuangdao, en el fragor de la batalla, cual Arca Perdida o Santo Grial en las películas de Indiana Jones.

Tras más de siete décadas, los expertos de China y Sudáfrica afirman que los restos del “Homo Erectus Pekinensis” podrían hallarse en una zona ahora densamente urbanizada de Qinhuangdao (el puerto del norte de China donde la Gran Muralla da al mar), donde en aquel entonces había una base militar chino-estadounidense.

El estudio, publicado este mes en el “South African Journal of Science” y del que hoy se hace eco el oficial “China Daily”, basa esta teoría en un marine estadounidense de esa época, Richard Bowen, quien afirma haber visto los famosos fósiles en 1947.

Bowen, que ahora tiene más de 80 años, estaba destinado en la base durante la guerra civil entre los nacionalistas del Kuomintang, a los que apoyaba EEUU, y los comunistas liderados por Mao Zedong, que rodearon la instalación con 250.000 soldados en su avance hacia Pekín.

En la noche anterior a la captura de la base, Bowen recuerda haber visto enterradas cajas con fósiles que ahora los expertos relacionan con los restos del “Hombre de Pekín”:

“Cavamos un montón de agujeros para colocar ametralladoras, y en uno de ellos encontramos cajas llenas de huesos. Era de noche y nos dio un poco de miedo, así que rellenamos aquel agujero e hicimos otro… Después fuimos evacuados a Tientsin (la actual Tianjin) y luego a Estados Unidos”, contó el ex marine a los expertos.

Éstos creen más que probable que los huesos pertenezcan a los preciados fósiles, ya que seis años antes estaban en manos de militares también estadounidenses y en la misma ciudad, entonces conocida en Occidente como Chinwangtao.

Gracias a las precisas informaciones del marine, el estudio ha determinado que el lugar más probable donde se encuentran ahora enterradas esas cajas es un estacionamiento de unos almacenes de la Compañía de Exportación e Importación de Comida de Hebei, la provincia vecina a Pekín donde se halla Qinhuangdao.

Los restos del “Hombre de Pekín”, pertenecientes a al menos seis antepasados (dos de ellos adolescentes), fueron hallados entre 1929 y 1937 por antropólogos suecos, canadienses y austríacos en el yacimiento de Zhoukoudian, al sur de Pekín, que desde 1987 está en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Estos restos de entre 300.000 y 500.000 años de antigüedad, según algunos paleontólogos, están emparentados con el “Hombre de Java” (aunque hay corrientes científicas que no reconocen a éste como un humano verdadero) y podrían ser las primeras muestras de “Homo Erectus” en el planeta y dar claves sobre la expansión del hombre por la actual Asia.

Aunque los restos se perdieron, los científicos continúan estudiándolos, usando fieles copias de los fósiles realizadas en los años treinta, así como nuevos hallazgos que se encontraron posteriormente en ese lugar, ya en la época comunista, aunque no tan completos.

Los restos perdidos, estudiados sobre todo por el canadiense Davidson Black, desaparecieron en 1941 precisamente en Qinhuangdao, cuando el ejército de EEUU intentaba enviarlos por barco a América para protegerlos de la invasión japonesa, con el permiso expreso del Gobierno de la República de China (Kuomintang).

Hay teorías para todos los gustos, desde la que asegura que los japoneses los robaron y los tienen actualmente, hasta que traficantes de fósiles, un importante mercado negro en el mundo, esperan al mejor postor para sacarlos del olvido.

Tanto el Gobierno de EEUU como el de China han lanzado campañas de búsqueda durante décadas, e incluso ofrecieron grandes recompensas a quien pudiera recuperar estos importantes restos de nuestros antepasados.

Aunque por ahora no han conseguido sus frutos, quizá pronto, bajo un estacionamiento, se logre resolver el gran misterio.

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