Fembots: Culmina la fantasía masculina de una muñeca sexual
El hombre se las arregla para tener sexo –obligado no sólo por el cuerpo, también por la mente colectiva. Si bien este sexo puede estar lejos de la espiritualidad y el romanticismo (del tantra y de la poesía), existe toda una gama de posibilidades y una industria mulifacética que ayudan al hombre a conseguir su cometido bioexistencial
Aunque el sexo es vital no sólo para la reproducción del ser humano sino para su más elemental salud física, mental y hasta espiritual (el cuerpo es el portal), este grial social no está reservado para todos los seres humanos.
Ciertamente no el sexo que vemos publicitado en los medios (con supermodelos y atletas, con fabulosos desempeños) y tampoco, en gran medida por esta misma ofuscación e inundación, el sexo de las tradiciones místicas, el puerto de acceso a lo divino.
Sin embargo, el ser humano puede considerarse afortunado: son muchas las especies animales (dentro de ellas especialmente los machos) que, aunque viven prácticamente solo para aparearse, jamás lo consiguen. Copular, el impulso primario de sobrevivencia y expansión, es a la vez un privilegio energético de los más aptos.
El hombre se las arregla para tener sexo –obligado no sólo por el cuerpo, también por la mente colectiva. Si bien este sexo puede estar lejos de la espiritualidad y el romanticismo (del tantra y de la poesía), existe toda una gama de posibilidades y una industria mulifacética que ayudan al hombre a conseguir su cometido bioexistencial –todo lo demás en ocasiones parece incierto: solo es real el sexo y la muerte, parafraseando a Woody Allen.
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