Iñigo Díaz, renunciado secretario ejecutivo de la CNA: “Con el ministro no pude conversar nunca”
De igual forma confesó que "no logré una adecuada relación con los otros componentes del sistema, fundamentalmente con el Ministerio de Educación y con el Consejo Nacional de Educación".
El renunciado presidente de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), Iñigo Díaz, se refirió a las razones que tomó para dejar el organismo encargado de garantizar la calidad de los planteles de educación superior.
Al respecto y en conversación con el vespertino La Segunda, Díaz expresó que “no fui capaz de abordar la regulación del sistema de educación superior como hubiese querido y me di cuenta que su arquitectura adolece de defectos que no permiten, por ejemplo, que el presidente de la CNA tenga dedicación exclusiva, a jornada completa y 100% dedicado a este tema, lo que hace que algunos procesos se dilaten mucho”.
De igual forma confesó que “no logré una adecuada relación con los otros componentes del sistema, fundamentalmente con el Ministerio de Educación y con el Consejo Nacional de Educación”.
Consultado respecto a cómo eran las relaciones con el Ejecutivo, sostuvo que “no las pude mejorar como hubiera querido, y ahí empezaron a producirse problemas. No le echo la culpa a nadie, pero eso dilató temas fundamentales. Por ejemplo, me preocupa que la nueva ley no ha salido, que no sepamos nada de los procedimientos propuestos al Gobierno por el comité de expertos de OCDE y que la ley esté atrasada en demasía”.
Acerca de las relaciones con el Mineduc, precisó que “mi relación directa con el ministerio era a través del jefe de Educación Superior, Juan José Ugarte, a quien le tengo mucho agradecimiento aunque tuvimos fuertes diferencias. Y con el ministro no pude conversar nunca, pese a que durante 3 meses esperé una audiencia que le solicité”.
Asimismo, apunta sus críticas al ministro Harald Beyer señalando que “no fue una relación óptima. No busco culpables, simplemente no se dio. El ministerio tuvo una actitud demasiado integrista en su crítica sobre el sistema y cuando aparecía un problema de segundo, tercer o cuarto orden, se hacía ver con mucha profusión de que el sistema estaba muy dañado. No era el camino, el camino era trabajar más en conjunto”.