Los errores del arzobispo Ezzati y la defensa del círculo de Karadima
Rafael Zanetta, denunciante de Juan Esteban Morales, quiere reunirse con el arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati. Le cuestiona su comportamiento errático al defender al sacerdote Morales, en vez de estar del lado de las víctimas, una actitud de las autoridades eclesiásticas que se sostiene en el tiempo.
Rafael Zanetta (25) fue a misa este domingo a la iglesia Los Castaños de Vitacura. Pese a todo lo que ha pasado, no ha dejado de lado su fe, si de confesarse. Estos días el estudiante de Filosofía y Periodismo se ha sentido abatido por el cansancio emocional, sobre todo cuando se enteró- hace unas semanas- de las declaraciones del arzobispo de Santiago exculpando a Juan Esteban Morales, palabras de las que luego se desdijo.
Zanetta fue el principal denunciante en la investigación por abuso de poder que se abrió en contra de Morales y quiere reunirse nuevamente con Ezzati y decirle varias cosas que se ha guardado durante el proceso. La semana pasada hizo público a través del diario La Segunda un correo que le envió al arzobispo. En esas líneas describe su dolor por los últimos acontecimientos, también son sentidas palabras donde le critica al arzobispo el respaldo a Morales, la asistencia sicológica que recibe el sacerdote y, por otro lado, el abandono a las víctimas. Zanetta confiesa a El Dínamo que no cesará en su batalla de demostrar los tintes sectarios de la ex iglesia de Karadima, la misma en la que estuvo atrapado diez años.
Reconoce que si bien estas semanas han sido difíciles, para él lo más grave fue el desmentido de Juan Esteban Morales a la prensa-firmado por el arzobispo- sobre el titular y crónica La Segunda: “Iglesia condena a brazo derecho de Karadima”. Al día siguiente declaró que Morales estaba facultado para dirigir una parroquia y seguir administrando sacramentos. Para él todos esos mensajes erráticos de Ezzati fueron interpretados como un fallo exculpatorio que no se condice con las pruebas de los juicios eclesiástico, ni con su verdad: para él, Morales fue una pieza clave en el engranaje que permitió los abusos de Karadima.
Rafael siente que se ha desvivido por este tema, un proceso desgastante donde ha dejado de lado su vida personal y en el que la mayoría de las veces se siente decepcionado. “Cuando vi las declaraciones de Ezzati lloré y me desmoronaba hasta en la calle (…) Sabía que él estaba mintiendo y que con eso no sólo me pasaba a llevar a mí, sino a las víctimas, fue muy duro ver en la prensa donde decía que el brazo derecho de Karadima estaba exculpado, libre de polvo y paja”, confiesa.
Recuerda que en junio del año pasado visitó la casa de Ezzati y le contó todos sobre el comportamiento de Morales, dice que el arzobispo le recomendó en un tono muy formal seguir el conducto regular y declarar en el tribunal eclesiástico. Recuerda que lo atendió con un tono políticamente correcto, pero despersonalizado y distante. “Él es un pastor, un padre dentro de la iglesia y en ese sentido él tiene un trato súper seco. La primera vez que le mandé un correo, pasó una semana y le mandé un segundo e -mail resaltando un poco la urgencia de la situación, sólo al tercer correo ,donde le puse que era una pena que la iglesia se demorara tanto en estos casos, se reunió con conmigo”, dice.
El cura simpático
Cuando se le pregunta a Rafael Zanetta por la personalidad de Juan Esteban Morales, contesta que es difícil describir a una persona tan compleja, con tantos matices. Lo recuerda como un líder que arrastraba muchos seguidores, un hombre carismático y simpático sobre todo con los jóvenes. Dice que era muy directo a la hora de imponer sus determinaciones, en su caso, decidía sobre varios aspectos de su vida. Le decía que no usara poleras, que debía vestirse con camisas y también lo obligaba a que su círculo de amigos fueran exclusivamente jóvenes de la parroquia. La frase recurrente de Morales era: “Dios no quiere eso para ti”. Rafael comenzó a sentirse solo. Así lo describe en un correo que le envió al párroco con fecha del 17 de octubre del 2009 y que el joven revela a El Dínamo.
“A pesar de que usted me dice que no me junte mucho con mis amigos de colegio para juntarme más con los de la parroquia, la verdad es que en este minuto me siento súper sólo. Para mi cumpleaños vino mucha gente, pero a pesar de eso siento que amigos de verdad tengo muy pocos. He rezado muchas veces esto, pensando que tal vez Dios quiere como una prueba que pase un tiempo más sólo, pero no me parece muy lógico porque con amigos es más fácil santificarse. Por lo mismo, a veces me hace mal ir a la parroquia y ver tantos grupos de amigos ya hechos. Me da pena y de nuevo siento que no calzo (…) Tal vez lo mejor hubiera sido decirle esto la última vez, pero no sé por qué no me resultó. Mañana podemos hablarlo si alcanzamos aunque la verdad es que no hay tanto más que decir”, dicen sus líneas.
Para Rafael, la parroquia El Bosque era lo más parecido a una secta, una maquinaria armada para que Karadima eligiera dentro de su séquito a los jóvenes más vulnerables. Lugar que abastecía su pastoral con jóvenes de colegios como el Verbo Divino, establecimiento desde donde él llegó cuando cursaba octavo básico. La iglesia era un lugar sin contrapeso, perfecto para la manipulación.
El encubrimiento
El periodista Juan Carlos Cruz dice que le cuesta creer este comportamiento de parte una de las autoridades eclesiásticas en Chile. Desde Estados Unidos comenta cómo en ese país si se ha castigado el encubrimiento a sacerdotes abusadores. “En Filadelfia – donde yo vivo – al vicario general de la arquidiócesis le dieron 21 años y se lo bajaron a seis. Está preso. Hay otros juicios contra obispos y ahora se prepara algo contra el Cardenal Mahony de Los Ángeles que al igual que Errázuriz está jubilado, pero encubrió cientos de casos de abusos. Tanto que el nuevo arzobispo de Los Ángeles le prohibió ejercer el ministerio público en su diócesis. Dudo que veamos al así en Chile, porque Errázuriz encubrió pero también lo hizo Ezzati (…) No hay penas para estos hombres que dejaron de lado sus labores pastorales y decidieron encubrir y protegerse entre ellos”, dice.
Juan Carlos Cruz también avala las palabras de Zanetta, y va más allá cuando habla de “un modus operandi de Karadima y su grupo”. Dice que el abuso de poder y de conciencia es una realidad en la iglesia de El Bosque, pero que hoy le sorprende más cómo Ricardo Ezzati le ha bajado el perfil a las acusaciones que apuntan a Morales. Además agrega que existe una fuerte división entre los sacerdotes que siguen a Ezzati y los que no, pero guardan su opinión por el carácter autoritario del arzobispo. “No dicen nada por las represalias que él puede tomar. Es una suerte de monarca absoluto que decide desde la parroquia donde se van a ir hasta jubilación… Hay tantos sacerdotes y religiosos buenos, sabemos de varios casos a los que Ezzati los ha llamado personalmente y les ha dicho que con esa actuación pública pueden destruir a la iglesia”, remata.
El Dínamo se comunicó con el arzobispado por el tema, pero no obtuvo respuesta.
Rafael hace un alto en la conversación y recuerda que cuando se enteró de las denuncias hacia Karadima, le preguntó a Morales, con lágrimas en los ojos, si todo lo que aparecía en la televisión era verdad. El sacerdote le respondió con una única frase: “Miente, miente, que algo queda”. Con el tiempo, el estudiante ató cabos y comprendió todo lo que allí había sucedido. Ese día cambió su mundo, él único en el que creía hasta entonces.
Estas semanas le han llegado rumores de feligreses de la iglesia de El Bosque que lo odian, que piensa que es un traidor y aseguran que él está “con la maña” “con el diablo dentro” expresiones que se usaban para hablar de desobediencia. “No importa yo se que hice lo correcto, no podía seguir existiendo más víctimas”, dice ahora, convencido.